Las 48 horas de Haf
Dentro del mosaico de posiciones que formaban las diferentes
circunscripciones se hallaban diseminados por toda la Comandancia pequeños
núcleos defendidos por poco más de una compañía o sección. Muchas de estas
pequeñas posiciones se replegaron sobre otras de mayor tamaño o sobre las
cabeceras de las demarcaciones. Sin embargo, al tener unos medios de defensa tan
limitados algunas de ellas fueron prácticamente aniquiladas por no haber podido
ser ni abastecidas ni ayudadas. Gracias al expediente que se instruyó para
conceder la Cruz
Laureada al capitán de infantería Ernesto Rodríguez Chacel
podemos conocer con gran profusión de detalles lo que sufrieron y padecieron
los defensores de Haf hasta que la posición fue prácticamente exterminada tras
cuarenta y ocho horas de resistencia a ultranza.
La circunscripción del Zoco de T’Latza de Bu Beker era la
que tenía asignada el regimiento de infantería de África 68. La cabecera se
hallaba en el Zoco donde se había construido un gran campamento que,
probablemente junto al de Dar Drius, era de los pocos que reunía suficientes
servicios y condiciones de defensa: depósito de municiones, hornos de
intendencia, talleres de adobe, barracones para la tropa y oficiales,
emplazamiento para la artillería y ametralladoras, parapeto en condiciones, y dos
depósitos de agua uno metálico y otro de piedra. Paradójicamente, el agua se
encontraba muy lejos por lo que para abastecer a los destacamentos y al
campamento se utilizaban camiones aljibes que debían recogerla en las fuentes
de Ermita, a 38
kilómetros de la cabecera. En verano se realizaban dos
viajes diarios y en invierno uno. Una vez en el Zoco, y cargadas las cubas en
camellos, se distribuía por las posiciones más lejanas; Haf y Tazarut Uzay. El
campamento fue construido bajo la supervisión del teniente coronel Ricardo Fernández de Tamarit,
y de él dependían un total de 21 posiciones: Zoco T’Latza, Tixera, Tenial el
Hanra, Arreyen Lao, Morabo de Abd el Kader y avanzadilla, Ergada, Loma Redonda,
Mesaita 1 y 2, Siiach 1 y 2, Reyem Guerrao, Sidi Ali, Haf, Afsó, Tamasussin,
Sidi Gayub, Ben Hiddur y su avanzadilla y Tazarut Uzay que se hallaba muy
próxima a la zona francesa. En las inmediaciones del campamento general se
hallaba acampada una de las tres columnas móviles de las que, en principio,
parecía disponer el Comandante General para socorrer o acudir allí donde fuera
preciso. El final de las tres columnas
fue trágicamente similar y todas ellas -Cheif,
Kandussi y la del Zoco- aportaron un altísimo número de muertos a la
estadística mortal del Desastre.
El 21 de julio, entre la posición del Zoco y el campamento
de la columna, el regimiento poseía efectivos de seis compañías de fusiles, en
algunos casos incompletas: la 1ª del I Bon que llegó al Zoco el mismo día 21,
la 3ª del I Bon no completa, la 5ª/I, Ametralladoras del II Bon, 2 secciones de
la 3ª del II Bon, y la 5ª y 6ª Cía del III Batallón. Al margen de los efectivos
del 68 de infantería, también se hallaban en la posición: un destacamento de
artillería de la Comandancia
al mando del teniente Aurelio Areñas, otro de intendencia al mando del teniente
José Herrera Balaguer y una sección del 5º escuadrón del Alcántara 14 que
mandaban el sargento Enrique Benavent y el veterinario 3º del regimiento José
Montero Montero. Cerca del Zoco, en Siach, tenía su cabecera la 9ª Mía de
policía indígena a las órdenes del capitán de caballería Francisco Alonso
Estringana, de la que formaban parte un total de 198 hombres entre oficiales y
tropa. Por tanto, el 21 de julio a las órdenes del teniente coronel Saturio
García Esteban, jefe del II Batallón, se hallaban un total de 970 hombres en la
cabecera, y otros 596 oficiales y soldados repartidos por las diferentes
posiciones, en un territorio que abarcaba casi 1500 kilómetros
cuadrados. Cuando el regimiento, por orden del general Picasso, aportó las
relaciones de supervivientes el 22 de julio de 1922, se pudo comprobar que de
aquellos 1566 oficiales y soldados pudieron escapar con vida tan solo 441 hombres:
313 de la columna móvil y 128 del resto de la circunscripción. Entre la
retirada a zona francesa y el aniquilamiento de las diversas posiciones el
regimiento perdió a más de 1100 hombres.
Zoco T'Latza de Bu Becker |
El pequeño campamento de Haf y su avanzada se hallaban a 15 kilómetros del
Zoco, desde donde eran avituallados a pesar de estar más cerca de Dar Drius,
cuyo campamento era visible con prismáticos. El 21 de julio se hallaban al
frente de su defensa el capitán Ernesto Rodríguez Chacel, jefe de la 2ª Compañía
del II Batallón, el teniente Manuel García Ovies, y 64 sargentos y soldados. La Comandancia de
artillería tenía destacada parte de la
3ª Batería a las órdenes del teniente Manuel Corominas Gispert y 20 artilleros.
La policía indígena de la 10ª Mía disponía de un pelotón de 10 askaris y, finalmente
3 soldados de la Comandancia
de ingenieros que debían comunicarse con la cabecera a través de la próxima
posición de Ben Hidur, a 8
kilómetros de Haf. Al mando de esta posición se hallaba
el teniente Manuel Alfonso Crespo, testigo directo de todas las comunicaciones
entre Rodríguez Chacel y García Esteban, ya que todos los mensajes pasaban por
su estación heliográfica. En total unos 101 hombres -algunas fuentes lo elevan
hasta 150- para defender la primera posición de la circunscripción que sucumbió
al empuje rifeño tras cuarenta y ocho horas de resistencia. En la cercana
Tamasussin se hallaba la tercera sección de la compañía al mando del teniente
Sergio González, y un destacamento de policía indígena que mandaba el oficial
moro Muzza. Reunía esta posición muy pocas condiciones de defensa ya que solo
se hallaba dotada de un parapeto de piedra seca y una alambrada que lo
circundaba.
Teniente coronel Saturio García Esteban y Capitán González Vallés (derecha) |
Para instruir el juicio contradictorio y dilucidar si el
capitán Rodríguez merecía o no la
Laureada se designó al comandante Manuel Rodríguez González,
juez permanente de causas en Melilla. Creo que no hay duda de que la iniciativa
de solicitarla partiría, bien del capitán Alonso, bien de su viuda Amelia
Partearroyo. En todo caso, la instrucción no apareció publicada en el Diario Oficial
del Ministerio de la Guerra
hasta el 8 de julio de 1926, casi cinco años después de la muerte del oficial,
siendo la decisión final la no concesión de dicha condecoración a Ernesto Rodríguez
Chacel. Dejo a criterio del lector el decidir si fue justa o injusta tal
determinación, que se repitió en muchos otros casos en los que les fueron
denegadas las Laureadas a tantos soldados y oficiales.
El 22 de julio el capitán Alonso se reunió con el teniente
coronel y le advirtió de la inminencia de un ataque a las posiciones de primera
línea. García Esteban se hallaba al frente de la posición debido al turno
rotativo según el cual cada uno de los tres tenientes coroneles de regimiento
se turnaba al frente de la circunscripción. Alonso señaló también la necesidad
de abastecer las posiciones de Tazarut, Reyen, Haf, Loma Redonda y Sidi Ali. Se
necesitaban municiones y granadas, pero también aceite, tocino y harina. Era
necesario que pudieran llegar hasta Batel para poder volver con el cargamento
indispensable para el sostén de las unidades. Alonso no pudo pasar de Tistutin
donde se enteró de la muerte de Silvestre y del principio del fin de la Comandancia, y con
estas pésimas noticias llegó al Zoco a las 20:00 h, sin haber podido llevar ni las
municiones ni la comida. Aquel día por la tarde en Haf ya fueron conscientes
del alcance de la situación, ya que pudieron advertir que llegaban a Drius los
restos de la columna de Annual. Es en ese momento cuando Rodríguez Chacel
comunica que faltan municiones y agua, y advierte la presencia de un gran
número de rifeños en las inmediaciones. Comienza el sufrimiento, y aún cuando no
se han escuchado los primeros disparos, el capitán ya ha adoptado las primeras
medidas para preservar la posición que, como se
supo después, estaba dispuesto a defender hasta la muerte. Durante la noche la
guarnición rechaza en repetidas ocasiones el ataque de los rifeños, siendo la permanencia
en el parapeto obligada para todos, tanto en la avanzadilla donde se hallaba la
policía indígena de la 10ª Mía, como en el interior del reducto donde el
capitán, fusil en mano, dispara desde el parapeto. Haf consume sus últimas
municiones y el combate se escucha desde el Zoco, donde la zozobra invade el
ánimo de todos. El último heliograma de esa noche solicita municiones y agua, y
los primeros heridos sufren las carencias sanitarias en alguna de aquellas
tiendas cónicas.
Sección de Alcántara 14 y Policía Indígena en el Zoco |
En la mañana del 23 se
realiza la descubierta desde el Zoco y al teniente coronel le advierten que Haf
está siendo duramente atacada. García Esteban decide que parta el convoy con el
objetivo de entrar en Haf a toda costa. Alonso, sin embargo, afirmaría que fue él
quien personalmente recibió la autorización del general Navarro desde Drius. Al
mando del capitán Alonso parten la novena Mía y dos secciones de la compañía
que manda el capitán de África Francisco Asensi, que debe reforzar la posición
de Siach. Junto al capitán Alonso parten 60 jinetes, los tenientes Benito y Salama,
el alférez Sanmartín y el médico Palacios para encargarse de los heridos que ya
tienen en la posición. De nuevo, y como ya hemos visto en tantas ocasiones, el
inmediato futuro de aquellos hombres pasa inexorablemente por hacer llegar el
convoy. A los sesenta hombres de Alonso se unen cincuenta infantes, y con esta
pequeña fuerza intentan socorrer a los soldados de Rodríguez Chacel. Antes de
llegar a su destino, Alonso observa en las estribaciones del Yebel-Bu-Sfedauen
y en las inmediaciones de Tixera una alta concentración de rifeños que intentan
cortar el convoy. Con el objetivo de distraer la atención del adversario,
Alonso divide a sus hombres y junto al teniente Salama carga contra el enemigo
mientras la infantería, a cuyo frente se halla el teniente Jesús Benito, se
dirige al encuentro de los rifeños que se hallan junto a Tixera. En ese momento
el alférez Sanmartín con los mulos del convoy enfila la posición y consigue
entrar los víveres y las municiones. La columna de Alonso tuvo en el
enfrentamiento dos muertos y cinco heridos que pudieron ser evacuados
posteriormente y, según declaró el capitán, se
consumieron durante el combate 21 700 cartuchos de máuser. Alonso y sus
oficiales serían los últimos en ver con vida a Rodríguez Chacel y a sus
hombres. Días después, una vez repatriados a Melilla los miembros de la columna
móvil que pudieron sobrevivir, el alférez Sanmartín escribía a su hermano,
residente en Madrid, una carta en la que relataba las vicisitudes vividas
durante aquellos días. El oficial tuvo en la misiva un recuerdo para los
defensores de Haf, de quienes dijo “se
comportaron como leones”.
Sargento Nicólas Iranzo Zaldo |
Durante el tiempo que Alonso permaneció en Haf no le quedó
duda de la clara determinación que el capitán tenía de resistir las acometidas
rifeñas. En ningún momento observó señales de desmoralización entre la tropa
que los recibió con vítores y aplausos. Lo peor aún estaba por venir y mientras
tanto el teniente médico Miguel Palacios se hacía cargo de los heridos, que no
me consta que pudieran ser evacuados. En la posición eran conocedores del drama
vivido y de la caída de muchos otros emplazamientos, a pesar de lo cual en ese
momento el capitán dice a su compañero que moriría antes de abandonar la
posición. También comprobó Alonso que la avanzadilla, perdida al iniciarse el
combate, había sido reconquistada y en su interior se hallaban los policías que
habían combatido y permanecían en sus puestos. Las condiciones para la defensa
parecía que mejoraban, ese día ya tenían agua, y los víveres sabían a gloria...
No hubo tiempo para más, la columna debía volver al Zoco y sortear al enemigo
cercano. Para ello la batería del teniente Corominas disparó fuego de cobertura
y permitió que la columna regresara al Zoco. Idéntico testimonio que el de
Alonso prestaron el teniente Palacios y el alférez Sanmartín; los dos oficiales
restantes, Basilio Salama y Jesús Benito Martínez, sucumbieron dos días después,
poco antes de la retirada a zona
francesa ordenada por el teniente coronel García Esteban.
El 23, durante toda la jornada, la posición es atacada y el
cruce de heliogramas es cada vez más dramático. Ese día muchos de aquellos
pequeños núcleos de resistencia envían idénticos mensajes a sus mandos: agotadas
municiones; no tenemos agua; heridos y muertos en la posición; el enemigo en
las alambradas; espoleta a cero… Cuando el general Navarro llega a Dar Drius
los hombres de Haf ya llevan casi veinticuatro horas viviendo en el parapeto.
No lejos de allí, también las posiciones próximas son asediadas; en el Zoco, a
García Esteban se le acumulan las peticiones de ayuda desde Arreyen Lao, Siach,
Tazarut donde sufren los primeros embistes rifeños. La situación para la
columna móvil y las pequeñas guarniciones se torna cada vez más dramática. Ya
desde el día 22, según reza el parte escrito por el teniente coronel García
Esteban, la posición y la columna habían quedado aisladas y el camión-auto aljibe
que desde Batel se dirigía al Zoco no pudo finalizar su recorrido por haber
sido asaltado durante el trayecto. Tras la partida de la columna de Alonso, la
posición siguió siendo atacada y es más que probable que fueran testigos del
abandono de Dar Drius, lo que sin duda perturbó el ánimo de todos. Si los 3000
hombres de Navarro se veían impotentes para contener la sublevación, ¿qué
destino aguardaba a los ya menos de cien defensores de Haf?
Guarnición de Arreyen Lao. 4ª Cia/I Bon. |
Ernesto Rodríguez Chacel nació el 16 de marzo de 1893. Era
hijo del entonces capitán de artillería Joaquín Rodríguez
Sánchez y nieto del también oficial de infantería Vicente Rodríguez Tejero.
Durante la guerra de Cuba se dio la circunstancia de que los seis hijos de
Vicente Rodríguez se hallaban destacados luchando en la isla. El teniente
coronel se negó a que ninguno de ellos se librara de combatir en el Caribe.
Ernesto Rodríguez coincidió en la misma promoción con Vicente Rojo, Asensio
Cabanillas, Martín Alonso y otros tantos de los que sucumbirían en Annual y
otras campañas. Rafael Capablanca, Hernández Mira, Arturo Bulnes, Pérez García,
Gavila Pelegrí, Querejeta Pavón, Hernando Pedrosa y otros muchos formaron parte
del tributo que la promoción -que ingresó en 1911- debió pagar en Marruecos.
Tras su ascenso a capitán, en julio de 1920, Rodríguez Chacel pasó primero por
el regimiento de Serrallo en Ceuta, y de éste al de África al que se incorporó
en abril de 1921. Poco después se casó con Amelia Partearroyo y tras su luna de
miel fue destinado a Haf. El capitán y Amelia habrían disfrutado de la
paternidad si el cruel destino no hubiera deparado tal suerte a Ernesto
Rodríguez. En febrero de 1922, siete meses después de su muerte, nació su hijo Alfonso
a quien, como hijo póstumo que también era, quiso apadrinar el Rey. El bautizo
del niño se celebró en la parroquia de San Luis de Madrid el 18 de febrero, y
el Rey fue representado por el general Barrera.
Tras el capitán se hallaba por antigüedad el teniente de
artillería Manuel Corominas Gispert, nacido en 1894 y teniente de artillería
desde 1918. En el escalafón de tenientes de artillería de 1921 ocupaba el
número 93, justo detrás de Diego Flomesta, muerto días antes en Abarrán. Desde
agosto de 1920 se hallaba capacitado para ascender a capitán cuando por
antigüedad le correspondiera. Poco antes de su muerte en combate había
solicitado un cambio de destino que, al parecer, fue concedido ya que aparecía
publicado su traslado al 7º regimiento de artillería ligera en Barcelona en el
Diario Oficial del Ministerio de la
Guerra, cuando estaba ya fallecido. De todos los artilleros
que servían a sus órdenes solo he podido localizar al sargento Nicolás Iranzo
Zaldo nacido en Requena, Valencia, y destinado en la Comandancia desde el
mes de febrero. Tras su muerte en combate, sus padres -Blas y Sofía- residentes
en Requena, recibieron la pensión de 1.570 pesetas anuales. El 3 de octubre de
1922 el sargento Iranzo fue dado por desaparecido en campaña. En la Comandancia de Artillería
de Melilla un total de 18 sargentos causaron baja por desaparecidos tras el Desastre.
El tercer oficial era el más joven de los cuatro mandos; Manuel García Ovies había
cumplido 21 años en enero, y según todos los testimonios supo estar a la altura
de las circunstancias cuando todo estaba perdido. El oficial había ascendido a teniente en junio,
estando destinado en el mismo regimiento donde desempeñaba el empleo de
alférez.
Teniente de artillería Manuel Corominas Gisbert |
En Tamasussin, al frente de la tercera sección de la
compañía se hallaba el teniente Sergio González Fernández, nacido el 16 de
septiembre de 1896 y teniente desde junio de 1917. El 23 por la mañana, tras comprobar que la
resistencia era imposible, los defensores abandonan la posición y parten en
dirección Drius viéndose de camino obligados a refugiarse en el puesto de
policía de Ahesor, donde se hacen fuertes resistiendo hasta que al día siguiente
es asaltado el puesto y mueren todos excepto el soldado Honorato Juan Sabater
quien días después pudo llegar a Melilla. A la caída de la tarde, la posición
de Afsó fue aniquilada y saqueada sin que se presentaran supervivientes.
Será muy difícil, o prácticamente imposible,
saber cómo se llamaban aquellos 100 soldados que formaban parte de la guarnición
de Haf. Las listas confeccionadas por el regimiento un año después solo aclaran
qué hombres sobrevivieron y en qué posición se hallaban el 22 de julio. En la
relación de supervivientes del 2º Batallón se incluye una minúscula lista donde
aparecen los que se pudieron salvar el 24 de julio en Haf. Tan solo aparecen
dos nombres; los de los soldados Manuel Carro Nieto y Honorato Juan Sabater quien,
como hemos visto, se hallaba en Tamasussin. Sin embargo, entre los testimonios
que se recogen en el juicio contradictorio se menciona en repetidas ocasiones al cabo Miguel Carles
Prieto. El hecho de que posteriormente el cabo Carles no aparezca en las listas
de sobrevivientes hace pensar que probablemente falleció en la retirada a zona
francesa de la columna del Zoco. De los veintiún artilleros de la Comandancia tan solo
figura un nombre, el del artillero 2º Manuel Silveiro Corchado, que pudo llegar
exhausto al Zoco y desde aquí a zona francesa. Por tanto, podemos afirmar que
de los 101 hombres solo dos escaparon con vida -de los que sepamos con
seguridad que estuvieron en Haf- más otro que fallecería el 25 de julio. Tres
de 101, un noventa y siete por ciento de muertos. Sobrecoge y asombra pensar
que no se pudiera hacer nada para socorrerlos o, por lo menos, para reducir el
número de muertos durante la retirada
Supervivientes de Haf |
Para poder seguir los acontecimientos que se produjeron en
la circunscripción me he valido del parte que el 10 de agosto remitió el
teniente coronel García Esteban al Alto Comisario. A este escrito he unido la
declaración ampliada que el mismo jefe hizo primero en Melilla el 2 de
septiembre de 1921, y una tercera y última efectuada en Inca, Mallorca, el 13
de agosto de 1925. El teniente coronel incurre en contradicciones que él mismo
reconoce cuando afirma que la última declaración es más aparente que real
debido al tiempo transcurrido. Estas diferencias en los testimonios serían, en
parte, la causa de que no se concediera la Laureada al capitán Rodríguez Chacel. Todos los
testimonios restantes coincidirán en afirmar que el oficial se hallaba incluido
en varios supuestos del reglamento y, por consiguiente, merecía la
condecoración. En los dos primeros partes el teniente coronel, aún elogiando el
comportamiento del capitán, afirma que había citado en los partes la conducta
de muchos oficiales para ver si merecían gracia por parte de sus superiores.
Finalmente, cuando declaró en su destino en Baleares atestiguó que el
comportamiento de Rodríguez había sido encomiable y valeroso, pero no pudo
precisar si el oficial había realizado actos comprendidos en el reglamento. Con
toda probabilidad, las vacilaciones de García Esteban fueron, como mínimo, determinantes
para hacer dudar al juez instructor. De los dieciséis restantes testimonios
quince coincidían en hacerlo merecedor de la Cruz Laureada por
hallarse incluido en el artículo 54, caso 7º, que reza: “merecerá la Cruz el que en combate con arma
blanca, en cualquier ocasión mate, hiera o rinda a tres adversarios”. Otros
declarantes situaban sus méritos en el caso 8º por haber rechazado al enemigo a
pie firme produciéndole bajas, y por haber combatido con los rifeños a menos de
cincuenta metros, en terreno franco y sin perder la posición. Como veremos el
capitán y sus hombres cumplieron con creces ambos supuestos.
El 24 de julio la resistencia en Haf llega a una situación
extremadamente difícil, sobre todo por la carencia de municiones y el aumento
del número de los rifeños que rodean la posición. Los alféreces Bocinos y
Sánchez Oliva afirmaron que gracias al ímpetu que mostraron los defensores se
pudo conseguir distraer al enemigo tanto para asegurar la retirada de Drius
como para distraer fuerzas que intentaban asediar al campamento del Zoco. En
ninguna de sus declaraciones el teniente coronel habla de una junta de
oficiales donde se debatiera si era factible o no socorrer a Haf el 24 de
julio. En el parte del teniente coronel se cita literalmente que autorizó al
capitán para que abandonase la posición tras recibir el último heliograma donde
comunicaba que los rifeños estaban asaltando la alambrada. Sin embargo, gracias
a la declaración que prestó en Melilla el veterinario Montero Montero, se puede
afirmar que dicha junta se convocó el día 24 por la mañana con la intención de
dilucidar si era posible el socorro a Haf.
Veterinario José Montero Montero |
En un primer momento el teniente coronel sometió a la
aprobación de todos los presentes un acta donde se hacía constar que ante la
imposibilidad de auxiliar a los hombres de Rodríguez Chacel se les autorizaba a
abandonar la posición en dirección al Zoco. Esta era sin duda la intención de
García Esteban, y aunque parecía que era el criterio que debía prevalecer no
fue así. Hubo un sector de oficiales -Tenientes Arenas y Mandly y el alférez
Muñoz Bertet- que se ofreció a salir con sus unidades a cubrir la retirada de
los hombres de Haf. Finalmente, García Esteban autorizó tal medida ante la
presión de sus oficiales y mudó su primera decisión. Según relata el
veterinario Montero, las compañías llegaron a formar, pero en el último momento
se recibió desde Ben Hiddur la noticia de la caída de Haf. De aquellos tres
oficiales que discreparon y se ofrecieron a sacrificarse tan solo sobrevivió
Muñoz Bertet. El teniente Arenas Gaspar, jefe accidental de la 5ª Compañía del
II Batallón fue herido en el cuello al abandonar el Zoco, y aunque pudo ser
transportado en camilla no consiguió llegar a zona francesa. Arturo Mandly
Ramírez, oficial de la escala de Reserva, cayó poco antes de llegar al
campamento francés. El veterinario Montero consiguió llegar hasta el campamento
galo, aunque durante la retirada falleció parte de la sección de Alcántara que
en vanguardia de la retirada mandaba el sargento Enrique Benavent Duart, nacido
en Valencia, y recientemente casado con Lutgarda Valcárcel con quien tenía un
hijo de tan solo un año.
Teniente de infantería Francisco Arenas Gaspar |
Reconstruir las últimas horas de Haf es algo que solo
podemos hacer recurriendo al testimonio de los supervivientes, quienes dejan
bien claro que lucharon hasta el último momento y que el capitán se mantuvo
firme sin querer abandonar la posición hasta que inevitablemente se vieron
forzados a hacerlo. Con el parapeto y las alambradas destruidas sale la fuerza tras
el capitán al frente, el sable en una mano y la pistola en la otra, alentando a
sus hombres a combatir. Primero cae el teniente
García Ovies, después los demás oficiales hasta que finalmente, herido de
muerte por una bala el capitán, el resto
de hombres corre en busca de la salvación. Según declaró el capitán Gil
Rodríguez, la posición fue atacada por una gran harka que entre Arreyen Lao y
Haf reunió a más de 2000 hombres. De todos ellos solo dos pudieron recorrer los
quince kilómetros que separan Haf del Zoco: Miguel Carles y Manuel Carro quienes
aquella misma noche contaron con todo detalle lo ocurrido en Haf. No queda duda
de ello ya que todos los testigos, excepto uno, declararon recordar a los dos
soldados que pudieron escapar. Por su parte, Manuel Silveiro aportó el
testimonio de aquellas horas en Haf tras haber llegado el veintisiete de agosto
a Melilla, y prestar declaración ante el teniente coronel Vicente Calero
Ortega. El artillero relató que poco antes de abandonar la posición, el
sargento –debía ser Nicolás Iranzo- hizo explosionar las cargas de artillería
que aún quedaban, e inutilizaron los cañones Krupp. Después, una vez consumidas
las municiones, diezmada la guarnición, destrozada la alambrada y tras haber
resistido ataques de arma blanca, el capitán, sable en mano, dirigió la
retirada ordenando cargar al grito de ¡A
por ellos! Silveiro y un grupo de
artilleros e infantes, en lugar de
dirigirse hacia el Zoco, optaron por hacerlo hacia Batel, pero poco
antes de llegar se vieron sorprendidos y obligados a esconderse entre rocas y
permanecer allí varios días sin comida ni agua. El grupo, reducido a siete
hombres, decide volver hacia el sur e intentar ganar la zona francesa. En el
transcurso de esta huída el artillero Silveiro es hecho prisionero y trasladado
a un poblado donde también se halla el alférez Ruiz Tapiador, de ahí que
también prestase declaración en el juicio contradictorio sobre Rodríguez
Chacel. Los rifeños que los tienen presos deciden llevarlos hasta el Pozo
número 2 con la intención de canjearlos por agua. En el interior del pozo se
halla una pequeña guarnición que mandan los cabos Arenzana y Lillo, y junto a
ellos permanecerán hasta que el día 5 de agosto deciden fugarse en dirección al
territorio francés. Según el testimonio de Ruiz Tapiador debieron recorrer 85 kilómetros hasta
llegar a la frontera francesa y sostener varios enfrenamientos durante el
trayecto. Silverio, Ruiz Tapiador y el resto de repatriados llegaron a Melilla
procedentes de Orán el 25 de agosto.
Cuando Haf se pierde muchas de las posiciones de la
demarcación estaban siendo atacadas y en algunas la situación ya era
insostenible. En Arreyen Lao y Reyen ya no pueden llevar más allá la defensa y
ese mismo día sucumben. De la primera se salvan un corneta y seis soldados de
los casi 90 hombres que manda el capitán Alcaine que también perece junto al
teniente Sánchez Hernando y 75 soldados de la 4ª Compañía del 1er Batallón. En
Reyen, defendida por una sección que manda el alférez León, solo se salvan 8
hombres a pesar de haber intentado el capitán
Alonso pactar la rendición previo pago de 2.500 pesetas. Uno de sus
supervivientes, el soldado Hernández Rodríguez relató al alférez Bocinos los
últimos momentos de Haf. Tampoco de Tazarut se recibían mejores noticias y los
ciento veinte hombres, bajo el mando del teniente Bernal y el alférez Dueñas,
tienen ya muchas bajas sin que hayan podido ser socorridos. Al finalizar el día
24 se repliegan al Zoco los destacamentos de Siach 1 y 2 donde se hallan dos
pelotones al mando de los sargentos Gómez Flores y Marcelino Molero Pimentel, quienes perecerían
en la retirada a zona francesa. El caso de Molero es especialmente sobrecogedor
ya que en el Zoco se hallaba su hermano Andrés al mando de la 3ª Compañía del
II Batallón. Durante la retirada fue herido el capitán y su hermano prefirió quedarse
junto a él antes que abandonarlo en aquel estado, y así, juntos, los encontró
la muerte.
Parte emitido por el teniente coronel García Esteban |
En el parte redactado el 10 de agosto, el teniente coronel
sí menciona que se reunió la junta de oficiales a las 22:00 h del día 24.
Saturio García afirma que el objetivo era salvar el mayor número de hombres y
armamento, y todos se mostraron, por unanimidad, favorables a la retirada de la
columna. Con anterioridad, la Mía de policía del capitán Alonso ya había
iniciado el repliegue hacia el Zoco junto a la 1ª Compañía del 1er Batallón
que había sido destacada para proteger a
la caballería de Alonso. Es en este momento cuando una parte de la Mía, con los
tenientes Benito y Salama, parte en dirección contraria al campamento hasta que
son conscientes de que junto a ellos no se halla su capitán. Alonso aún
permanece en la posición quemando el almacén y la documentación perteneciente a
su unidad, y no se percata del incidente. Al parecer, según el testimonio del
alférez Sanmartín, un suboficial corrió la voz de que el capitán abandonaba el
campamento, lo que provocó que salieran huyendo un buen número de policías. El
teniente Palacios intentó contenerlos pero para entonces el escuadrón se alejaba
de la posición al galope. Finalmente, parece que los tenientes Salama y Benito
lograron detener a una parte de los fugitivos, a quienes hicieron volver grupas
en dirección al Zoco. Cuando se hallaban cerca del campamento, pensando la guarnición
que se trataba de un ataque de caballería rifeña, abrió fuego y dispersó al
grupo sin que nada más sepamos de ellos. El cuerpo del teniente Benito nunca
fue recuperado, sin embargo, sí aparecieron y fueron identificados los restos
de Basilio Salama en las proximidades de Tistutin y pudo ser enterrado en
Melilla.
En Loma Redonda también reciben orden de repliegue sobre
Sidi Ali. Forma su guarnición una parte de la 6ª Compañía del 1er Batallón. Según
informes del regimiento, del total de 43 hombres a las órdenes del capitán
Pedro Moreno consiguen llegar al Zoco: un sargento, dos cabos, un corneta, 29
soldados y el propio oficial al mando, muriendo en el repliegue el teniente
Miguel Morales. Ya de madrugada, los supervivientes de Loma Redonda y los de
Sidi Ali se retiran sobre el Zoco llegando al campamento a la 01:45, tan solo
una hora y media antes de iniciarse la retirada a zona francesa. De la tropa
que se hallaba en esta última posición se pudieron acoger al Zoco: el sargento
José Lay, un tambor, 26 soldados y el capitán Pedro Prats herido en el cuello,
muriendo en el repliegue un teniente. En el último momento se les unió la
guarnición de Ben Hiddur quienes, al mando del teniente Manuel Alfonso Crespo,
se habían encargado de reenviar los heliogramas que a través de la óptica habían
lanzado los defensores de Haf. De los 30
soldados de la 2ª sección de la 1ª Compañía del II Batallón que se hallaban en
Ben Hiddur pudieron salvarse 8 hombres.
En la
posición más alejada del Zoco, en Tazarut, también sufrieron muchas horas sometidos
a continuos ataques. El regimiento de África tenía destacada una sección de la
6ª Compañía del 1er Batallón que tenía el resto de sus fuerzas en Loma Redonda.
Al mando de la infantería se hallaba el alférez Dueñas Sánchez, mientras que la
artillería y el mando de la posición lo ostentaba el teniente Elías Bernal.
Tazarut resistió ataques a partir del día 23 y desde entonces estuvo
solicitando a la cabecera todo tipo de auxilios. Desconozco por qué no se les
ordenó el repliegue al Zoco, lo cierto es que en las relaciones de
supervivientes del regimiento no aparece ninguno que se hallara destacado en
Tazarut. Cuando en la madrugada del 25 se retiraba la columna móvil de García
Esteban, envueltos por la niebla, pasaron cerca de Tazarut sin que, aparentemente,
Bernal y Dueñas fueran advertidos de ello.
La
retirada de la columna acabó de manera sangrienta y los supervivientes fueron
repatriados desde Orán y llegaron a Melilla el 9 de agosto a bordo del Bellver. Dejo para otro momento analizar
detenidamente el resultado del repliegue de la columna móvil. Según la
documentación del regimiento solo escaparon con vida 441 hombres de los casi
1500 que se hallaban repartidos por la circunscripción.
Gregorio Jiménez Delgado. Superviviente 5ª Cia/IBon. |
Epílogo
En
febrero de 1922 se reconquistó Dar Drius y partiendo desde el antiguo
campamento las columnas españolas recorrieron las antiguas posiciones perdidas
en 1921. Una potente columna móvil al mando del general Federico Berenguer
partió desde Drius el 4 de marzo con el objetivo de avanzar y reconocer el
valle de Sidi Ali. Componían la
columna fuerzas de Regulares y del
Tercio, batallones de los regimientos de Pavía, Segovia y Gerona, fuerzas del 6º
ligero de ingenieros, una compañía de intendencia y varias ambulancias
sanitarias. Nada que ver, como se puede comprobar, con las tres columnas móviles
de las que disponía Fernández Silvestre en 1921. Sin contratiempos ni resistencia avanzaron
hasta alcanzar las posiciones perdidas durante el Desastre. Las tropas de Regulares fueron las encargadas
de entrar en Haf casi diez meses después de su aniquilación. Los rifeños habían
transformado gran parte de la posición y habían convertido una parte en
vivienda y corrales de ganado. Pero lo que sin duda sorprendió a Berenguer
y sus hombres fue no localizar ningún cadáver a pesar de que tenían constancia
de que la resistencia había sido encarnizada. Tan solo encontraron algunos
uniformes de artilleros y en el interior de una casa tres cierres de los
cañones del teniente Corominas. Quién enterró los restos de los defensores será
algo que nunca sabremos, solo nos queda el consuelo de saber que 91 años después
aún recordamos su sacrificio.
Los
testigos
En el juicio contradictorio del capitán Rodríguez Chacel
declararon en total 15 oficiales y un soldado, lo que suponía la práctica
totalidad de los oficiales supervivientes de la columna del Zoco -se pudieron
salvar 18 jefes y oficiales- exceptuando al veterinario Montero, el capitán
Aguilera Maurici, el teniente García Gómez y el alférez Falcó Corbacho. El
resto de los mandos prestó declaración empezando por el teniente coronel
Saturio García Esteban (2-10-1865), veterano de muchas campañas desde su ingreso
como soldado en 1885, retirado tras ascender a coronel, y a quien se le negó el
ascenso que había solicitado a general de brigada honorífico. El promotor y
principal testigo en el juicio contradictorio fue Francisco Alonso Estringana,
quien continuó en la policía indígena hasta su ascenso a comandante en 1925.
Poseía la Cruz
de María Cristina y era un oficial experto y bien considerado entre los mandos,
como queda claro en la famosa carta que el teniente coronel Fernández Tamarit
escribió al general Fernández Silvestre, en la que enumeraba y denunciaba los
excesos de una parte de la oficialidad de la policía. En 1936, siendo teniente
coronel, se hallaba disponible en la 1ª región militar, y por lo visto
comprometido con el alzamiento aunque no tuviera mando directo sobre tropa. En
algunas fuentes se cita que fue fusilado, pero parece que en realidad fue
detenido, sin estar en condiciones de dar más datos ya que posteriormente
pierdo su pista.
Capitán Francisco Alonso Estringana |
El médico Miguel Palacios, quien atendió a los heridos de
Haf, ascendió a capitán en 1925 y en ese empleo le sorprendió el golpe de
estado mientras estaba destinado en el parque central de sanidad militar en
Madrid. Con anterioridad había conspirado contra la dictadura de Primo de
Rivera, y posteriormente entabló estrecho contacto con miembros de la CNT y fundó la Unión Militar
Antifascista. Durante la contienda estuvo al frente de la 39ª Brigada Mixta y
del XVI Cuerpo de ejército de Levante. Tras la guerra fue represaliado y sufrió prisión. El tercer
oficial de la mía del capitán Alonso, el joven alférez Víctor Sanmartín Molinero, pasó posteriormente a la Guardia Civil. En 1936 se hallaba en Toledo enfermo, fue detenido por milicias republicanas y fusilado siendo capitán.
Pedro Prats García (1-1-1893), jefe de la 1ª Compañía del II
Batallón, continuó en Marruecos y pasó por diferentes unidades de regulares. En
julio de 1936 era comandante en el Grupo de Regulares de Larache al mando del
teniente coronel Luis Romero Basart. Prats se negó a sublevarse, por lo que fue
detenido y posteriormente dado de baja por desafecto. Idéntica suerte corrió el
capitán Pedro Moreno Muñoz (13-7-1895) de la 2ª Compañía del 1er Batallón,
destinado en 1936 en el juzgado de Causa de Madrid, quien también se negó a
sublevarse siendo por ello apartado del servicio activo. Manuel Gil Rodríguez
(5ª Compañía del 1er Batallón) era el oficial más antiguo en la cadena de mando
tras el teniente coronel; ascendió a comandante en 1923 y con este empleo se
retiró del ejército acogiéndose a las leyes de Azaña.
Alférez Ildefonso Ruiz-Tapiador 1901-1990 |
Entre los tenientes quisiera destacar al veterinario José
Montero Montero (Córdoba 21- 2-1895. 21-11-1941), ya que su testimonio
en la investigación de Picasso fue relevante y muy esclarecedor. Montero se
licenció en Veterinaria por la Universidad de Córdoba y en 1919 opositó al
cuerpo de veterinaria militar obteniendo el número 2 de la promoción. Tras un
breve paso por el 3er regimiento de artillería pesada, recaló en el 14º de
caballería donde ya ostentaba el empleo de veterinario 2º y permaneció
destinado hasta febrero de 1923. Posteriormente volvió al protectorado; en 1926
se hallaba en las intervenciones militares de Tetuán, y en 1928 en la Mehal.la
Jalifiana de Yebala. Ya durante la República ascendió a veterinario 1º. En
1936, según reza en el anuario, se hallaba disponible en Huelva aunque con
posterioridad sirvió en el cuartel general en Burgos. José Montero falleció en
Córdoba a la edad de 46 años; en 1929 había contraído matrimonio con Marina
García Natera y habían sido padres de cuatro hijos.
El joven alférez Ildefonso Ruiz-Tapiador Guadalupe (Orgaz,
Toledo 31-7-1921), aún no había cumplido los veinte años cuando se hallaba al
frente de la posición de Dar Azugaj que guarnecía una sección de la 6ª Compañía
del II Batallón. El día que cumplía 20 años fue recluido junto al artillero
Silveiro (superviviente de Haf) en el Pozo número 2, de donde pudieron escapar
el 5 de agosto internándose en zona francesa. En 1936, siendo capitán, se
hallaba destinado en el regimiento de infantería de San Quintín en Valladolid.
El regimiento al completo -a excepción de un alférez- se sublevó y formando
parte de la columna del coronel Serrador se dirigió al Alto de los Leones. En
los duros combates que allí se originaron fue herido de tal gravedad que
incluso fue dado por muerto. Desde entonces, y debido a las secuelas físicas
que le quedaron, pasó al cuerpo de inválidos y durante la guerra ejerció de
profesor en la Academia
de Infantería de Toledo. Fue autor de varios libros de enseñanza militar y
continuó en el ejército donde llegó a ostentar el empleo de general de brigada
en 1959. Ruiz Tapiador falleció en Madrid el 9 de septiembre de 1990.
Oficiales supervivientes del regimiento de África 68 |
Compañero de promoción de Ildefonso era el entonces alférez
Bernardino Bocinos Alonso-Villaverde perteneciente a la 1ª del 1º. Sirvió
muchos años en el antiguo protectorado y se convirtió en un experto interventor
y autor de varios libros tanto de temática legislativa como de las
intervenciones militares. En julio de 1936 se hallaba destinado en la
intervención del Rif en Beni Hadifa. Tras su ascenso a comandante fue designado
comandante militar de Plasencia y en 1956, siendo coronel, fue jefe del
regimiento del Príncipe, el mismo que con otra denominación mandó en julio de
1936 el coronel Tulio López Ruiz, ayudante del general Fernández Silvestre en
1921.
Daniel Herrera Merino 1894-1936 |
De todos los testigos los que padecieron de forma más
trágica la guerra civil fueron, sin duda, el teniente Daniel Herrera Merino y
el alférez Eduardo Navarro Chacón, ambos de la compañía de ametralladoras del
2º Batallón que tenía al capitán ausente. Herrera, jefe accidental de la
compañía, era al estallar la sublevación en 1936 capitán de infantería en el
regimiento de Simancas de guarnición en Gijón. La unidad al mando del coronel
Pinilla se sublevó íntegramente y permaneció en el cuartel hasta el 21 de
agosto, fecha en que las milicias republicanas lograron romper el cerco y tomar
el cuartel. Entre los muertos se hallaba el capitán Herrera Merino. A su madre,
Mercedes Merino Martínez, le concedieron en noviembre de 1938 la Medalla de Sufrimientos y al fallecido capitán el ascenso por méritos de guerra.
Por su parte, Eduardo Navarro Chacón (24-5-1898), que al
producirse la sublevación era también capitán en el batallón de ametralladoras
nº 2 en Almería, se sublevó, por lo que posteriormente fue detenido y conducido
a Cartagena donde sería confinado en el buque prisión España 3. El 14 de agosto
el buque partió de Cartagena y una vez hubo abandonado la bahía hicieron subir
a cubierta a los 152 prisioneros que serían ejecutados arrojándolos al mar con
pesos en los pies, en uno de los más lamentables episodios de la República en guerra.
Mejor suerte corrieron, aunque también sufrieron los rigores
de la guerra, los tenientes Luis Muñoz Bertet y Manuel Alfonso Crespo. El
primero, quien se reveló contra la decisión de su teniente coronel de no
auxiliar a los defensores de Haf, pasó poco después de Annual a la Guardia Civil y en
1936 era capitán en la
Comandancia de Castellón. Fue retirado por desafecto por el
gobierno republicano en 1938 y. tras finalizar la contienda, también dado de
baja por el gobierno de Franco. Fijó su residencia en Valencia, de donde no
tengo más noticias porque pierdo su pista. El teniente Manuel Alfonso Crespo,
comandante del puesto de Ben Hiddur y encargado de transmitir por óptica los
mensajes que enviaban desde Haf, pasó al cuerpo de Carabineros. La guerra le
sorprendió en Valencia donde se mantuvo fiel al gobierno de la República siendo
capitán. Tras finalizar la guerra, fue también apartado por la ley Varela que
impedía continuar en el cuerpo a aquellos carabineros y guardias civiles que
habían servido en zona republicana.
Bibliografía
Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50, nº 1 y 6. 1ª
Pieza de la Información gubernativa instruida por el General de División Juan
Picasso González (Expediente Picasso). Páginas 1714 a 1735, información
enviada por el regimiento de infantería África 68.
Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50, nº 38 y 39. 1ª
Pieza de la Información gubernativa instruida por el General de División Juan
Picasso González (Expediente Picasso). Parte escrito por el teniente coronel
García Esteban.
Diario
oficial del Ministerio de la Guerra. 13-07-1926
DO nº 154
Santiago
Domínguez Llosa. Zoco del T’Latza, el otro desastre. Revista de historia
militar.
Juan
Pando Despierto. Historia Secreta de Annual. Ediciones Temas de Hoy. Madrid 199
Coronel
Garate Córdoba. España en sus Héroes. Editorial Ornigraf, Madrid 1969.
La Correspondencia
de España. Viernes 24 de marzo de 1922.
Declaración
del veterinario José Montero Montero y fotografía del mismo enviada por su nieto Ignacio Montero
Ruiz a quien agradezco la confianza.
La
fotografía de Gregorio Jiménez Delgado enviada por la familia a quien agradezco
la confianza.
Fotografía
del general Ildefonso Ruiz-Tapiador extraída de http://villadeorgaz.es/orgaz-personajes-ruiz-tapiador.html.
Fotografía
de Francisco Alonso Estringana, obtenida del foro Desastre de Annual. Fue
realizada el 21-06-1920 y donada por Gracia González de las Cuevas.
La
fotografía de Arreyen Lao fue donada por Santiago Domínguez Llosa en el foro
Desastre de Annual.
La
fotografía de Ernesto Rodríguez Chacel esta extraída del libro de Antonio
Carrasco García “Las imágenes del Desastre”. Editorial Almena, Madrid 1999.
Gracias, muchas gracias por este relato.A ellos y a tantos que se les ha pagado su sufrimiento con el mayor de los olvidos,se les puede dedicar la frase que Pericles dedicó a los atenienses muertos en la guerra del Pelponeso :"Aquellos hombres en la lucha, juzgaron más honroso mantenerse firmes y sufrir la muerte, que ceder y salvar sus vidas" y solo eso ya merece el mejor de nuestros homenajes: nuestro recuerdo emocionado.
ResponderEliminarGracias de nuevo
Muchas felicidades y que cabalguen en paz.
ResponderEliminarRespeto a la memoria siempre
ResponderEliminarLeyendo estaba el libro de Leguineche cuando he visto un nombre que me ha interesado: Antonio Serrano, heroe de Monte Arruit...Cual no es mi sorpresa encontrarme este blog.
ResponderEliminarUn saludo
Por fin me he enterado del lugar donde cayó mi tío-abuelo, el teniente García Ovies, asturiano de Avilés, cuya fotografía he visto desde siempre presidir el salón de casa de mi madre. Héroe de Haf, así nos lo habían recordado siempre: pistola en mano, al frente de sus hombres hasta el final. Me complace mucho el relato de ustedes y les felicito por su exhaustividad y erudición. Tengo una copia de esa foto del teniente; si fuera de su interés, no tendría problema en hacérsela llegar. Un cordial saludo
ResponderEliminarHola Luisfe. Muchas gracias por visitar el blog. Sería estupendo poder tener una imagen de Manuel. Hace tiempo una familia me remitió un cuaderno de dibujos de 1915 perteneciente a un cadete de la academia de inafantería, uno de los bocetos lo dibujo su tio-abuelo. Le dejo mi mail y también puedo enviarle la reseña que sobre Manuel aparece en el libro de oro de la infantería.
ResponderEliminarUn saludo cordial
sanchez_reg@hotmail.com
Buenos días, Javier: Desde que me enteré de que un tío-abuelo mío "desapareció" en el Desastre de Annual no he dejado de leer todo lo que ha caído en mis manos acerca de tal desastre. Unas cosas llevan a la otra y así di con este espléndido blog del que ignoro si sigue teniendo continuidad. Por si acaso y deseando que así sea, quisiera saber si en algún lugar existe relación de bajas, muertos o desaparecidos de soldados. Lo único que sé acerca de ese tío-abuelo es que se llamaba Bruno Francisco Serrano Ancos, era natural de Toledo y formó parte del Regimiento África 68. Tengo un documento de un alto cargo militar (lamento no recordar en este momento su nombre) en el que dice "que el soldado... se encuentra en paradero desconocido" en respuesta a la pregunta que le debió hacer mi bisabuelo León Serrano (padre del soldado). Si se me dice cómo, podría hacerle llegar una fotocopia de dicho documento.
ResponderEliminarReciba un saludo de Juan Antonio Díaz Gutiérrez (Toledo).
Muchísimas gracias por tu trabajo...una honra para ellos y enseñanzas para nosotros
ResponderEliminarTengo amigos de apellido Salama en Melilla, pero son judíos. Es una familia muy conocida a la que me une una gran amistad desde mi infancia. Me llama la atención que un cristiano tenga ese apellido netamente judío y rifeño. Les he preguntado y no tienen noticia de nadie de la familia en Annual. ¿Tiene alguna información más sobre su filiación? Gracias.
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