sábado, 18 de julio de 2020

Recordar al olvidado 2ª parte. Sucedió el 18 de julio. Fernando Serrano Flores, el médico cautivo

Sucedió el 18 de julio. Fernando Serrano Flores, el médico de los prisioneros

El 18 de julio se cumplen 98 años del fallecimiento en cautiverio del teniente médico Fernando Serrano Flores. Fue muy querido por todos los oficiales prisioneros a los que prodigó en atenciones hasta su muerte. Muy poco sabemos de su vida más allá del testimonio de los cautivos que lloraron su fallecimiento. Víctima del tifus que asolaba los campamentos de prisioneros, el caudillo Abd el Krim no consintió que fuera trasladado hasta el peñón de Alhucemas ni facilitó que se pudieran suministrar los medicamentos necesarios. Fue enterrado en silencio por sus compañeros junto al campo de prisioneros y nunca se pudieron reconocer sus restos. Jamás sabremos los servicios, que fueron muchos, que prestó al resto de cautivos  pero no cabe duda que su anegación y entrega dejaron honda huella entre los que le trataron. Hoy en día poco queda, más allá de una calle en Valencia, que recuerde a Serrano. No cejemos en el empeño de recordar al olvidado.



FERNANDO SERRANO FLORES

 

En Valencia, una calle recuerda a un joven médico muerto en Marruecos. Fernando Serrano Flores, nacido en Valencia el 14 de febrero de 1896 en el seno de una humilde familia. Tras finalizar el bachillerato en 1913 en el Instituto General Técnico consiguió acceder a una beca para cursar estudios de Medicina que obtuvo con brillantes calificaciones. Se hizo acreedor del premio extraordinario de licenciatura. Ingresó en la Academia militar en septiembre de 1920 siendo nombrado alférez alumno. La promoción de Sanidad a la que pertenecía la formaban 22 jóvenes oficiales que tras los meses de formación en la academia fueron nombrados tenientes médicos el 27 de enero de 1921. La mitad de la promoción fue destinada, como era habitual, a Marruecos, Serrano lo fue al II Batallón del regimiento Melilla 59 al que se incorporó a principios de febrero de 1921. Junto a Serrano llegan a Melilla dos compañeros de promoción los médicos Luis Hermida Pérez y Miguel Cadenas Rubio.



Promoción de Sanidad Militar 1920


La rendición fue un completo fracaso y como consecuencia se produjo la práctica aniquilación de la columna que formaban casi mil hombres. Los pocos que fueron apresados, entre ellos el médico Serrano fueron conducidos en primer término hasta Annual y posteriormente los oficiales al campamento de Axdir. Allí, coincidió con el teniente médico Vázquez Bernabeu que el 21 de septiembre escapó a nado consiguiendo llegar al Peñón de Alhucemas. Desde ese día fue el único galeno con el que pudieron contar los oficiales prisioneros. Teniendo en cuenta que tras ser capturados fueron separados oficiales y soldados, Serrano no pudo instruir a ninguno de los prisioneros en Annual hasta marzo de 1922 cuando los soldados fueron internados en Ait Kamara. Fue entonces, tal y como recogen las memorias de Francisco Basallo, cuando pudo reunirse con el sargento e aleccionarle en nociones de medicina. Queda constancia de dos desplazamientos de Serrano al campamento de soldados, el primero en marzo y el segundo el 18 de mayo, permaneciendo hasta el  7 de junio.


Oficiales en el cautiverio, el teniente Serrano a la dereecha. Fotografía del libro del
capitán Sigifredo Sainz.


El apreciado médico Serrano se infectó del letal tifus que asolaba el campamento y enfermó rápidamente, aunque no por ello descuidó las atenciones a sus compañeros. A pesar de los ruegos que el general Navarro y el resto de oficiales hicieron llegar al caudillo rifeño, este no consintió que Serrano fuera trasladado al Peñón de Alhucemas, ni colaboró demasiado para que sus compañeros solicitasen el medicamento que el mismo se había prescrito (Electrargol). Ambas iniciativas tal vez hubieran evitado el triste desenlace. Murió el martes 18 de julio de 1922. ¡Otra víctima del deber que debe ir sobre la conciencia de alguno! (Eduardo Pérez Ortiz). 

“Hasta última hora ha estado medicinándose el mismo y dando reglas para la curación de los demás enfermos. Ha muerto víctima de su deber, contagiado. Aquella Cruz de Beneficencia que yo pedía en un artículo que publicó El Telegrama del Rif, nunca mejor ganada, ahora debe concederse a este nuevo mártir. Pobre Serrano. (Del libro del capitán Sigifredo Sainz, compañero de cautiverio de Serrano)

Abd el Krim tampoco permitió que su cuerpo fuera trasladado al Peñón, por lo que se le tuvo que dar sepultura en el improvisado cementerio construido por los prisioneros. Se permitió asistir al entierro al coronel López Gómez y ocho oficiales cautivos. El medicamento llegó al campo de prisioneros un día después de la muerte del médico Serrano.

Era tal la incomunicación entre los dos campos de prisioneros que el sargento Basallo no supo de la muerte de Serrano hasta el mes noviembre, cuando fue trasladado al campo de Axdir donde permanecería hasta su liberación. Sus compañeros guardaron sus pocos objetos personales que al producirse la liberación recogería el también valenciano Vázquez Bernabeu que los entregó a la familia. Uno de los soldados cautivos a los que aleccionó, Carmelo Balsera, guardó como recuerdo las recetas que prescribía. Tras su muerte se hizo cargo de la asistencia sanitaria de los oficiales el teniente Julián Troncoso mientras que de la tropa lo hacía desde julio de 1921 el sargento Francisco Basallo.


Electrargol, el medicamento que no recibió Serrano


Tiempo después, en mayo de 1923, el Rey visita el campamento de Paterna (Valencia) en compañía del Capitán General Milans del Bosch. Ambos inauguran un monumento a la memoria del teniente de artillería Cortina Rico, muerto en Monte Arruit. Tras el acto, se informa al Rey de que entre el público están los padres del teniente Serrano, acompañados por el doctor José Sanchís Bergón, presidente de la Federación Nacional de Colegios de Médicos. El doctor Sanchís se dirige y pide a S. M. que le sea concedida paga a favor de los padres, como hubiera correspondido si Serrano hubiese fallecido en campaña. Sanchís tenía un gran conocimiento del Ejército -había sido oficial y su padre llegó a  general de Sanidad Militar- por lo que sabía que no siendo objetivo, como no lo era, le sería denegada la pensión, así que se propuso tocar la fibra sensible del Monarca para que intercediera ante el Gobierno:

Señor: En las amarguras del cautiverio dio su vida un hombre joven, un soldado de corazón, un heroico valenciano, un sacerdote de la ciencia que supo ser mártir de su deber: El teniente médico Fernando Serrano Flores que ganó por oposición todas las asignaturas de la carrera, que ya en el ejercicio de este partía el sueldo con sus padres , pobres y enfermos. Que cautivo supo olvidar los propios sufrimientos para atender a los enfermos. Que con inseguro paso, con turbada mirada, con fiebre altísima siguió asistiendo a sus compañeros y que por fin murió dejando en la miseria a sus progenitores. Aquí está señor la madre desgraciada que al perder a su único hijo con el alma destrozada y mal sustentado su anciano cuerpo, llega a vuestra majestad en demanda del humilde donativo que hace Valencia a sus soldados.Y nosotros, señor, pedimos fervorosa, ardientemente que interpongáis soberana influencia para que las Cortes se dignen otorgarle algo más. Para que se dignen conceder a estos padres desgraciados la pensión que corresponde al muerto en campaña.

Al finalizar el acto el rey se dirigió a Sanchís Bergón y le dijo: Lo primero de que me ocuparé al llegar a Madrid es de esta justísima petición que usted me ha hecho.

José Sanchís Bergón 1860-1926

Finalmente, la pensión le fue concedida el 24 de mayo de 1924, siendo los receptores sus padres, Fernando Serrano Rives y Josefa Flores Valls. La diferencia entre la muerte en combate o la producida por enfermedad era muy alta, en el primer caso los padres cobraba una pensión de anual de 4000 pesetas mientras que un fallecimiento natural generaba una pensión anual de 470 pesetas. En el mismo acto recibieron un importante donativo algunos soldados valencianos que habían sufrido mutilaciones durante  la campaña. Hoy en día aquellos inválidos de guerra aún acompañan al teniente Serrano; en la calle que lleva su nombre, está la Asociación Cultural de Inválidos Militares de España.


Epílogo


José Sanchís Bergón había nacido en Alhucemas en 1860, era hijo del médico militar José Sanchís Barrachina. De niño se trasladó junto a la familia a Valencia donde estudiaría medicina y ocupó relevantes cargos en la política local y nacional además de impulsar la medicina social y la Asociación valenciana de Caridad. Murió en Valencia el 31 de diciembre de 1926, en la actualidad una calle lleva su nombre.

La promoción a la que pertenecía Fernando Serrano pagó un alto tributo en Annual, murieron Wenceslao Perdomo Benítez, Luis Hermida Pérez, Manuel Fernández Andrade y Luis Méndez que falleció en el hospital de Málaga el 20 de septiembre de 1921 a consecuencia de una grave caída que le fracturo el cráneo.

Sin duda, el más popular de todos los improvisados enfermeros fue el sargento Francisco Basallo Becerra (Córdoba 2-11-1892, Zaragoza 19-5-1985) quien según cuenta en sus Memorias, ejerció como tal desde que fue apresado hasta su liberación en 1923. En un primer momento, los prisioneros tuvieron que adiestrarse en el manejo de medicinas e inyectables sin recibir más ayuda profesional que la prestada por dos practicantes civiles: José Cánovas Hernández (Mina La Alicantina) y Antonio Ruiz Gómez (enfermero en Annual). El grueso de los prisioneros permaneció en el campamento de Annual hasta que en febrero de 1922 fueron trasladados a Tabelhach. El médico Serrano, preso junto a los oficiales en Axdir, no se reunió con Basallo hasta mediados de marzo cuando los cautivos ya estaban en Ait Kamara. Fue entonces cuando por primera vez pudo enseñar a Basallo y a los demás  sanitarios nociones de medicina y de formulación de fármacos. Hasta aquel momento Basallo mantenía contacto con los médicos de Alhucemas: capitanes Ramiro Ciancas y Servando Casas Fernández.

Tras ser reagrupados los prisioneros en Annual, se organizó el primer equipo sanitario compuesto por Basallo, Cánovas y Ruiz Gómez, a los que se unieron Miguel Rodríguez Sánchez (Compañía Mixta de Sanidad), Manuel Fiañez (Intendencia), Ramón Mellado Cebrián (Ceriñola 42) y Miguel Sánchez Guirao (Melilla 59). Los cuatro fueron asesinados a sangre fría el 14 de marzo de 1922 mientras transportaban a un herido que fue también ejecutado. Por suerte, otros muchos se prestaron voluntarios para atender a sus compañeros, dando ejemplo de abnegación y sacrificio. Digno de especial recuerdo es el sargento de artillería Alfonso Ortiz Martínez, responsable del botiquín en Ait Kamara, fallecido de tifus en abril de 1922. También recogió Basallo en sus Memorias del Cautiverio un agradecimiento al resto de improvisados sanitarios; sargento Agripino García Gutiérrez (África 68), cabos Saturnino Royo Horcajo (Melilla 59), Santiago Palacios (San Fernando 11) y Emilio San Antonio Pereira (Ceriñola 42), soldados Julián Sosa Villalba (San Fernando 11, fallecido el 12-3-1922), Maximiliano Macias Dolz (Ceriñola 42), Pedro Gilly Paños (Compañía Mixta de Sanidad), Miguel Tena Casilla (Melilla 59) Santiago Mayor Izquierdo (Melilla 59) y Ramón Serret Ogel (San Fernando 11).





En Axdir, fue la mano derecha del teniente Serrano, el soldado de ingenieros natural de Santa Marta -Badajoz- Carmelo Balsera González, que se hallaba adscrito a la Compañía de Telégrafos. El 22 de julio formaba parte de la guarnición de Tuguntz, donde una sección de San Fernando defendía el pequeño reducto. El 24 de julio la posición fue asaltada, salvándose únicamente el teniente Baltasar Gómez Moreno y tres hombres, entre los que se encontraba Carmelo. Por este episodio se le abrió juicio contradictorio aunque el resultado fue negativo. Durante los días en que ayudó a Serrano aprendió a inyectar y medicinar, siendo de gran ayuda hasta el fallecimiento del médico en julio de 1922.

La calle dedicada al teniente Serrano se halla junto a los antiguos cuarteles de La Alameda donde en 1936 se produjeron violentos combates tras la insurrección. En la capital del Turia sería ejecutado el capitán Vázquez Bernabeu que compartió cautiverio con Serrano y que fue laureado por sus actuación en los combates del 16 de junio de 1921. El hospital militar de Valencia sigue llevando su nombre.


Documento gráfico






Annual 1921. Sanidad Militar




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