De Amberes al Rif. El teniente olímpico
Entre el 20 de
agosto y el 12 de septiembre de 1920 se celebraron en Amberes los Juegos
Olímpicos. La VII Olimpiada fue el primer gran evento deportivo mundial tras la
Gran Guerra. La organización quiso dedicar la competición a los heridos en el
enfrentamiento y recordar el sacrificio de los soldados belgas.
Después de la tremenda conmoción producida por la durísima
guerra, las olimpiadas, bautizadas como los Juegos
de la Paz, se convirtieron en un aliciente para afrontar la recuperación.
Alemania, que tenía que haber organizado los juegos de 1916, no fue invitada a
participar. Tampoco lo fueron Austria, Hungría, Polonia, Bulgaria y Rusia. Los
intentos de reconciliación del Comité Olímpico fracasaron ya que los gobernantes
se negaron tajantemente a permitir su participación. Las heridas tardarían aún un
tiempo en cicatrizar.
Amberes 1920 |
Amberes, agosto de 1920
A pesar de la penuria económica del momento, los belgas
pudieron acometer la organización de los juegos construyendo un estadio con un
aforo de 30.000 espectadores. La ceremonia de inauguración se celebró en dos
actos: en el primero -de carácter religioso- se honró la memoria de los
deportistas muertos en la guerra, y en el segundo, ante la mirada del rey
Alberto I, los atletas de los veintiocho países hicieron el siguiente juramento:
"Juro que nos presentamos a los Juegos
Olímpicos como competidores leales, respetuosos del reglamento que los rige y
con el deseo de participar con espíritu caballeresco para honra de nuestros países
y para gloria del deporte".
Por primera vez en la historia todos los deportistas
participantes en una olimpiada entonaron el juramento olímpico bajo la blanca
bandera de los cinco aros. Entre aquellos 2741 atletas había 58 miembros de la
delegación española, y entre ellos un joven oficial de infantería que tan solo
un año después engrosaría las listas de desaparecidos en el Desastre: Jaime
Camps Gordón, el teniente olímpico.
Jaime Camps Gordón, el teniente olímpico |
Nació en San
Sebastián el 28 de febrero de 1896 en el seno de una numerosa familia. Era hijo
de José Camps San Feliu y Mercedes Gordón García-Roves, hermana del pintor y director
de la Escuela de Artes y Oficios de San Sebastián, Rogelio Gordón. En agosto de
1912 -superadas las pruebas de acceso- ingresó en la Academia de Infantería de
Toledo, donde permanecería durante casi tres años, el último de ellos junto a
su hermano Francisco quien también hizo la carrera de armas. Aquel mismo año la
promoción recibió la visita de la reina Victoria Eugenia quien, en un acto celebrado
en el patio ante cadetes y profesores, entregó una bandera española al coronel
director Enrique Marzo Balaguer e instó a los cadetes a ser dignos herederos de
la historia y sacrificio de la Infantería. Cumplieron con creces, ya que muchos
de aquellos bisoños oficiales, compañeros de Jaime Camps, murieron en combate.
Treinta y uno de los componentes de aquella promoción se vieron involucrados en
los sucesos de Annual de los que nada menos que 15 morirían entre el 1 de junio
y el 9 de agosto: Zarazaga Fernández, Falcó Corbacho, Tojero Díaz, Seoane
Basaló, Morales Carames, López Cañete, Castrillón Sánchez, Hoces Olalla,
Fernández Vida, Spuche Ibáñez, Tapia Cantón, González Robles, Mille Villelga,
Camino López y el propio Jaime Camps.
En junio de 1915,
Camps se graduó con el empleo de 2º teniente, siendo su primer destino el Regimiento
de Infantería de Burgos 36, de guarnición en León. Este sería su destino más
prolongado, ya que permaneció en la capital castellana hasta finales de junio
de 1919. Durante esta etapa participó en el despliegue de su regimiento, al
mando del coronel José Sánchez Melgar, a raíz de la huelga revolucionaria de
1917. Ascendió a 1er teniente por antigüedad el día de San Juan de 1917. Por RO
de 29-6-1919 fue destinado al Regimiento de Sicilia 7 en su San Sebastián
natal. La unidad, heredera del viejo tercio de Sicilia que intervino en la
batalla de Lepanto, tenía su ubicación en el cuartel de San Telmo donde lucía
el viejo lema: “Viejo Tercio que cubres
de gloria nuestra España que es patria y hogar. Eres el Valeroso Sicilia y tu
historia nos hace vibrar”. En aquellos momentos al frente del regimiento se
hallaba el coronel Carlos Tuero O’Donnell. Entre sus oficiales destaca el
comandante Luis Pareja Aycuens quien, nacido el 11-9-1892, fue el comandante
más joven del ejército español, ascendido por méritos de guerra el 8 de febrero de 1914
cuando aún contaba 22 años. Durante su estancia en la capital guipuzcoana Jaime
Camps tuvo a su disposición una verdadera escuela de atletismo. En la ciudad se
celebraban competiciones desde que en 1907 se corriera la primera prueba en
Irún. A partir de 1916 se celebraron carreras en el viejo estadio de Atocha.
Jaime pudo entrenar con compañeros que con el tiempo llegarían a ser de los
mejores de España. Sin duda Camps había sabido elegir el destino más
conveniente para practicar la afición que le llevaría a ser olímpico.
Toledo, jura de bandera de la promoción de 1912 |
La escuela
guipuzcoana
San Sebastián era en aquella época una verdadera cantera de
atletas: allí se forjó uno de los mejores atletas españoles de todos los
tiempos, Félix Mendizábal Mendiburu, primer campeón de España de 100 m en 1917, que revalidó
el título en seis ocasiones más. Otros destacados compañeros fueron los
hermanos Ordóñez, el malogrado Juan Muguerza, Ignacio Izaguirre y otros muchos
jóvenes que mantenían un alto nivel competitivo. A pesar de su corta estatura -1,61
m- Jaime eligió la disciplina del hectómetro, la velocidad en estado puro, una
distancia en la que nuestros atletas no han obtenido nunca ninguna medalla. En aquellos momentos Mendizábal era el rey
de la pista con unos tiempos en torno a los once segundos. Posteriormente lo
relevó como rey de la velocidad el pequeño de los Ordóñez, Diego, el más joven
atleta que participó en aquella olimpiada de la paz. El nombre de Juan Muguerza
aún perdura en nuestros días: un memorial de cross lleva su nombre. Tras la
competición fue llamado a filas y enviado al Protectorado lo que supuso el
final de su brillante carrera, pero entonces, lejos aún de aquella guerra, Juan
Muguerza -con 19 años- era el campeón de España de 1500 metros .
Después de un año de duros entrenamientos, Jaime Camps consiguió
clasificarse siendo designado para correr la prueba de 100 m y seleccionado por la Federación
Española para formar parte del relevo de 4 x100. Fueron sus compañeros en
aquella prueba Félix Mendizábal, Federico Reparaz Abaitua, y el joven de 16
años Diego Ordóñez Arcauz.
Luis Calvet Sandoz |
España aportó a
las olimpiadas 58 deportistas que compitieron en atletismo, fútbol, polo, tiro
olímpico, natación, waterpolo y tenis. El comité, encabezado por el delegado
nacional Gonzalo de Figueroa y Torres, estuvo presente junto a nuestros atletas
en la ceremonia inaugural el 10 de agosto. El abanderado español era el capitán
de la selección de fútbol, el guipuzcoano Mariano Arrate. Entre los miembros
del equipo de tiro olímpico encontramos varios militares: Antonio Vázquez de
Aldana, coronel de infantería y el atleta de mayor edad con 59 años; José Bento
López, capitán de infantería; Luis Calvet Sandoz, ascendido a capitán con tan
solo 21 años por los méritos contraídos en los combates de 1909, cuyo hermano
Francisco era entonces capitán de policía indígena en Melilla y un año después
pasaría a formar parte del ejército de desaparecidos; Antonio Bonilla San
Martín; José Mª Trepat Miró, que fue presidente del Español de Barcelona, y del
Sevilla; Domingo Rodríguez y Antonio Moreira. Consiguieron un meritorio Diploma
Olímpico. La selección española de fútbol -la
roja- consiguió la Medalla de Plata. Formaban aquella escuadra: Zamora,
Samitier, Sesúmaga, Otero, Arrate, Belauste, Pichici, Eguizabal, Patricio,
Pagaza y Acedo. Noventa años después de aquella meritoria medalla la selección
española se convertiría en campeona del mundo en Sudáfrica.
Selección española en 1920 |
La segunda Medalla
de Plata que conseguimos se la debemos al equipo de polo, compuesto por Álvaro
y José de Figueroa, Hernando y Jacobo Fitz Stuart y Leopoldo Sainz de Maza. Una
aristocrática formación, sin duda. Tan solo
Mendizábal consiguió llegar a la final y su tiempo ha perdurado durante décadas
como el mejor entre los velocistas españoles que han participado en una
olimpiada. El relevo quedó apeado en la fase previa,
pero Jaime y sus compañeros tuvieron el orgullo de participar en los juegos
olímpicos. El solo hecho de competir ya era tremendamente admirable en la
España de aquella época que no era la potencia que es hoy. En 1919 Federico
Reparaz, periodista y miembro del equipo de atletismo, había escrito sobre la
necesidad de la participación de España en los Juegos, ya que el deporte -según
afirmaba- distinguía a las sociedades y contribuía a su desarrollo. El Ejército
no permaneció ajeno a esta corriente; aquel mismo año el general Villalba
Riquelme, ministro de la guerra, impulsó la creación de la Escuela Central de
Gimnasia cuya sede fue la Academia de Infantería, de la que el propio Villalba había
sido director siendo coronel. La inauguración oficial se produjo el 28 de
febrero de 1920, el mismo día que nuestro teniente olímpico cumplió 24 años, y
una semana antes de que Manuel Fernández Silvestre fuera nombrado Comandante General
de Melilla.
De Amberes al Rif
Tras su aventura olímpica, el teniente Camps vuelve a San Sebastián y poco después es destinado por RO 27-11-1920 al Regimiento de Infantería San Fernando 11, donde sirve también su hermano Francisco con quien coincide unos meses. Para cuando Jaime llega a Melilla -22 de diciembre- la exitosa campaña de Silvestre le había llevado hasta Ben Tieb, posición que, ocupada el 5 de diciembre y asentada en la llanura del Sepsa, se convertiría en un importante campamento sobre todo en la campaña de reconquista posterior al Desastre. Este sería el primer destino de Camps y allí, al frente de su sección, celebró la llegada del nuevo año. En enero se conquistan Mehayast, Afrau, Annual, Morabo y Yebel Udia. Mientras, Camps permanece en Ben Tieb hasta que en febrero, tras la ocupación del Morabo de Sidi Mohamed, es enviado allí al mando de su unidad: una sección de la 1ª Compañía del II Batallón. En el mes de julio de 1921 la posición del Morabo, cuya aguada dista
La noche del 21 de julio
En Ben Tieb,
conocidas las noticias de los combates en Annual, la noche del 21 de julio ya
se respiraba un ambiente enrarecido, a pesar de lo cual, según el testimonio
del teniente de intendencia Ángel Guerras (al frente del depósito desde enero),
la moral de las tropas era buena. Por la mañana, el oficial preparó un convoy
formado por 200 camellos que debía llegar hasta Annual aunque la mayoría no
pudo pasar de Izumar debido sin duda a la intensidad de los enfrentamientos que
tenían lugar en torno a Igueriben. Ya por la tarde, se incorporaron a la
posición 11 oficiales y 258 soldados del Regimiento de Ceriñola (ver anexo 2) con
el objetivo de, al día siguiente, formar parte de una columna cuya misión era
situar una nueva posición en el camino de Annual, entre Yebel Udia y la
intermedia “B”. Más de setecientos hombres pernoctaron aquella noche en Ben
Tieb, y antes de amanecer llegó el capitán de estado mayor Sigifredo Sainz,
designado para acompañar a la columna que partiría de mañana. Sería el teniente
Guerras el encargado de preparar los pertrechos necesarios para fortificar y
abastecer el nuevo emplazamiento. A las ocho llegaban los escuadrones de
Alcántara que junto a las compañías de Ceriñola y la de zapadores partirían de
inmediato; al frente de la fuerte columna, el teniente coronel Primo de Rivera.
Poco después, siguiendo órdenes del jefe de estado mayor de Dar Drius, capitán
Dolz del Castellar, el teniente Guerras dispuso un nuevo convoy de camellos
(más de cuatrocientos) para abastecer a la base avanzada de Annual. Es muy
probable que para entonces el general Fernández Silvestre ya hubiera decidido
la evacuación; los camellos se perderían y con ellos su carga.
Sigifredo Sainz Gutiérrez 1887-1933 |
A partir de
entonces los acontecimientos adquirieron una vertiginosa y fatal deriva; la
columna que había partido para instalar la nueva posición se encontró poco
después con los heridos que abandonaban Annual. Ante el imprevisto, Primo de
Rivera ordenó volver grupas, pero las mías de policía indígena que se hallaban
en las inmediaciones abrieron fuego contra las tropas españolas causando
muertos entre los de Ceriñola y los zapadores. Ninguna de las tres compañías de
infantería regresaría a Ben Tieb puesto que falleció la mayor parte de sus
miembros. Sí lo hicieron, aun habiendo sufrido bajas, los zapadores de García
Andújar. El escuadrón de Chicote se incorporó a su regimiento pero recibió
órdenes de recoger la documentación y los pertrechos dejados en Ben Tieb y
posteriormente unirse a su unidad. Tan solo las tropas de San Fernando y
algunos soldados de artillería e intendencia quedaban guarneciendo la posición
cuando estaba a punto de llegar el tropel de huidos de Annual. En aquel momento
se unió a los hombres de Lobo el teniente de artillería Antonio Enrile que,
intentando llegar a su destino en Izumar, quedó atascado en Ben Tieb poniéndose
a las órdenes del jefe de la posición. Serán sus testimonios -los de los
tenientes Enrile y Guerras- los únicos que aportarán algo de luz sobre lo que
iba ocurrir posteriormente, ya que el resto de oficiales nunca pudo declarar;
todos desparecieron.
El capitán Lobo
al teléfono
Tanto Guerras
como Enrile coinciden en que hasta momentos antes de la llegada de la columna
de Annual la moral de las tropas era buena. En primer término apareció el
convoy de heridos en auto-ambulancias y el coche rápido de sanidad, sin
detenerse, y poco después empezaron a llegar las primeras tropas. Los dos
testigos convienen en que la retirada se producía en absoluto desorden; los
primeros fugitivos llegaban muy afectados por el calor, envueltos en polvo,
agotados por la distancia recorrida y con gran depresión de espíritu. El
capitán Lobo tomó entonces las primeras medidas encaminadas a reconducir la
dramática situación: respetar a todo trance el agua que quedaba, intentar
sujetar a las compañías que llegaban para que ayudaran a la defensa y evacuar
el ganado del interior del destacamento. El cordón organizado por Lobo y los
suyos no pudo contener a la columna y fue, además, contagiado por esta. Lobo
ordenó a las dos compañías de intendencia continuar hasta Dar Drius. Los
zapadores de la 3ª Compañía se sumaron a las demás en retirada (a esas alturas
la compañía de García Andújar había perdido gran parte de sus efectivos) en
dirección Dar Drius. El batallón de Ceriñola al mando del teniente coronel
Marina que procedía de Annual se detuvo a recomponer sus fuerzas y partió
también en dirección Dar Drius. A partir de entonces ya no serían tropas
cohesionadas las que pasarían ante los hombres de Lobo sino rezagados o
heridos. El capitán Lobo, no teniendo más fuerza que sus soldados y algunos
hombres de artillería e intendencia, debía decidir qué hacer.
Antonio Lobo Ristori 1884-1921 |
El teléfono aún funcionaba y el
capitán intentó hablar -se supone que con Dar Drius- con algún superior que le
diera órdenes. El teniente Enrile oyó hablar a su superior -aunque no supo con
quién- y decir que si no le daban órdenes inmediatamente no podría replegar la
fuerza. Es muy probable que el capitán parlamentara con el teniente coronel
Álvarez del Corral, jefe del campamento de Dar Drius. El testimonio sin duda
más conocido fue el prestado por el médico Peña tras ser liberado en septiembre
de 1921. El oficial relató que el capitán Lobo intentó contactar con Dar Drius
y al no obtener respuesta de su interlocutor le comunicó que si no recibía órdenes en cinco minutos
tomaría el silencio como orden de evacuación. La declaración de Peña
también daba a entender que la retirada se tornó en desastre debido a la
obsesión del pánico y a la falta de moral y gobierno de las tropas. Aunque no
hubiera hostilidades, nadie quiso detenerse en Ben Tieb.
Poco después, el
capitán ordenó a los tenientes Guerras y Enrile que destruyeran los depósitos de
intendencia y artillería respectivamente. Ambos cercaron con paja los depósitos,
los rociaron con gasolina y esperaron las órdenes de Lobo que ya había formado
las tropas. Eran aproximadamente las 15:00 horas.
El teniente
Enrile y un cabo serían los últimos en abandonar la posición ya que tenían que
esperar que la tropa se alejara para prender fuego al polvorín tras haber
inutilizado las dos piezas de artillería. Antonio Enrile no pudo precisar qué
cantidad de cartuchos quedaban en el almacén, pero sí dijo que había una gran
cantidad de obuses de artillería. El estadillo del parque de artillería de julio
de 1921 reflejaba que en aquellos días en el depósito de Ben Tieb había
almacenados: 119 650 cartuchos de máuser, 50 granadas de mano, 1450 cartuchos
de cañón de 7,5 o 7,52 cm
y 290 cartuchos de cañón de 8
cm . Cuando las tropas de infantería se habían alejado del
destacamento lo suficiente, el teniente Enrile y el cabo de artillería
prendieron fuego a la munición que explosionó cuando se incorporaban a la columna.
A media tarde llegaron en buen orden a Dar Drius recogiendo por el camino a
heridos y rezagados y sin sufrir bajas. Mucho se habló después de la decisión
del capitán de abandonar Ben Tieb. ¿Se habían agotado todas las posibilidades
de defensa? ¿Quién había dado la orden de retirarse? Los testimonios de los
pocos supervivientes abundaron en el sentido de que nada más se podía hacer.
Esquela oficiales de San Fernando 11 |
Tanto el Morabo de Sidi Mohamed
como la posición intermedia “A” dependían en cuanto a su abastecimiento de Ben
Tieb. Este aspecto me hizo pensar si correspondía a Ben Tieb o a Dar Drius
ordenar el repliegue el día 22 de julio. Parece ser, según declaró el teniente
de artillería Gómez López, que al telegrafista de Dar Drius se le olvidó
comunicar a la intermedia “A” la orden de repliegue sobre Dar Drius, sellando
de esta manera el destino del destacamento. En el caso de la guarnición del
Morabo, al no presentarse supervivientes no fue posible dilucidar ni si
recibieron orden de retirada ni, en su caso, quién la cursó. El capitán Sainz
en su libro escribió que a la posición sí se le comunicó la orden de repliegue
-no aclara quién lo hizo- y que el oficial al mando contestó que como estaba rodeado de enemigo, le era imposible
intentar la salida y morirían con honra.
José Escribano Aguado 1883-1921 |
En abril de 1923, César de Medina
Bocos, poeta vallisoletano y padre del teniente Antonio de Medina, muerto en la
posición intermedia “A” escribió una carta al consejero Ataulfo Ayala
expresando una serie de dudas sobre lo ocurrido en la posición donde falleció
su hijo Antonio. En el punto quinto de un total de siete escribía César de
Medina que “Aunque la posición “A”
hubiera sido olvidada sobre el papel, no podía ser desconocida en el terreno,
al menos por las fuerzas que guarnecían el campamento de Ben Tieb, porque
estaba a la vista y era abastecida por un convoy que partía diariamente de
dicho campamento, el cual, sin embargo, fue evacuado y destruido totalmente sin
que se procurara recoger la escasa guarnición de la posición “A”, ni se le
enviara ningún socorro”.
El 23 de julio la columna del
general Navarro partió de Dar Drius a las 14:00 en dirección Batel. La columna,
formada por 2566 hombres, llevaba en retaguardia las fuerzas de San Fernando -720
oficiales y soldados- entre ellos el teniente Jaime Camps Gordón. Navarro se
mostró terminante con las bajas que se pudieran producir “O entramos todos en Batel: sanos, heridos y muertos, o todos nos
quedaremos por el camino”. Para la columna, franquear el río Igan fue una prueba
de fuego en la que moriría un gran número de soldados que habría que sumar al
de los cazadores de Alcántara que habían pasado con anterioridad.
Gracias al testimonio del soldado
Esteban Paredes García podemos conocer cual fue el trágico final del teniente Camps. Algunas
de las fuerzas que se retiraron de Dar Drius a Batel y Tistutin siguieron
adelante en dirección Monte Arruit, Esteban Paredes afirmó que al acercarse a
esta última posición fueron atacados al ser considerados enemigos y siguieron
en dirección a Melilla consiguiendo llegar a Zeluán. En la Alcazaba se
reunieron fuerzas de diferentes cuerpos, entre ellos los tenientes Jaime Camps,
Ricardo Alarcón y 23 soldados del regimiento de San Fernando. El 3 de agosto al
producirse la capitulación resultó muerto el teniente Camps.
He podido constatar que la
familia Camps Gordón sufrió muchas pérdidas: Jaime murió en el Rif, y otros
tres hermanos fueron víctimas de la guerra civil. Dos de ellos -Mariano y
Ramón- murieron luchando en las filas del bando sublevado; el primero falleció
en noviembre de 1936 en Madrid siendo cabo de la 6ª Bandera, y el segundo
siendo teniente de artillería en Mallorca el 17 de agosto del mismo año. Por su
parte, Francisco Camps, con quien nuestro oficial olímpico había compartido
destino en 1921, era capitán de carabineros al estallar la guerra. A diferencia
de sus hermanos, se mantuvo fiel a la República y tras combatir contra milicias
de Falange fue detenido en Burgos, juzgado y condenado a muerte, sentencia que
se cumplió el 29 de julio de 1936. En menos de cuatro meses la familia Camps
Gordón sufrió, con la mayor dureza, las consecuencias del conflicto que asoló el
país. Otro de los hermanos Camps, José, siguiendo la tradición familiar mostró
interés por la pintura y fue fundador de una prestigiosa escuela en San
Sebastián.
Los oficiales de Ben Tieb
De todos aquellos oficiales que
pasaron la noche del 21 de julio en Ben Tieb, pudieron salvarse el capitán
Ricardo Chicote y los tenientes Ángel Guerras, Antonio Enrile, Francisco Azin, Fernando
Vea-Murguía y Felipe Peña. Este último además, único médico -de los seis
presentes- superviviente de la matanza de Monte Arruit; después de haber sido
apresado el 9 de agosto, logró finalmente escapar. Felipe Peña falleció en
Bilbao en 1946. En Monte Arruit murieron: el capitán García Andújar, quien hoy
en día tiene una calle en Almería, y el alférez Casimiro Gil Vicent ambos de la
3ª de zapadores; el capitán José Querejeta (el 9 de agosto); el alférez Vicente Toro Tellechea (en fecha
indeterminada) y el jefe de la guarnición de Ben Tieb, Antonio Lobo Ristori
(San Fernando 8-9-1884). Para seguir los pasos de aquellos últimos días de la
vida de Lobo contamos con el diario del capitán Sigifredo Sainz. Antonio Lobo
había sido herido leve el 27 de julio en el repliegue de Batel a Tistutin donde
participó activamente en la defensa hasta la retirada a Monte Arruit, y allí
falleció el 9 de agosto. El Regimiento de San Fernando perdió a 1 de sus 3
tenientes coroneles, 1 de 5 comandantes, 16 de sus 26 capitanes, 33 de los 54
tenientes y 18 de los 25 alféreces; un total de 69 oficiales -61 % del total-, una
gran parte de las compañías perdió a toda la oficialidad. En cuanto a los
suboficiales y la tropa, el regimiento admitió haber perdido en aquellos días
1712 hombres. Tras la reconquista de Monte Arruit se pudieron reconocer algunos
de los cadáveres hallados en el recinto, entre ellos el del capitán Antonio
Lobo. En febrero de 1925 se le trasladó a Cádiz, siendo el encargado de
preparar sus restos para el postrero viaje otro protagonista del Desastre: el
médico Joaquín D’Harcourt. Finalmente me gustaría
recordar a los oficiales de Ceriñola que habían pernoctado también en Ben Tieb
el 21 de julio: dos capitanes y seis tenientes fallecidos de los once oficiales
que habían partido de Melilla dos días antes.
Anexo 1. Guarnición de Ben Tieb el 21 de julio de 1921 |
Anexo 2 |
Bibliografía.
Anuario militar de 1921
Hoja matriz de Servicios de Jaime Camps Gordón. Archivo histórico militar de Segovia.
Hemeroteca ABC. Agosto y septiembre de 1922.
Eduardo Pérez Ortiz. 18 Meses de cautiverio. Editorial Interfolio 2010.
Expediente Picasso
Francisco Ángel Cañete Páez . La Academia de Infantería. ASASVE 2010
SR/ Olympics Sports. http://www.sports-reference.com/olympics/athletes/ca/jaime-camps-1.html
Olympians from Spain. http://users.skynet.be/hermandw/olymp/cesp.html
Real federación española de atletismo. Cronología del record de España de 100 m.
Pagina oficial Real Sociedad de Fútbol. http://www.realsociedad.com
Hemeroteca Diario Vasco
Amberes 1920. http://www.barris.org/noticiaslinks/amberes.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Juegos_Ol%C3%ADmpicos_de_Amberes_1920
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