Artículo publicado en la revista Trápana en enero de 2018. Editada por
la Asociación de Estudios Melillenses a cuyos miembros y simpatizantes dedico
esta investigación.
No cabe duda de que entre todos
los personajes que forman parte de la historia del Desastre de Annual despunta
la figura de Gabriel de Morales Mendigutía. Notable arabista, escritor,
historiador y académico, diplomado de Estado Mayor y oficial de valor
acreditado. Africanista en su mejor acepción tras 22 años de servicio en el
protectorado y experto conductor de tropas indígenas, cuyo idioma dominaba a la
perfección. El coronel Morales fue un pilar básico del ejército de Fernández
Silvestre, su cordura y acertada visión sirvió en muchas ocasiones al
comandante general para resolver cuál fue la estrategia a seguir. Ambos,
fallecieron el 22 de julio aunque al prestigioso coronel se le pudo dar
sepultura, su cuerpo fue el único que Abd el Krim consintió en devolver.
Dividiré el relato de los últimos
momentos de su vida en tres tramos. El primero comprende la distancia que media
entre el campamento de Annual y la posición de Izumar. El segundo, desde la
cumbre del desfiladero de Izumar hasta el puente de madera, situado en el
camino de Ben Tieb, tras rebasar la posición intermedia B. Finalmente, el
tercer intervalo, que abarca desde el puente hasta el lugar donde murió el
coronel. Debo resaltar que el cálculo de las distancias es aproximado, máxime
teniendo en cuenta que en determinados momentos se desviaron por barrancos para
evitar ser tiroteados. Tras tener acceso a las declaraciones de cuantos
afirmaron haber visto vivo o ya muerto
al coronel no me cabe duda de que el óbito se produjo muy cerca del lugar donde
señalaré. Lejos del campamento de Annual,
donde se inicia esta investigación.
Revista Trápana, 2017 |
Gabriel de Morales y
Mendigutia
Militar, historiador y escritor
nacido en Sancti Spiritus, Cuba, el 12 de diciembre de 1866. Ingresó en el
ejército como alumno de Estado Mayor en septiembre de 1884. Participó en la
guerra de Cuba en 1897. En 1909 siendo comandante tomó parte en la Campaña de
Melilla, fue ascendido a teniente coronel por méritos de guerra. Desarrolló la
mayor parte de su carrera en Marruecos y
en abril de 1919 fue designado jefe de la Subinspección de Tropas y asuntos
Indígenas de Melilla, cargo que ocupó hasta su muerte acaecida el 22 de julio
de 1921. Fue miembro de la Real Academia de la Historia, gran conocedor de la
cultura e idiomas locales y autor de varios libros, entre ellos “Datos para la
historia de Melilla (1497-1909)”. Su indiscutible conocimiento del territorio y
de la idiosincrasia rifeña le valió ser pieza clave en el ejército del general
Manuel Fernández Silvestre. Su cuerpo fue el único que Abd el Krim consintió en
devolver a las autoridades españolas. Desde entonces sus restos reposan en el
panteón de héroes del cementerio de Melilla.
Campamento de Annual, 22 de julio de 1921
Primer tramo, un coronel solo y cabizbajo
Siguiendo los propósitos dictados
por el general Fernández Silvestre, se inicia de mañana la evacuación del
campamento de Annual. Los planes para afrontar la retirada son ordenados por el
general al capitán Emilio Sabaté Sotorra, jefe de Estado Mayor en Annual y uno
de los testigos clave en esta investigación. En aquel momento el coronel
Morales se haya junto al general y su cuartel general compuesto por los
siguientes oficiales: Coronel Francisco Manella Corrales (jefe del campamento),
teniente coronel Enrique Manera (ayudante del general), comandante Juan Pedro
Hernández Olaguibel (secretario del general), capitán Ramón Arce Iradier (ayudante
de Manella), capitán Emilio Sabaté Sotorra, capitán de ingenieros en prácticas
de estado mayor Antonio Valcárcel Gallegos (1) y teniente José Civantos Canis
(Secretario del coronel Morales).
La tienda del general se halla en
el primitivo campamento, también conocido por Ceriñola, junto a la estación de
radio. Al iniciarse la retirada el cuartel general se desplaza junto a la
entrada de la posición, donde se hallaba el emplazamiento de la 2ª batería
ligera. En un lugar próximo, probablemente junto a los caballos, se hallan los
miembros de la escolta montada del general, todos pertenecientes al regimiento
de Alcántara 14 (2). Todos los integrantes de la escolta serían dados por
desaparecidos y por tanto no disponemos de su testimonio, sin embargo, queda
constancia de que hasta el último momento permanecieron junto al comandante
general y su estado mayor. Para ello disponemos de la declaración del asistente
del capitán Emilio Sabaté, Florentino Moreno Martín (3). Su testimonio no deja
lugar a dudas, Silvestre ordena al sargento Ramírez que abandone el campamento
junto a los caballos y parta en dirección a Melilla. Florentino afirmó que
partió junto a sus compañeros dejando en Annual los caballos del capitán Sabaté
y los demás oficiales. Posteriormente abandonaron el campamento pudiendo
alcanzar al regimiento de caballería que en ese momento aún se hallaba
desplegado en la pista donde participaban en la fortificación de una posición
junto al puente de madera sito en la pista de Annual a Ben Tieb. Tras
participar en las cargas del Igan el soldado Moreno fue enviado junto al
alférez Souza y una sección a Zeluán donde tras la capitulación fue hecho
prisionero. Florentino consiguió escapar del cautiverio el 14 de octubre y
logró llegar hasta zona francesa desde donde fue repatriado a Melilla, falleció
en Almiruete (Guadalajara) en 1982.
Para poder tener mejor
conocimiento de estos precisos instantes utilizaré en primer término la
declaración del capitán Sabaté (4) ante el general Picasso y también una carta
que dirigió al coronel de estado mayor Cándido Pardo- fechada el 15 de agosto-
quien a su vez la hizo llegar al rey (5). La carta es mucho más precisa,
extensa y aporta información interesante sobre los últimos momentos en Annual. La
confusión que domina el campamento es tal que Sabaté debe dar las órdenes sin
poder comprobar ni asegurar que se reciban ni mucho menos que fueran cumplidas.
“Tales fueron las órdenes en conjunto, unas oídas personalmente y otras
por indagación, pues en las múltiples misiones que tenía que desempeñar, no
puedo responder, al tener que estar separado del General”
que abandonan el campamento y las que esperan su turno. Sería la última vez que Sabaté vio al comandante general y a sus ayudantes, ya que partió en dirección Izumar cruzando un barranco y solo (6). Refuerza el testimonio del capitán la declaración del teniente José Civantos Canis (7) que se hallaba aún junto al comandante general y el resto de oficiales. El ayudante de Morales observó como Sabaté se alejaba para intentar ordenar la retirada y poco después pidió permiso a su jefe para ir a buscar un caballo ya que el suyo había sido muerto el día anterior. Civantos ya no volvió al lugar del que partió ya que le mataron la nueva cabalgadura, posteriormente resolvió que ya no podía volver al campamento al ser herido levemente. A continuación le cedió un mulo un sargento de artillería con el que consiguió llegar hasta Ben Tieb donde pidió al teniente coronel Primo de Rivera otro caballo con el que pudo alcanzar Dar Drius desde donde en ambulancia fue evacuado, con una herida leve, hasta Tistutin y de allí en tren a Melilla. El teniente consiguió cuatro cabalgaduras, una evacuación en ambulancia y otra en tren hospital el mismo día y habiendo sido herido tan solo levemente.
que abandonan el campamento y las que esperan su turno. Sería la última vez que Sabaté vio al comandante general y a sus ayudantes, ya que partió en dirección Izumar cruzando un barranco y solo (6). Refuerza el testimonio del capitán la declaración del teniente José Civantos Canis (7) que se hallaba aún junto al comandante general y el resto de oficiales. El ayudante de Morales observó como Sabaté se alejaba para intentar ordenar la retirada y poco después pidió permiso a su jefe para ir a buscar un caballo ya que el suyo había sido muerto el día anterior. Civantos ya no volvió al lugar del que partió ya que le mataron la nueva cabalgadura, posteriormente resolvió que ya no podía volver al campamento al ser herido levemente. A continuación le cedió un mulo un sargento de artillería con el que consiguió llegar hasta Ben Tieb donde pidió al teniente coronel Primo de Rivera otro caballo con el que pudo alcanzar Dar Drius desde donde en ambulancia fue evacuado, con una herida leve, hasta Tistutin y de allí en tren a Melilla. El teniente consiguió cuatro cabalgaduras, una evacuación en ambulancia y otra en tren hospital el mismo día y habiendo sido herido tan solo levemente.
Corrobora la afirmación de que
Sabaté no se hallaba junto al general el testimonio que dejo escrito en su
libro el teniente coronel Eduardo Pérez Ortiz. Este, al mando del batallón de
San Fernando, pidió personalmente autorización para partir al propio general al
no hallar a Sabaté (8)
El capitán ya no regresó al lugar del que
partió, en el cruce de los campamentos se encontró con los capitanes de policía
Carrasco y Aguirre a los que instó a reforzar la retirada de los Regulares.
Poco después y viéndose aislado se dirige a un barranco desde donde se llega a
Izumar encontrándose por el camino en primer lugar al alférez de San Fernando
Gabino Díaz Abad al que conoce, su padre (Arturo Díaz Martín) es oficial de
oficinas militares en la Escuela Superior de Guerra. El joven alférez va herido
y Sabaté ordena a su asistente que le ceda el caballo, Díaz conseguirá llegar
hasta Monte Arruit donde morirá el 9 de agosto. Después se encuentra antes de
llegar a la Intermedia C a uno de los supervivientes de Igueriben, no es de
extrañar que el capitán lo conociera ya que el día anterior los había visto
junto a la tienda del general Fernández Silvestre. Sabaté monta a lomos de su
caballo al superviviente y con él se dirige hacia el Izumar.
¿Cuándo se separan Fernández Silvestre y los dos coroneles?, uno de los últimos en verlos con vida y juntos fue el suboficial de Ceriñola Juan García Bernal (5ª Cía. del III batallón) que a las órdenes del teniente Valls de la Torre se halla en el reducto del campamento (9). El teniente Valls decide enviar un hombre para saber que debe hacer, el elegido es el sargento José Montserrat (10). Bajo una lluvia de balas corre el sargento hasta donde se halla el coronel Manella quien le ordena, estando presente el comandante general, que resista hasta que salga el último hombre de la posición. El sargento vuelve al reducto a la carrera y comunica a su oficial la orden, la cumplieron de sobras aguantando hasta que el campamento fue invadido. Los hombres (11) que manda Valls de la Torre fueron los últimos de Annual. Cuando la situación era desesperada y los rifeños ya habían invadido el campamento, abandonan los de Ceriñola el reducto y se dirigen al cruce de caminos de los tres campamentos. Poco después García Bernal, ve a unos 1300 metros de la posición de Annual al comandante general y al grupo de oficiales entre los que se halla el coronel Morales. Después, ya casi nadie los volvería a ver. La declaración del suboficial de Ceriñola sitúa al general lejos de su tienda, pistola en mano y andando tranquilamente el camino entre Annual y la intermedia (se refiere a la posición C). Hacía memoria Bernal y recordaba que le ofrecieron un caballo al general y lo rechazo. Similar testimonio prestó el cabo Demetrio García Jiménez (1ºCía/I Bon Ceriñola) en el sentido de haber visto al general y a los dos coroneles en la puerta principal, saliendo posteriormente junto a ellos hasta llegar al campamento de Regulares donde escuchó al general negarse a aceptar un caballo que le ofrecía un oficial 2º de Policía (12).
¿Cuándo se separan Fernández Silvestre y los dos coroneles?, uno de los últimos en verlos con vida y juntos fue el suboficial de Ceriñola Juan García Bernal (5ª Cía. del III batallón) que a las órdenes del teniente Valls de la Torre se halla en el reducto del campamento (9). El teniente Valls decide enviar un hombre para saber que debe hacer, el elegido es el sargento José Montserrat (10). Bajo una lluvia de balas corre el sargento hasta donde se halla el coronel Manella quien le ordena, estando presente el comandante general, que resista hasta que salga el último hombre de la posición. El sargento vuelve al reducto a la carrera y comunica a su oficial la orden, la cumplieron de sobras aguantando hasta que el campamento fue invadido. Los hombres (11) que manda Valls de la Torre fueron los últimos de Annual. Cuando la situación era desesperada y los rifeños ya habían invadido el campamento, abandonan los de Ceriñola el reducto y se dirigen al cruce de caminos de los tres campamentos. Poco después García Bernal, ve a unos 1300 metros de la posición de Annual al comandante general y al grupo de oficiales entre los que se halla el coronel Morales. Después, ya casi nadie los volvería a ver. La declaración del suboficial de Ceriñola sitúa al general lejos de su tienda, pistola en mano y andando tranquilamente el camino entre Annual y la intermedia (se refiere a la posición C). Hacía memoria Bernal y recordaba que le ofrecieron un caballo al general y lo rechazo. Similar testimonio prestó el cabo Demetrio García Jiménez (1ºCía/I Bon Ceriñola) en el sentido de haber visto al general y a los dos coroneles en la puerta principal, saliendo posteriormente junto a ellos hasta llegar al campamento de Regulares donde escuchó al general negarse a aceptar un caballo que le ofrecía un oficial 2º de Policía (12).
Por tanto,
junto al campamento de Regulares, es
donde los testigos afirman que vieron por última vez al general y a los dos
coroneles. Allí se separan. Francisco Manella continuó la marcha hacia el
desfiladero junto a cocineros, rancheros y algunos rezagados, montaba a caballo.
Morales permaneció algunos momentos más junto al general. El soldado de
ingenieros Antonio Moreno García al evacuar el campamento afirmó haber visto
como se abrazaban el general Fernández Silvestre y el coronel Morales (13).
Testimonio similar prestó el artillero del mixto Pablo Molina Díaz que los vio
juntos, pistola en mano y abandonando el campamento (14). Posteriormente los
siguientes testigos y aunque resulte incomprensible verían al coronel solo y
caminando por la pista en dirección Izumar.
En aquellos momentos la mayoría de unidades
han abandonado Annual, sin embargo aún hay fuerza que no lo ha hecho por
hallarse fuera del campamento. La 11ª Mía de Policía ha llegado el día 20 al campamento, tras
participar el 21 en el intento de convoy a Igueriben se les ordena ocupar unas
casas en la vanguardia de Annual, en dirección Buymeyan. Manda la Mía el
capitán de caballería Gerardo González- Longoria y cuenta con dos oficiales
-los otros dos fueron heridos y evacuados el día 21- y unos 150 hombres, además
de los efectivos de la Harka amiga. El 22 por la mañana recibe el capitán una
orden del comandante Jesús Villar donde le ordenan se mantenga en su puesto y
devuelva varias cajas de municiones. Posteriormente recibe del sargento de
policía Yiamani, la que posiblemente fuese la última orden escrita por el
coronel Morales y que el capitán guardó y entregó al
general Picasso(15):
“Longoria: Nos
vamos a marchar: se da la orden a Dhar Buimeyan para que lo abandone: Le mando
a Yiamani para que le indique el sitio desde el cual podría V. apoyar esta
retirada, aunque supongo que saldrá de aquí alguna fuerza más, ya le enviaré
nuevas instrucciones”.
La orden deja atónito al capitán y a sus dos
oficiales, tenientes Alfredo Martínez Baños y Joaquín D’Harcourt Got. A todos
les resultaba inexplicable una retirada teniendo en cuenta las fuerzas reunidas
en Annual. Poco duró la estupefacción ya que sin tiempo para reaccionar
aparecen un sargento y varios soldados de Ceriñola que han evacuado Buimeyan y narran el ataque a la posición. El
capitán y sus hombres atraviesan el campamento principal, no viendo en primera
instancia cadáveres y encontrando tan solo algunos rezagados. No ven ni al
comandante general ni a sus ayudantes que probablemente ya han muerto pero tras
rebasar el cruce de campamentos se topan con el coronel Morales, que anda “cabizbajo,
abatido y solo”.
Longoria, atónito, al ver a su coronel en tal
estado(16), arenga a sus pocos hombres para que arropen al coronel y ordena a
Martínez Baños que le suba a la grupa de su caballo(17). El oficial (18) le
pide al coronel que suba a la cabalgadura pero este se muestra reticente. “Nada
hacía por salvarse y hasta me estimulaba a salvarme yo”, declaró ante Picasso meses después. El grupo se separó ya que el
peso de los dos oficiales ralentizaba el paso del animal, quedan solos y optan
por seguir monte arriba en dirección al cerro de Izumar. Poco antes de llegar
matan al caballo y se ven obligados a llegar hasta la cima andando y expuestos.
El teniente sitúa este momento en algún punto una vez superada la posición
Intermedia C (19).
En aquel lugar se encuentran con un grupo
entre los que se halla el coronel Manella y algunos hombres de la compañía del
capitán de Ceriñola Morales Tovalina (20). El jefe de Alcántara intenta a todo
trance organizar un último eslabón de defensa que ayudaría a contener a los
atacantes que a esas alturas se hallan cerca de la cola de la columna. Ayudan a
Manella en diferentes momentos, la menguada compañía de Morales Tovalina de
Ceriñola y el comandante de África Andrés Piña. El teniente Baños le pide a
Manella que se haga cargo de Morales, le suba a su caballo y parte en la
creencia de que así será. Manella contesta maquinalmente, ocupado como está en
intentar lo imposible. Tampoco ayudan a entender el momento las declaraciones
de los testigos que en este punto resultan harto confusas. Tanto Martínez Baños
como D’Harcourt partirán por separado, al primero un askari le monta a su
caballo y con él se aleja del peligro consiguiendo llegar hasta Ben Tieb. El
médico, que ha cedido su caballo a un herido se aleja de la guerrilla y se
encuentra poco después a Morales (21). De aquella guerrilla, Manella, Piña,
Morales y algunos soldados, quedan muy pocos testigos. La gran mayoría muere
antes de alcanzar el Izumar (22).
Poco después y antes de coronar el desfiladero, Morales y D’Harcourt se encuentran con el capitán Sabaté, que había sido testigo de los primeros momentos y lo será de los postreros. Los tres junto a un pequeño grupo (23) consiguen llegar hasta las proximidades del asentamiento de la posición de Izumar. Allí se encuentran con el capitán de San Fernando López Vicente y los restos de su compañía (24). Arde el depósito de la abandonada posición y aunque la idea original era hacerse fuerte allí, no queda ya tiempo para defensas a ultranza (25). Por entonces son ya muchos los cadáveres que jalonan un camino donde la salvación es cada vez más difícil. Deciden entonces seguir la pista en dirección a la intermedia B, Morales consiente en que cada uno abandone el lugar por donde crea conveniente. En ese punto quedan solos Morales, Sabaté, D’Harcourt y un pequeño grupo de desconocidos soldados. Por tanto y basándonos en las declaraciones de numerosos testigos el coronel consiguió coronar el Izumar sin tan siquiera resultar herido. En este primer tramo recorrieron aproximadamente 5,4 kilómetros, distancia que separa el centro del campamento de Annual del cruce entre la pista y el camino que conducía a la posición de Izumar.
Poco después y antes de coronar el desfiladero, Morales y D’Harcourt se encuentran con el capitán Sabaté, que había sido testigo de los primeros momentos y lo será de los postreros. Los tres junto a un pequeño grupo (23) consiguen llegar hasta las proximidades del asentamiento de la posición de Izumar. Allí se encuentran con el capitán de San Fernando López Vicente y los restos de su compañía (24). Arde el depósito de la abandonada posición y aunque la idea original era hacerse fuerte allí, no queda ya tiempo para defensas a ultranza (25). Por entonces son ya muchos los cadáveres que jalonan un camino donde la salvación es cada vez más difícil. Deciden entonces seguir la pista en dirección a la intermedia B, Morales consiente en que cada uno abandone el lugar por donde crea conveniente. En ese punto quedan solos Morales, Sabaté, D’Harcourt y un pequeño grupo de desconocidos soldados. Por tanto y basándonos en las declaraciones de numerosos testigos el coronel consiguió coronar el Izumar sin tan siquiera resultar herido. En este primer tramo recorrieron aproximadamente 5,4 kilómetros, distancia que separa el centro del campamento de Annual del cruce entre la pista y el camino que conducía a la posición de Izumar.
Segundo tramo. Una
herida y un juramento
Cubre este segundo tramo la distancia entre
el alto del desfiladero de Izumar y el puente de madera que se había construido
poco antes y estaba situado en el portillo de Beni Assa, entre la Intermedia B
y Yebel Uddia, dirección Melilla. Es el tramo más corto de los tres y medía
alrededor de 2,4
kilómetros, justo hasta llegar a la curva donde
encajonado en un barranco se hallaba el recién construido puente de madera.
Hasta ese momento, según recordaba el médico,
no habían visto demasiado material abandonado, sin embargo antes de llegar a la
Intermedia B comienzan a ser evidentes los efectos de la retirada por la
sinuosa y estrecha pista. Cuerpos y heridos se mezclan con cañones, cajas de
municiones y todo tipo de pertrechos y en ese estado llegan hasta las cercanías
del puente (26) donde discurre la peor parte del trayecto.
Ya en ese momento el coronel era consciente
de la dificultad que significaría poder franquear la distancia que mediaba
hasta llegar a Ben Tieb (quedaban aproximadamente 11 kilómetros). A
Sabaté le comentó que todo era inútil, por haberse rezagado de la columna y que
lo único que cabía era hacer el mayor daño posible al enemigo y seguir avanzado
resueltamente para conseguir por lo menos que se salvase alguno. Pero ante todo le preocupaba caer con vida en
manos de los rifeños. Sabaté y D’Harcourt se han quedado sin municiones en sus
pistolas y recogen dos fusiles abandonados. Antes de llegar a la intermedia B
el coronel sabedor del peligro y temeroso de caer mal herido en manos del
enemigo pide a los dos oficiales que se juramenten para que en caso de ser
malheridos se rematen entre ellos. Duro trance para los dos jóvenes oficiales
que aún así dan su palabra a Morales, tal vez sin ser
conscientes de la dificultad que entrañaría cumplir tal juramento.
Señalado en rojo, teniente médico Joaquín D'Harcourt Got (1896-1970) |
En aquellos momentos cerca de donde se
hallan, resisten todavía los hombres del
capitán Miguel Pérez García que guarnecen la intermedia B(27). En aquel momento
son los únicos que aguantan ya que la columna de Annual está a punto de llegar
a Ben Tieb. El haberse acogido al amparo de esta posición no hubiera librado al
coronel y a sus acompañantes. Los defensores de la intermedia abandonaron la
posición tras morir el capitán intentando llegar a Yebel Uddia. De los cien
hombres que formaban su guarnición tan solo sobrevivieron los soldados Manuel Reyes Bernal y José Chao
Saavedra que serían capturados (28).
El reducido grupo de Morales divide sus
fuerzas para poder afrontar este tramo en el que son duramente hostilizados. De
los márgenes del camino se ocupan los dos oficiales mientras que Morales
transita por el centro de la pista. Al llegar al puente de madera recibe el
coronel un disparo en un muslo, la herida no es mortal pero desde ese momento
el coronel no vuelve a poner pie en tierra, las posibilidades de llegar a Ben
Tieb se desvanecen por segundos.
Prueba de la dificultad que supuso atravesar
este segundo tramo constituye el testimonio del teniente coronel Pérez Ortiz
(29).
“El
camino, el fondo del barranco, los ribazos están sembrados de cajas de
municiones, bastes, ruedas y piezas de montaña. Ametralladoras, fusiles
partidos, cubas mantas, equipos y
camillas. El cuadro es tristemente grandioso, dantesco y horrible, el que caiga
estará perdido porque no habrá quien le auxilie”
Horas antes de aquel momento, una columna al
mando del teniente coronel Primo de Rivera y formada por los escuadrones de
Alcántara, tres compañías de Ceriñola, una de ingenieros y servicios han
partido de Ben Tieb con el objetivo de situar una nueva posición en las
cercanías del puente de madera, en el portillo de Beni Assa. La idea había
partido del capitán Fortea de la Policía Indígena, fue supervisada por el
coronel Morales y aprobada por el general Fernández Silvestre. Mientras los
ingenieros fortifican la nueva posición se produce la retirada de Annual que
conllevaría que los trabajos fuesen suspendidos. Una parte de la columna
consigue regresar a su punto de partida en Ben Tieb siguiendo el camino
principal. Otros no tienen más remedio
que retirarse siguiendo el curso de los barrancos existentes junto al puente
que tendido sobre una torrentera corta el camino. Estos, la mayoría del
regimiento de Ceriñola y algunos
ingenieros, serían los siguientes en ver con vida al coronel Morales (30). La
comitiva del coronel supera por tanto el segundo tramo de su retirada. Ben Tieb
se halla a pocos kilómetros. A partir de este punto el camino que discurre
encajonado entre barrancos y zigzagueando se convierte en más llevadero.
Tercer tramo, muere
el coronel
Honorato Hernando (31) nunca había entrado en combate pero sabía lo
que se esperaba de un oficial en esas circunstancias y supo conducir a sus
hombres hasta que una bala rifeña le dejó sin vida junto a la pista. Poco antes
formando parte de la 6ª compañía del tercer batallón de Ceriñola se hallaba
junto a sus hombres instalando la nueva posición. Sin finalizar la
fortificación reciben la orden de abandonar los trabajos y retirarse hacia Ben
Tieb. La sección de Hernando no se dirige hacia el puente de madera sino que
cruzando barrancos logra alcanzar la pista más allá del puente, a la derecha
del camino en dirección Melilla. Al alcanzar el camino divisan a un pequeño
grupo que avanza por delante, por los uniformes saben que son españoles.
El teniente saca su silbato reglamentario y
pita varias veces sin que observe que nadie le preste atención y decide enviar
al sargento Juan González de Mendoza (32). A la carrera el sargento llega hasta
la altura del grupo y consigue que se paren y esperen a que se incorpore la
sección de Ceriñola. González reconoce al coronel y a sus dos acompañantes pero
no al resto de soldados que los acompañaban, algunos iban heridos recordó ante
Picasso. D’Harcourt recordaba el encuentro perfectamente y también que la sección
se defendía ordenadamente bajo la supervisión del teniente Hernando. Al llegar
a la altura del coronel, el joven oficial se cuadra y el jefe de policía les
conmina a unirse a ellos, según el testimonio del sargento González el coronel
iba a caballo y herido en una pierna lo que concuerda con la declaración de
D’Harcourt y Sabaté.
Teniente Honorato Hernando Romero (1900-1921) |
La sección de Ceriñola la formaban tan solo
unos 20 o 25 hombres, el teniente Hernando, los sargentos José Lafuente Mayo
(33) y González de Mendoza los soldados Serafín Aparicio Moreno (34) y otros de
nombre desconocido. El grupo del coronel Morales estaba formado por unos veinte
individuos de diferentes cuerpos, entre ellos se hallaba Pedro de Dios Serrano,
de la 3ª compañía de zapadores (35) que hasta hace poco fortificaba la nueva
posición. Las posibilidades de defenderse y poder llegar hasta Ben Tieb se
incrementaban.
Se despliega
la guerrilla defendiendo ambos lados de la pista, el soldado de Ceriñola
Serafín Aparicio permanece junto a su teniente, es un reconocido tirador. El
coronel a caballo circula en el centro de la comitiva. Al poco de unirse ambos
grupos Sabaté divisa un poblado cercano y ordena que la tropa se despliegue. Es
en este momento cuando según todos los testigos se produce la muerte del
coronel.
Según el capitán, el disparo se produjo desde
una casa distante 20 pasos del camino. Lo sostuvieron unos momentos mientras
que Morales les conminaba a cumplir su palabra y pedía ser rematado.
Posteriormente tuvieron que dejarlo unos momentos para hacer frente al fuego
que recibían y diez minutos después falleció, la muerte la confirmo el médico
tras tomarle el pulso. Consecutivamente los supervivientes continuaron la
marcha y Sabaté resultó herido en una pierna, el capitán sitúa el momento poco
antes de llegar al cruce que conduce al Morabo de Sidi Mohamed.
El teniente D’Harcourt que acompaña a Morales
desde hace kilómetros lleva de la mano el caballo del coronel que herido no
puede manejar las bridas. Desde una higuera cercana suena un disparo que hiere
al coronel mortalmente en el hígado. Lo baja del caballo y sabedor mejor que
nadie de la gravedad de la herida se dispone a cumplir su palabra. Levanta el
fusil y lo acerca a la sien del coronel, circunstancia que horroriza al capitán
Sabaté, y finalmente desiste de disparar sobre el coronel. El médico
testificaría (36) que la herida era mortal de necesidad y el pulso tan débil
que poco después falleció. Sufrió una tremenda hemorragia. Tras fallecer el
coronel se reúnen los tres oficiales, la situación es dramática y son atacados
desde ambos lados del camino, el trance fue tan apurado que hasta pensaron en
suicidarse (37). Finalmente optan por ascender un barranco próximo (tendrían
hasta que trepar para salvar la pendiente), en los momentos posteriores sitúan
Sabaté y D’Harcourt la muerte del joven teniente Hernando y varios soldados. En
las declaraciones de ambos oficiales se citan como supervivientes al soldado de
Alcántara Vicente Gómez, asistente de Sabaté,
a un suboficial de San Fernando, un sargento de ingenieros y un soldado
de intendencia todos ellos de nombre y paradero desconocido. Ileso también
resultó el soldado Serafín Aparicio que a sus hombros cargó a sus compañeros
hasta Ben Tieb.
Señalado en rojo Serafín Aparicio Moreno, cabo del regimiento Ceriñola 42. Fotografía cedida por su hija Carmen Aparicio Bermúdez.
|
José Lafuente declaró que la descarga alcanzó
de lleno al coronel que quedo abrazado al cuello del caballo pidiendo que le
remataran. Instantes después cayó al suelo mientras seguían sonando
detonaciones, una de las cuales mato al caballo que montaba el coronel. Sitúa
el lugar a unos ocho kilómetros de Ben Tieb. Nada se pudo hacer con el cadáver
ya que el único caballo había sido abatido.
Similar testimonio prestó González de Mendoza
con la salvedad de que sitúa el disparo que mato al coronel a 50 metros y a la derecha del camino (en el sentido de la
marcha). Emplaza el lugar en una cuesta tras la cual se podía divisar Ben Tieb.
Afirmó igualmente que el coronel demandó ser rematado y que poco después murió.
Los dos sargentos y el capitán Sabaté fueron heridos.
El soldado Pedro de Dios afirmó haber visto
morir a Morales aunque no aporta en su entrevista más detalles que el óbito se
produjo más allá del puente de madera, junto a un regato. Posteriormente sería
capturado permaneciendo cautivo hasta febrero de 1923.
Finalmente, Serafín Aparicio, que no prestó
declaración en el expediente Picasso, afirmo al ser entrevistado (38) que el
disparo provino de una arboleda cercana. Relata después el posterior
contraataque y también que herido el capitán Sabaté lo cargó a sus espaldas
hasta llegar a Ben Tieb de donde serian evacuados.
Tanto Sabaté como D’Harcourt y González de
Mendoza resultarían heridos por impacto de bala mientras que Lafuente se
fracturó el brazo. Todos conseguirían llegar a Ben Tieb y posteriormente se les
evacuaría a Melilla. El soldado Aparicio por el contrario quedo en Dar Drius de
donde se retiraría con la columna del general Navarro el día 23. En el
repliegue fue apresado y conducido a Tafersit. De allí conseguiría escapar y
tras una odisea de siete días escondido y alimentándose de raíces consiguió
llegar herido y exhausto al Zoco del Hach. Tras ser curado en Melilla, recibió
un balazo en una pierna, fue evacuado a Málaga y en el tren hospital a Sevilla.
Si relacionamos los testimonios de los
últimos en ver con vida a Morales se deduciría lo siguiente. El coronel fue
muerto en la pista, tras pasar el puente de madera a una distancia aproximada
de 7 a 8 kilómetros de Ben Tieb. Coincidiendo el
terreno con la ubicación a la derecha (en el sentido de la marcha) de la
posición de Yebel Uddia y poco antes de llegar al cruce que a la izquierda
parte hacia la elevación donde se hallaba el Morabo de Sidi Mohamed. No se
puede afirmar con rotundidad si el disparo procedió de la derecha o de la
izquierda del camino. Allí quedó su cuerpo que días después sería localizado por
prisioneros españoles.
La distancia que recorrieron en este tramo es
la más difícil de calcular, por ello situaremos el lugar de la muerte, tal y
como se afirma en las declaraciones, antes de llegar al cruce que llevaba a la
posición del Morabo de Sidi Mohamed. Desde el cruce hasta Ben Tieb mediaban
entre 6,5 y 9,5
kilómetros en función de que transitasen por el camino
viejo (más corto) o el nuevo. Si tenemos en cuenta que hasta el momento de la
muerte habían recorrido 13,3
kilómetros (aproximadamente) y sumamos a esta cantidad
los 6,5 que quedaban por el camino viejo nos aproximamos mucho a la distancia
que mediaba entre Annual y Ben Tieb, unos 19 kilómetros.
El cuerpo del
coronel
Ninguno de los testigos indica en sus
declaraciones la hora de la muerte del coronel. La única referencia sería la
hora aproximada en la que llegaron a Ben Tieb los pocos supervivientes del
grupo. Estos afirman que al llegar estaban evacuando la posición las tropas de
guarnición. Según los sargentos Lafuente y González Mendoza tan solo estaban
presentes el capitán Lobo y algunos hombres incendiando los depósitos. El
capitán Lobo cedería su caballo al sargento González que herido no podía
caminar. Según declaró D’Harcourt llegaron a Ben Tieb a las 17 horas (39). No
sería desatinado pensar por tanto que la muerte del coronel se produjo como
mínimo una hora antes, entre las 15 y las 16 horas.
Desde aquel momento el cuerpo permanecería a
la intemperie hasta el jueves 28, seis días después del fallecimiento. Los
restos del coronel serían reconocidos sin ningún género de duda por el cabo de
Policía Indígena Luis Pichoto Sánchez (40).
Carretera Ben Tieb-Annual. Al final de la recta es donde los testigos sitúan aproximadamente la muerte del coronel Morales. Desde este punto a Ben Tieb median de 7 a 8 kilómetros.
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El cabo Pichoto se hallaba en Annual desde el
día 19 cuando su Mía (41) llego al campamento de Annual. El día 22 fue
capturado al retirarse de Annual, en las inmediaciones de la posición
Intermedia C. Ese mismo día y junto a un grupo de prisioneros quedaron
confinados en Annual. En los días posteriores los prisioneros españoles fueron
utilizados como enterradores. Recordaba Pichoto al ser entrevistado(42) el
estado en el que encontraban los restos de sus compañeros. “En todas
partes se veían muertos, muchos muertos. En las caras violáceas de aquellos
desdichados estaba estampado el sello horripilante de la tragedia. Los cadáveres de nuestros
compatriotas estaban mutilados horriblemente”.
El jueves 28 partieron en dirección Ben Tieb
y en la pista encontró el cadáver del coronel que presentaba evidentes síntomas
de descomposición. Para poder conservarlo lo envolvieron entre yerbas y lo
trasladaron de nuevo al campamento de Annual. El lugar donde estaba el cuerpo
debía ser conocido para los rifeños ya que Pichoto afirma haber partido de
Annual con la intención expresa de recuperar el cuerpo del coronel.
La orden por tanto, partió del propio Abd el
Krim (43) aunque en las negociaciones intervino activamente Driss Ben Said (44).
Este se hallaba el día 22 en Alhucemas negociando con Abd el Krim la
explotación de yacimientos mineros en Beni Urriaguel. Enterado de los sucesos
de Annual se traslado inmediatamente a Melilla y se ofreció como intermediario
ante el Caíd rifeño (45). Las gestiones de Driss consiguieron además de
retornar el cuerpo de Morales, localizar los restos de algunos defensores de
Sidi Dris (46) y evacuar a Melilla una pequeña expedición de heridos, niños y
mujeres que estaban en poder de Abd el Krim. Se publicaron asimismo
informaciones en el sentido de que Abd el Krim había escrito al coronel José
Riquelme, en la misiva se hacía saber el interés del Caíd para entregar el
cuerpo del coronel (47).
Permaneció el cuerpo de Morales en Annual
desde el día 28 hasta el lunes 1 de agosto cuando fue transportado hasta Sidi
Dris. Aquella mañana zarpó de Melilla el cañonero Laya llevando a bordo a Dris
Ben Said, Mohamed Azerkan “Pajarito” y otros dos rifeños. La entrega del cuerpo
del malogrado coronel se había pactado con las autoridades de Alhucemas.
El Laya fondeó horas después en la playa
donde días antes se había producido la desgraciada evacuación de Sidi Dris. En
lo alto ondeaba una bandera blanca junto a otra española. Se ordenó arriar un
bote donde además de la tripulación y los rifeños se transportaba el féretro
que contendría los restos del coronel que reposaban sobre unas parihuelas en la
arena, despojado de su uniforme. Junto a Morales se hallaba Luis Pichoto y
varios soldados prisioneros. Portaba Pichoto una nota escrita por el sargento
Alfonso Basallo dirigida al comandante del Laya, capitán de fragata Francisco
Javier de Salas. El hambre y las enfermedades empezaban
a causar mella entre los prisioneros, solicitaban víveres y algunas medicinas.
Entre marineros y soldados depositaron el cuerpo del coronel en el féretro que
poco después fue conducido a bordo. En la playa, viendo alejarse al Laya
quedaron Pichoto y sus compañeros a los que la tripulación entregó tabaco,
algunos víveres y medicinas. También quedaron en tierra Driss Ben Said (48) y
Pajarito. El primero reconocería días después los restos de su querido amigo
Leopoldo Aguilar de Mera (teniente de infantería y defensor de Sidi Dris),
mientras que el segundo se unió al equipo de gobierno de Abd el Krim de quien
era cuñado, estaba casado con su hermana Rahma.
La expectación en el puerto de Melilla era
enorme aquella tarde, en el muelle de Villanueva se agolpaban familiares,
autoridades, militares y civiles. Del traslado del féretro del cañonero al
muelle se encargó un pelotón de marineros de la Compañía de Mar de Melilla.
En tierra junto al general Fresneda (nuevo
gobernador militar de Melilla), que presidía el duelo, se hallaban Bartolomé de
Morales, capitán de navío y hermano del coronel, y el capitán Teófilo Muro,
casado con una de las hijas de Morales. Junto a ellos el cronista de Melilla
Rafael Fernández de Castro (amigo personal), el coronel Gómez Jordana,
comandante Beigbeder, coronel López Pozas y otras autoridades.
Al desembarcar el féretro fue abierto para comprobar que ciertamente fuera el del coronel. Al destaparlo comprobaron que el rostro estaba muy desfigurado (49) por una herida de arma blanca, a pesar de ello y de la incipiente descomposición pudo finalmente ser reconocido.
Al desembarcar el féretro fue abierto para comprobar que ciertamente fuera el del coronel. Al destaparlo comprobaron que el rostro estaba muy desfigurado (49) por una herida de arma blanca, a pesar de ello y de la incipiente descomposición pudo finalmente ser reconocido.
Desde el muelle el féretro llegó al
cementerio en una carroza de La Siempreviva al que acompañó una multitud.
Portaban las cintas los coroneles
Jiménez Arroyo, Sánchez-Monje, Masaller, López Pozas, teniente coronel Capablanca y el comandante José
Verdú, subordinado en la Policía Indígena y jefe accidental de la unidad en ese
momento. Cerraba la comitiva la banda de música del regimiento de San Fernando
y rindiendo honores el batallón expedicionario del regimiento Tetuán 45 al
mando de su teniente coronel, Félix Molina Parcero. Los restos recibieron
sepultura en el panteón de héroes donde descansan en la actualidad.
En agosto de 1924 se produjeron violentos
combates en las inmediaciones de Afrau, antigua enclave de 1921, las fuerzas
rifeñas sufrieron muchas bajas. La prensa de la época publicó que entre los
muertos se encontraba el Chiuj Mehan Tahar, al que se suponía autor material de
la muerte del coronel Morales en 1921 (50). A pesar de la difusión en muchos
medios no se pudo comprobar que la información fuese fidedigna.
El coronel sería propuesto para recibir la
laureada, a petición de la viuda se abrió juicio contradictorio que le
resultaría adverso y tardíamente sería ascendido a general de brigada por
méritos en junio de 1927. Gran parte de la documentación del jefe de Policía se
perdió durante el Desastre, en Dar Drius disponía de una oficina en la que pasó
muchas noches y que fue saqueada tras la retirada del 23 de julio. Su viuda,
Carmen Moreno de Alcántara, entregó a las autoridades en septiembre de 1921 un
completo estudio geográfico-histórico, político-militar y de la riqueza de la
zona que comprendía la Comandancia General de Melilla (51).
Que fue de los
testigos
Emilio Sabaté fue evacuado a Málaga, en cuyo
hospital militar coincidió con los dos sargentos con quienes consiguió llegar a
Ben Tieb y también con el soldado Serafín Aparicio. Ascendió a comandante a
finales de 1921. Al estallar la guerra civil estaba destinado en el Estado
Mayor Central. Mantuvo una dudosa fidelidad a la República y tras ser herido a
finales de 1936 paso a situación de reemplazo por herido (52) sin tener
relevancia durante el resto de la contienda. A pesar de ello fue condecorado
con la medalla al valor (se concedía por servicios realmente extraordinarios)
en el mes de agosto del mismo año. En 1941 fue retirado del ejército con el
empleo de teniente coronel. Falleció en Madrid el 21 de agosto de 1973.
Joaquín D’Harcourt fue propuesto para recibir
la laureada (por su actuación en los combates en torno a Igueriben, anteriores
a la retirada de Annual) y también juzgado por abandono del cadáver de su jefe.
No se premió su conducta pero tampoco se le condenó. Ascendió a capitán y al
estallar el golpe de estado en 1936 se mantuvo fiel a la República ascendiendo
a comandante, teniente coronel y ocupando relevantes cargos en la sanidad
militar republicana de la cual fue uno de sus máximos representantes. Al
finalizar la guerra se exilió a Francia y posteriormente a México donde
fallecería en 1970 siendo un reputado docente además de presidente del Ateneo
Español de México.
Juan García Bernal (26/03/1881), bravo
suboficial de Ceriñola sería propuesto para recibir la Laureada. Con motivo de
los combates en torno a Igueriben se ofreció voluntario el día 20 para intentar
junto a otros compañeros llevar hasta los sitiados de Igueriben algunas
cantimploras con las que saciar en parte la tortura de la sed. Consiguió reunir
a cincuenta hombres aunque finalmente la iniciativa fue descartada por temeraria.
No se le concedió la Laureada y continuó en el ejército donde había ingresado
en 1897. Se retiró en 1931 siendo alférez de la escala de reserva.
Los dos oficiales de Policía que cedieron su
caballo a Morales siguieron trayectorias opuestas. Gerardo González-Longoria
ascendió comandante y en 1936 mandaba un Tabor de caballería en el Grupo de
Regulares de Ceuta. Combatió toda la guerra en el bando nacionalista y se
retiró del ejército siendo general de brigada. Alfredo Martínez Baños ingresó
en el cuerpo de carabineros y al estallar la guerra era capitán en Cartagena
donde tuvo una destacada actuación conteniendo a los sublevados. Antes de la
guerra se había licenciado en medicina, magisterio y derecho. Durante la
contienda fue ascendido a comandante y teniente coronel siendo el primer
director de la academia de carabineros en Orihuela. En octubre de 1979 el
gobierno, previa petición, le reconoció el grado de coronel de la guardia
civil.
José Lafuente, sargento de Ceriñola, se
recuperó de sus heridas y fue evacuado al hospital de Málaga hasta su total
restablecimiento. Continuó en el ejército hasta 1931, año en el que acogiéndose
a las reformas de Azaña abandonó la vida castrense. Posteriormente ingresó en
la UGT y en la Agrupación socialista de Melilla. Al estallar la sublevación
intentó organizar las milicias socialistas y tuvo que huir a Marruecos. Días
después volvería a Melilla siendo detenido y fusilado el 6 de agosto. Su
compañero Juan González de Mendoza (14/03/1893) continuó en el regimiento, era
sargento desde 1913. Al estallar la guerra civil era teniente del batallón de
Cazadores de Ceuta 7, primera unidad en sublevarse en Melilla y en este bando
permanecería toda la contienda.
El soldado Serafín Aparicio continuó su
servicio militar en Melilla, ascendió a cabo y posteriormente ingresó en el
cuerpo de Carabineros en octubre de 1924. Al finalizar la guerra pasó a la
Guardia Civil donde sirvió hasta su jubilación.
Luis Pichoto Sánchez, cabo de Policía
Indígena, quien encontró el cuerpo de Morales, se casó en Melilla tras ser
liberado del cautiverio e ingresó en el cuerpo de Carabineros. Al estallar la
sublevación era uno de los componentes del puesto de Sa Pobla (Mallorca) que se
negaron a unirse a la sublevación. Junto a Luis prestaba servicio Pedro Herrera
Sánchez, uno de los pocos supervivientes de Igueriben. Todos los componentes
del puesto serían detenidos siendo juzgados en Palma de Mallorca. Tres serían
ejecutados y el resto, entre ellos Pichoto y Herrera, condenados a cadena perpetua.
Tras cumplir parte de la condena Luis Pichoto fijó su residencia en Badajoz. En
1981 se le reconocieron sus haberes pasivos, se hubiera retirado en 1949 con el
empleo de guardia 2º.
Driss Ben Said, notable rifeño, continuó
prestando servicios a la autoridades españolas. El 20 de junio de 1923 y
mientras acompañaba a las tropas españolas en Tafersit, cerca de Loma Colorada
recibió un balazo en el torso mientras se hallaba al frente de la Mehal.la. Fue
evacuado a Dar Drius y operado sin que pudiera recuperarse de las graves
heridas, la bala había perforado el hígado y otras vísceras. Su entierro
constituyó una imponente manifestación de duelo siendo presidido por el propio
Comandante General, Martínez Anido (53).
Panteón de héroes, cementerio de Melilla |
Notas
1-Al capitán Valcárcel le ordenó Silvestre partir hacia Izumar y
comunicar a la posición que debían resistir hasta pasar la columna. Según
declaró en 1924 al llegar a la posición ya había sido evacuada y continuó la
marcha en dirección Ben Tieb y Dar Drius.
2-Se trata del sargento jefe de la escolta Luis Ramírez Hernández,
herrador de 2ª José Rozas Valdajo, soldado 1º Antonio Cillero Fresnadillo
(ordenanza del comandante general), soldado 2º Lorenzo Guerrero Moreno
(ordenanza del comandante Hernández), soldado 2º Pedro Pérez López (ordenanza
del coronel Manella) y soldado 2º Cecilio González Angulo (ordenanza del
coronel Morales).
3- Portal de Archivos Españoles (en adelante PARES). Tribunal Supremo
Reservado. Expediente 51.38. Declaración del soldado Florentino Moreno Martín.
Folio 152.
4- PARES. Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50.3. Folios 644r-652v.
5- Biblioteca de Patrimonio Nacional. Pas/766. Intervención del cuerpo
de Estado mayor del ejército en los sucesos de Annual, según carta del capitán
Emilio Sabaté Sotorra.
6- En el cometido de intentar organizar la salida de las tropas ayudan
al capitán Sabaté el veterinario Uliarte y el sargento de sanidad militar José
López García, este sería propuesto para recibir la Laureada. Diario Oficial del
Ministerio de la Guerra Nº 76, 7 de abril de 1926.
7- Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50.8. Folios 1740V-1744r.
8- Eduardo Pérez Ortiz. 18 meses de cautiverio. Editorial Interfolio,
2010. Página 48. Pérez Ortiz solicitó permiso a Silvestre para partir. Lo vio
cejijunto, pero muy sereno, impasible.
9- PARES. Tribunal Supremo Reservado. Expediente 51.38. Folios 129-131.
10- Tribunal Supremo Reservado. Expediente 51.39. Información instruida
por el teniente coronel Manuel Ros sobre la actuación del regimiento de
Ceriñola. Página 30.
11- En la documentación del regimiento (Tribunal Supremo Reservado.
Expediente 51.36) se consigna que formaban la compañía además de Valls de la
Torre, el también teniente Ignacio Vizcaíno Romero y 75 soldados. Algunas
fuentes citan que Vizcaíno no se hallaba en Annual ya que falleció el 9 de agosto en Monte Arruit,
siendo reconocido su cadáver el 3 de
noviembre.
12- Tribunal Supremo Reservado. Expediente 51.39. Información instruida
por el teniente coronel Manuel Ros sobre la actuación del regimiento de
Ceriñola. Página 35.
13- Antonio Moreno García, natural de Alicante. Soldado de la 5ª
compañía de zapadores. Herido en las piernas fue evacuado a Cádiz. La
Correspondencia de España, 15 de septiembre de 1921.
14- Pablo Molina Díaz, natural de Ciempozuelos. Artillero de la 5ª
batería de montaña en Annual. Resultó herido grave en la mano y tras ser
atendido en Melilla fue evacuado a Málaga. Testimonio del artillero en La Libertad, 8 de septiembre de 1921, página
3.
15- Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50.3. Folio497.
16- Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50.3. Declaración del
capitán Gerardo González Longoria. Folios 491r-495v y del mismo expediente
502v-506v.
17- En la declaración de Martínez Baños se consigna que al no disponer
de caballo más que para el capitán y dos ordenanzas se ordena que estos últimos
cedan los suyos al médico y al propio Martínez Baños.
18- Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50.6. Declaración del
teniente Alfredo Martínez Baños. Folios 1233r-1237v.
19- La posición Intermedia C se situó el 20 de julio, formaban su
guarnición 1 compañía de fusiles y otra de ametralladoras del África 68.
Mandaba la fuerza el capitán Marciano González Vallés.
20- Testimonio del teniente Joaquín D’Harcourt Got. Tribunal Supremo
Reservado. Expediente 50.5 Folios 1102r-1108v.
21- Según D’Harcourt el coronel montaba un caballo que le había cedido
un cabo de ingenieros.
22- Testigo presencial de la muerte del coronel Manella fue el soldado
Salvador Sancho Ponce. El soldado Sancho pertenecía a la 1ª Cía. /I Bon. de
Ceriñola y era el cornetín de órdenes del coronel Manella. Según declaró el
coronel falleció de un balazo siendo su cuerpo tapado con un capote por el
propio Sancho. Testimonio del soldado Sancho. Tribunal Supremo Reservado.
Expediente 51.11 folios 3012-3013.
23- Forman el grupo soldados de diferentes unidades. Entre ellos se
halla Ángel De la Cruz de la Cuesta de la 3ª Cía. /I Bon. del San Fernando
(capitán Sabater Gomila). En sus crónicas, publicadas por diferentes periódicos
relata que se hallaban Morales, Sabaté y
el médico Junto a ellos permaneció el coronel hasta llegar al puente de madera.
El Castellano, Diario de información de Toledo, noviembre y diciembre de 1921.
El soldado De la Cruz fue herido y apresado. El 12 de agosto y gracias a las
gestiones de Driss Ben Said y del coronel Silverio Araujo fue devuelto a
Melilla desde Sidi Dris junto a varios soldados y algunos civiles.
24- Jesús López Vicente mandaba la 2ª Cía. /II Bon. del regimiento de
San Fernando destacada en Annual.
25- Todos los testimonios coinciden en la apresurada y desacertada
decisión de abandonar la posición antes de que la columna rebasase totalmente
la cumbre del desfiladero.
26- El puente de madera situado en la pista de Annual fue construido
por la Comandancia de Ingenieros, de la obra se hizo cargo el capitán Antonio
Sarmiento León-Troyano y fue inaugurado en mayo de 1921 por el general Navarro.
27- Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50.2. Folio 374. Formaban la
guarnición el capitán Pérez García,
teniente Soto Conde, alférez López Camiña, 95 soldados de la 6º Cía. /I
Bon. de Ceriñola y cuatro ingenieros telegrafistas.
28- Tribunal Supremo Reservado. Expediente 51.11. Pagina 3026.
Testimonio del soldado José Chao Saavedra. Tribunal Supremo Reservado.
Expediente 51.16, página 4364. Declaración del soldado Antonio Reyes Bernal.
29- Eduardo Pérez Ortiz. 18 Meses de cautiverio. Editorial Interfolio.
Página 52.
30- Las tres compañías de Ceriñola eran la 3ª/II, 1ª/III y 6ª/III. En
total 10 oficiales y 275 de tropa. Mandaba la fuerza el capitán Benito Luque
Pinillos.
31- Honorato Hernando Romero. Nació en Cubillejo del Sitio
(Guadalajara) el 22 de noviembre de 1900.Era hijo de un oficial de artillería
muerto a consecuencia de enfermedad adquirida en campaña. Pertenecía a la promoción
de 1915.
32- Declaración del sargento Juan González de Mendoza Cortijo. Tribunal
Supremo Reservado. Expediente 51.39 páginas 72-75. Existen dos declaraciones.
33- José Lafuente Mayo. Nacido en Roncal, Navarra el 23 de julio de
1893. Declaración del sargento Lafuente. Tribunal Supremo Reservado. Expediente
51.39. Página 70.
34- Serafín Aparicio Moreno nacido en Brazatortas (Ciudad Real),
pertenecía a la quinta de 1919 y llevaba en el territorio desde enero de 1920.
35- Entrevista a Pedro de Dios Serrano en El Adelanto. Diario político
de Salamanca, 27 de febrero de 1923. Pedro pertenecía al regimiento de Ceriñola
y estaba agregado a ingenieros.
36- Archivo General Militar de Segovia. Juicio Contradictorio para
conceder la Cruz Laureada al coronel Morales. Documento inédito,
declaración del teniente D’Harcourt,
página 310.
37- Juicio Contradictorio para conceder la Cruz Laureada al coronel
Morales. Declaración del teniente
D’Harcourt, página 310.
38- Recorte de prensa que me entregó la familia sin que pueda precisar
a qué periódico pertenece. También fue
entrevistado en el Diario de Córdoba,
año LXXII, 27 de diciembre de 1921.
39- Juicio Contradictorio para conceder la Cruz Laureada al coronel
Morales. Declaración del teniente
D’Harcourt, folio 313.
40- Luis Pichoto nació en Badajoz en 1900. Ingresó como soldado
voluntario en el regimiento de Gravelinas y el 1919 solicitó destino en África
siendo nombrado soldado del regimiento de Melilla 59. En febrero de 1921
solicitó y obtuvo el pase a la Policía siendo destinado a la 6ª Mía que tenía
su cabecera en Monte Arruit.
41- Unidad orgánica similar a la Compañía. En 1921 existían
distribuidas por el territorio de Melilla un total de 15 Mías con un total de
100 oficiales y 3200 soldados. Estado de fuerza de la Comandancia General de
Melilla. Melilla 4 de agosto de 1921.
42- Entrevista con Luis Pichoto. El Correo de la Mañana. Badajoz. Año
X, número 2807. 17/02/1923.
43- Había recibido además una carta de su tío Abd es-Selam, en ella le
anunciaban que desde Alhucemas le había escrito el coronel Cibantos Buenaño. El
gobernador militar del Peñón le comunicaba la intención del gobierno español de
recuperar los cuerpos de Morales y Silvestre. La historia trascendida,
biografía Mohammed Abd el Krim el
Jatabi, Juan Pando Despierto.
44- Dris Ben Said, notable rifeño nacido entre 1890-1898. Mantuvo una
estrecha colaboración con España y trabajaba en 1921 en la secretaría indígena
del Alto Comisario.
45- Javier Sánchez Regaña. Leopoldo Aguilar, un poeta en el Desastre. 2016.
http://desastredeannual.blogspot.com.es/2016/07/leopoldo-aguilar-de-mera-un-poeta-en-el.html
46- Se reconocieron en Sidi Dris los restos de los tenientes Leopoldo
Aguilar de Mera (gran amigo de Driss) y García Moreno, del médico Luis Hermida
y en Talillit del teniente José Aguilar de Mera.
47- La Tierra de Segovia. Diario Independiente. Año III Número 643.
07/08/1921
48- Driss Ben Said falleció en junio de 1923 mientras acompañaba a las
columnas españolas en los combates de Tizi Azza, fue enterrado en Melilla con
honores.
49- ABC. Edición del 3 de agosto de 1921.
50- El Telegrama del Rif. Año XXIII. Miércoles 20 de agosto de 1924.
51- Real Biblioteca de Patrimonio Nacional. Signatura XIX/8409.
52-Arturo García Álvarez-Coque. Los militares de estado mayor en la
guerra civil española (1936-1939). Tesis de doctorado presentada en 2017.
Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Geografía e Historia.
53- La Correspondencia de España. Diario Universal de noticias. Año
LXXVVI. 23 de junio de 1923. Página 2.
Agradecimientos
A Benito Gallardo Sierra, presidente de la
Asociación de Estudios Melillenses. A Santiago Domínguez Llosá que me ayudo a
calcular las distancias en aquel territorio que conoce a la perfección y me
cedió algunas imágenes de su archivo personal. A las familias Navarro y
Aparicio que me cedieron fotografías de sus familiares. A la familia Aparicio Forné deseo transmitir mi más sentido pésame por el fallecimiento de Carmen Aparicio, hija de Serafín Aparicio, presidenta de la Asociación Orion, de trasplantados, donantes y cardíacos de Algeciras.