jueves, 2 de agosto de 2012

Las 48 horas de Haf

Las 48 horas de Haf

Dentro del mosaico de posiciones que formaban las diferentes circunscripciones se hallaban diseminados por toda la Comandancia pequeños núcleos defendidos por poco más de una compañía o sección. Muchas de estas pequeñas posiciones se replegaron sobre otras de mayor tamaño o sobre las cabeceras de las demarcaciones. Sin embargo, al tener unos medios de defensa tan limitados algunas de ellas fueron prácticamente aniquiladas por no haber podido ser ni abastecidas ni ayudadas. Gracias al expediente que se instruyó para conceder la Cruz Laureada al capitán de infantería Ernesto Rodríguez Chacel podemos conocer con gran profusión de detalles lo que sufrieron y padecieron los defensores de Haf hasta que la posición fue prácticamente exterminada tras cuarenta y ocho horas de resistencia a ultranza.

Ernesto Rodríguez Chacel 1893-1921
La circunscripción del Zoco de T’Latza de Bu Beker era la que tenía asignada el regimiento de infantería de África 68. La cabecera se hallaba en el Zoco donde se había construido un gran campamento que, probablemente junto al de Dar Drius, era de los pocos que reunía suficientes servicios y condiciones de defensa: depósito de municiones, hornos de intendencia, talleres de adobe, barracones para la tropa y oficiales, emplazamiento para la artillería y ametralladoras, parapeto en condiciones, y dos depósitos de agua uno metálico y otro de piedra. Paradójicamente, el agua se encontraba muy lejos por lo que para abastecer a los destacamentos y al campamento se utilizaban camiones aljibes que debían recogerla en las fuentes de Ermita, a 38 kilómetros de la cabecera. En verano se realizaban dos viajes diarios y en invierno uno. Una vez en el Zoco, y cargadas las cubas en camellos, se distribuía por las posiciones más lejanas; Haf y Tazarut Uzay. El campamento fue construido bajo la supervisión  del teniente coronel Ricardo Fernández de Tamarit, y de él dependían un total de 21 posiciones: Zoco T’Latza, Tixera, Tenial el Hanra, Arreyen Lao, Morabo de Abd el Kader y avanzadilla, Ergada, Loma Redonda, Mesaita 1 y 2, Siiach 1 y 2, Reyem Guerrao, Sidi Ali, Haf, Afsó, Tamasussin, Sidi Gayub, Ben Hiddur y su avanzadilla y Tazarut Uzay que se hallaba muy próxima a la zona francesa. En las inmediaciones del campamento general se hallaba acampada una de las tres columnas móviles de las que, en principio, parecía disponer el Comandante General para socorrer o acudir allí donde fuera preciso. El final  de las tres columnas fue trágicamente similar y  todas ellas -Cheif, Kandussi y la del Zoco- aportaron un altísimo número de muertos a la estadística mortal del Desastre.
El 21 de julio, entre la posición del Zoco y el campamento de la columna, el regimiento poseía efectivos de seis compañías de fusiles, en algunos casos incompletas: la 1ª del I Bon que llegó al Zoco el mismo día 21, la 3ª del I Bon no completa, la 5ª/I, Ametralladoras del II Bon, 2 secciones de la 3ª del II Bon, y la 5ª y 6ª Cía del III Batallón. Al margen de los efectivos del 68 de infantería, también se hallaban en la posición: un destacamento de artillería de la Comandancia al mando del teniente Aurelio Areñas, otro de intendencia al mando del teniente José Herrera Balaguer y una sección del 5º escuadrón del Alcántara 14 que mandaban el sargento Enrique Benavent y el veterinario 3º del regimiento José Montero Montero. Cerca del Zoco, en Siach, tenía su cabecera la 9ª Mía de policía indígena a las órdenes del capitán de caballería Francisco Alonso Estringana, de la que formaban parte un total de 198 hombres entre oficiales y tropa. Por tanto, el 21 de julio a las órdenes del teniente coronel Saturio García Esteban, jefe del II Batallón, se hallaban un total de 970 hombres en la cabecera, y otros 596 oficiales y soldados repartidos por las diferentes posiciones, en un territorio que abarcaba casi 1500 kilómetros cuadrados. Cuando el regimiento, por orden del general Picasso, aportó las relaciones de supervivientes el 22 de julio de 1922, se pudo comprobar que de aquellos 1566 oficiales y soldados pudieron escapar con vida tan solo 441 hombres: 313 de la columna móvil y 128 del resto de la circunscripción. Entre la retirada a zona francesa y el aniquilamiento de las diversas posiciones el regimiento perdió a más de 1100 hombres.

Zoco T'Latza de Bu Becker

El pequeño campamento de Haf y su avanzada  se hallaban a 15 kilómetros del Zoco, desde donde eran avituallados a pesar de estar más cerca de Dar Drius, cuyo campamento era visible con prismáticos. El 21 de julio se hallaban al frente de su defensa el capitán Ernesto Rodríguez Chacel, jefe de la 2ª Compañía del II Batallón, el teniente Manuel García Ovies, y 64 sargentos y soldados. La Comandancia de artillería tenía destacada  parte de la 3ª Batería a las órdenes del teniente Manuel Corominas Gispert y 20 artilleros. La policía indígena de la 10ª Mía disponía de un pelotón de 10 askaris y, finalmente 3 soldados de la Comandancia de ingenieros que debían comunicarse con la cabecera a través de la próxima posición de Ben Hidur, a 8 kilómetros de Haf. Al mando de esta posición se hallaba el teniente Manuel Alfonso Crespo, testigo directo de todas las comunicaciones entre Rodríguez Chacel y García Esteban, ya que todos los mensajes pasaban por su estación heliográfica. En total unos 101 hombres -algunas fuentes lo elevan hasta 150- para defender la primera posición de la circunscripción que sucumbió al empuje rifeño tras cuarenta y ocho horas de resistencia. En la cercana Tamasussin se hallaba la tercera sección de la compañía al mando del teniente Sergio González, y un destacamento de policía indígena que mandaba el oficial moro Muzza. Reunía esta posición muy pocas condiciones de defensa ya que solo se hallaba dotada de un parapeto de piedra seca y una alambrada que lo circundaba.

Teniente coronel Saturio García Esteban y Capitán González Vallés (derecha)

Para instruir el juicio contradictorio y dilucidar si el capitán Rodríguez merecía o no la Laureada se designó al comandante Manuel Rodríguez González, juez permanente de causas en Melilla. Creo que no hay duda de que la iniciativa de solicitarla partiría, bien del capitán Alonso, bien de su viuda Amelia Partearroyo. En todo caso, la instrucción no apareció publicada en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra hasta el 8 de julio de 1926, casi cinco años después de la muerte del oficial, siendo la decisión final la no concesión de dicha condecoración a Ernesto Rodríguez Chacel. Dejo a criterio del lector el decidir si fue justa o injusta tal determinación, que se repitió en muchos otros casos en los que les fueron denegadas las Laureadas a tantos soldados y oficiales.
El 22 de julio el capitán Alonso se reunió con el teniente coronel y le advirtió de la inminencia de un ataque a las posiciones de primera línea. García Esteban se hallaba al frente de la posición debido al turno rotativo según el cual cada uno de los tres tenientes coroneles de regimiento se turnaba al frente de la circunscripción. Alonso señaló también la necesidad de abastecer las posiciones de Tazarut, Reyen, Haf, Loma Redonda y Sidi Ali. Se necesitaban municiones y granadas, pero también aceite, tocino y harina. Era necesario que pudieran llegar hasta Batel para poder volver con el cargamento indispensable para el sostén de las unidades. Alonso no pudo pasar de Tistutin donde se enteró de la muerte de Silvestre y del principio del fin de la Comandancia, y con estas pésimas noticias llegó al Zoco a las 20:00 h, sin haber podido llevar ni las municiones ni la comida. Aquel día por la tarde en Haf ya fueron conscientes del alcance de la situación, ya que pudieron advertir que llegaban a Drius los restos de la columna de Annual. Es en ese momento cuando Rodríguez Chacel comunica que faltan municiones y agua, y advierte la presencia de un gran número de rifeños en las inmediaciones. Comienza el sufrimiento, y aún cuando no se han escuchado los primeros disparos, el capitán ya ha adoptado las primeras medidas para preservar la posición que, como se supo después, estaba dispuesto a defender hasta la muerte. Durante la noche la guarnición rechaza en repetidas ocasiones el ataque de los rifeños, siendo la permanencia en el parapeto obligada para todos, tanto en la avanzadilla donde se hallaba la policía indígena de la 10ª Mía, como en el interior del reducto donde el capitán, fusil en mano, dispara desde el parapeto. Haf consume sus últimas municiones y el combate se escucha desde el Zoco, donde la zozobra invade el ánimo de todos. El último heliograma de esa noche solicita municiones y agua, y los primeros heridos sufren las carencias sanitarias en alguna de aquellas tiendas cónicas.

Sección de Alcántara 14 y Policía Indígena en el Zoco

En la mañana  del 23 se realiza la descubierta desde el Zoco y al teniente coronel le advierten que Haf está siendo duramente atacada. García Esteban decide que parta el convoy con el objetivo de entrar en Haf a toda costa. Alonso, sin embargo, afirmaría que fue él quien personalmente recibió la autorización del general Navarro desde Drius. Al mando del capitán Alonso parten la novena Mía y dos secciones de la compañía que manda el capitán de África Francisco Asensi, que debe reforzar la posición de Siach. Junto al capitán Alonso parten 60 jinetes, los tenientes Benito y Salama, el alférez Sanmartín y el médico Palacios para encargarse de los heridos que ya tienen en la posición. De nuevo, y como ya hemos visto en tantas ocasiones, el inmediato futuro de aquellos hombres pasa inexorablemente por hacer llegar el convoy. A los sesenta hombres de Alonso se unen cincuenta infantes, y con esta pequeña fuerza intentan socorrer a los soldados de Rodríguez Chacel. Antes de llegar a su destino, Alonso observa en las estribaciones del Yebel-Bu-Sfedauen y en las inmediaciones de Tixera una alta concentración de rifeños que intentan cortar el convoy. Con el objetivo de distraer la atención del adversario, Alonso divide a sus hombres y junto al teniente Salama carga contra el enemigo mientras la infantería, a cuyo frente se halla el teniente Jesús Benito, se dirige al encuentro de los rifeños que se hallan junto a Tixera. En ese momento el alférez Sanmartín con los mulos del convoy enfila la posición y consigue entrar los víveres y las municiones. La columna de Alonso tuvo en el enfrentamiento dos muertos y cinco heridos que pudieron ser evacuados posteriormente y, según declaró el capitán, se consumieron durante el combate 21 700 cartuchos de máuser. Alonso y sus oficiales serían los últimos en ver con vida a Rodríguez Chacel y a sus hombres. Días después, una vez repatriados a Melilla los miembros de la columna móvil que pudieron sobrevivir, el alférez Sanmartín escribía a su hermano, residente en Madrid, una carta en la que relataba las vicisitudes vividas durante aquellos días. El oficial tuvo en la misiva un recuerdo para los defensores de Haf, de quienes dijo “se comportaron como leones”.
Sargento Nicólas Iranzo Zaldo

Durante el tiempo que Alonso permaneció en Haf no le quedó duda de la clara determinación que el capitán tenía de resistir las acometidas rifeñas. En ningún momento observó señales de desmoralización entre la tropa que los recibió con vítores y aplausos. Lo peor aún estaba por venir y mientras tanto el teniente médico Miguel Palacios se hacía cargo de los heridos, que no me consta que pudieran ser evacuados. En la posición eran conocedores del drama vivido y de la caída de muchos otros emplazamientos, a pesar de lo cual en ese momento el capitán dice a su compañero que moriría antes de abandonar la posición. También comprobó Alonso que la avanzadilla, perdida al iniciarse el combate, había sido reconquistada y en su interior se hallaban los policías que habían combatido y permanecían en sus puestos. Las condiciones para la defensa parecía que mejoraban, ese día ya tenían agua, y los víveres sabían a gloria... No hubo tiempo para más, la columna debía volver al Zoco y sortear al enemigo cercano. Para ello la batería del teniente Corominas disparó fuego de cobertura y permitió que la columna regresara al Zoco. Idéntico testimonio que el de Alonso prestaron el teniente Palacios y el alférez Sanmartín; los dos oficiales restantes, Basilio Salama y Jesús Benito Martínez, sucumbieron dos días después, poco antes de la  retirada a zona francesa ordenada por el teniente coronel García Esteban.
El 23, durante toda la jornada, la posición es atacada y el cruce de heliogramas es cada vez más dramático. Ese día muchos de aquellos pequeños núcleos de resistencia envían idénticos mensajes a sus mandos: agotadas municiones; no tenemos agua; heridos y muertos en la posición; el enemigo en las alambradas; espoleta a cero… Cuando el general Navarro llega a Dar Drius los hombres de Haf ya llevan casi veinticuatro horas viviendo en el parapeto. No lejos de allí, también las posiciones próximas son asediadas; en el Zoco, a García Esteban se le acumulan las peticiones de ayuda desde Arreyen Lao, Siach, Tazarut donde sufren los primeros embistes rifeños. La situación para la columna móvil y las pequeñas guarniciones se torna cada vez más dramática. Ya desde el día 22, según reza el parte escrito por el teniente coronel García Esteban, la posición y la columna habían quedado aisladas y el camión-auto aljibe que desde Batel se dirigía al Zoco no pudo finalizar su recorrido por haber sido asaltado durante el trayecto. Tras la partida de la columna de Alonso, la posición siguió siendo atacada y es más que probable que fueran testigos del abandono de Dar Drius, lo que sin duda perturbó el ánimo de todos. Si los 3000 hombres de Navarro se veían impotentes para contener la sublevación, ¿qué destino aguardaba a los ya menos de cien defensores de Haf?

Guarnición de Arreyen Lao. 4ª Cia/I Bon.
Ernesto Rodríguez Chacel nació el 16 de marzo de 1893. Era hijo del entonces capitán de artillería Joaquín Rodríguez Sánchez y nieto del también oficial de infantería Vicente Rodríguez Tejero. Durante la guerra de Cuba se dio la circunstancia de que los seis hijos de Vicente Rodríguez se hallaban destacados luchando en la isla. El teniente coronel se negó a que ninguno de ellos se librara de combatir en el Caribe. Ernesto Rodríguez coincidió en la misma promoción con Vicente Rojo, Asensio Cabanillas, Martín Alonso y otros tantos de los que sucumbirían en Annual y otras campañas. Rafael Capablanca, Hernández Mira, Arturo Bulnes, Pérez García, Gavila Pelegrí, Querejeta Pavón, Hernando Pedrosa y otros muchos formaron parte del tributo que la promoción -que ingresó en 1911- debió pagar en Marruecos. Tras su ascenso a capitán, en julio de 1920, Rodríguez Chacel pasó primero por el regimiento de Serrallo en Ceuta, y de éste al de África al que se incorporó en abril de 1921. Poco después se casó con Amelia Partearroyo y tras su luna de miel fue destinado a Haf. El capitán y Amelia habrían disfrutado de la paternidad si el cruel destino no hubiera deparado tal suerte a Ernesto Rodríguez. En febrero de 1922, siete meses después de su muerte, nació su hijo Alfonso a quien, como hijo póstumo que también era, quiso apadrinar el Rey. El bautizo del niño se celebró en la parroquia de San Luis de Madrid el 18 de febrero, y el Rey fue representado por el general Barrera.
Tras el capitán se hallaba por antigüedad el teniente de artillería Manuel Corominas Gispert, nacido en 1894 y teniente de artillería desde 1918. En el escalafón de tenientes de artillería de 1921 ocupaba el número 93, justo detrás de Diego Flomesta, muerto días antes en Abarrán. Desde agosto de 1920 se hallaba capacitado para ascender a capitán cuando por antigüedad le correspondiera. Poco antes de su muerte en combate había solicitado un cambio de destino que, al parecer, fue concedido ya que aparecía publicado su traslado al 7º regimiento de artillería ligera en Barcelona en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, cuando estaba ya fallecido. De todos los artilleros que servían a sus órdenes solo he podido localizar al sargento Nicolás Iranzo Zaldo nacido en Requena, Valencia, y destinado en la Comandancia desde el mes de febrero. Tras su muerte en combate, sus padres -Blas y Sofía- residentes en Requena, recibieron la pensión de 1.570 pesetas anuales. El 3 de octubre de 1922 el sargento Iranzo fue dado por desaparecido en campaña. En la Comandancia de Artillería de Melilla un total de 18 sargentos causaron baja por desaparecidos tras el Desastre. El tercer oficial era el más joven de los cuatro mandos; Manuel García Ovies había cumplido 21 años en enero, y según todos los testimonios supo estar a la altura de las circunstancias cuando todo estaba perdido. El  oficial había ascendido a teniente en junio, estando destinado en el mismo regimiento donde desempeñaba el empleo de alférez.

Teniente de artillería Manuel Corominas Gisbert

En Tamasussin, al frente de la tercera sección de la compañía se hallaba el teniente Sergio González Fernández, nacido el 16 de septiembre de 1896 y teniente desde junio de 1917. El  23 por la mañana, tras comprobar que la resistencia era imposible, los defensores abandonan la posición y parten en dirección Drius viéndose de camino obligados a refugiarse en el puesto de policía de Ahesor, donde se hacen fuertes resistiendo hasta que al día siguiente es asaltado el puesto y mueren todos excepto el soldado Honorato Juan Sabater quien días después pudo llegar a Melilla. A la caída de la tarde, la posición de Afsó fue aniquilada y saqueada sin que se presentaran supervivientes.
Será muy difícil, o prácticamente imposible, saber cómo se llamaban aquellos 100 soldados que formaban parte de la guarnición de Haf. Las listas confeccionadas por el regimiento un año después solo aclaran qué hombres sobrevivieron y en qué posición se hallaban el 22 de julio. En la relación de supervivientes del 2º Batallón se incluye una minúscula lista donde aparecen los que se pudieron salvar el 24 de julio en Haf. Tan solo aparecen dos nombres; los de los soldados Manuel Carro Nieto y Honorato Juan Sabater quien, como hemos visto, se hallaba en Tamasussin. Sin embargo, entre los testimonios que se recogen en el juicio contradictorio se menciona en  repetidas ocasiones al cabo Miguel Carles Prieto. El hecho de que posteriormente el cabo Carles no aparezca en las listas de sobrevivientes hace pensar que probablemente falleció en la retirada a zona francesa de la columna del Zoco. De los veintiún artilleros de la Comandancia tan solo figura un nombre, el del artillero 2º Manuel Silveiro Corchado, que pudo llegar exhausto al Zoco y desde aquí a zona francesa. Por tanto, podemos afirmar que de los 101 hombres solo dos escaparon con vida -de los que sepamos con seguridad que estuvieron en Haf- más otro que fallecería el 25 de julio. Tres de 101, un noventa y siete por ciento de muertos. Sobrecoge y asombra pensar que no se pudiera hacer nada para socorrerlos o, por lo menos, para reducir el número de muertos durante la retirada


Supervivientes de Haf

Para poder seguir los acontecimientos que se produjeron en la circunscripción me he valido del parte que el 10 de agosto remitió el teniente coronel García Esteban al Alto Comisario. A este escrito he unido la declaración ampliada que el mismo jefe hizo primero en Melilla el 2 de septiembre de 1921, y una tercera y última efectuada en Inca, Mallorca, el 13 de agosto de 1925. El teniente coronel incurre en contradicciones que él mismo reconoce cuando afirma que la última declaración es más aparente que real debido al tiempo transcurrido. Estas diferencias en los testimonios serían, en parte, la causa de que no se concediera la Laureada al capitán Rodríguez Chacel. Todos los testimonios restantes coincidirán en afirmar que el oficial se hallaba incluido en varios supuestos del reglamento y, por consiguiente, merecía la condecoración. En los dos primeros partes el teniente coronel, aún elogiando el comportamiento del capitán, afirma que había citado en los partes la conducta de muchos oficiales para ver si merecían gracia por parte de sus superiores. Finalmente, cuando declaró en su destino en Baleares atestiguó que el comportamiento de Rodríguez había sido encomiable y valeroso, pero no pudo precisar si el oficial había realizado actos comprendidos en el reglamento. Con toda probabilidad, las vacilaciones de García Esteban fueron, como mínimo, determinantes para hacer dudar al juez instructor. De los dieciséis restantes testimonios quince coincidían en hacerlo merecedor de la Cruz Laureada por hallarse incluido en el artículo 54, caso 7º, que reza: “merecerá la Cruz el que en combate con arma blanca, en cualquier ocasión mate, hiera o rinda a tres adversarios”. Otros declarantes situaban sus méritos en el caso 8º por haber rechazado al enemigo a pie firme produciéndole bajas, y por haber combatido con los rifeños a menos de cincuenta metros, en terreno franco y sin perder la posición. Como veremos el capitán y sus hombres cumplieron con creces ambos supuestos.
El 24 de julio la resistencia en Haf llega a una situación extremadamente difícil, sobre todo por la carencia de municiones y el aumento del número de los rifeños que rodean la posición. Los alféreces Bocinos y Sánchez Oliva afirmaron que gracias al ímpetu que mostraron los defensores se pudo conseguir distraer al enemigo tanto para asegurar la retirada de Drius como para distraer fuerzas que intentaban asediar al campamento del Zoco. En ninguna de sus declaraciones el teniente coronel habla de una junta de oficiales donde se debatiera si era factible o no socorrer a Haf el 24 de julio. En el parte del teniente coronel se cita literalmente que autorizó al capitán para que abandonase la posición tras recibir el último heliograma donde comunicaba que los rifeños estaban asaltando la alambrada. Sin embargo, gracias a la declaración que prestó en Melilla el veterinario Montero Montero, se puede afirmar que dicha junta se convocó el día 24 por la mañana con la intención de dilucidar si era posible el socorro a Haf.

Veterinario José Montero Montero

En un primer momento el teniente coronel sometió a la aprobación de todos los presentes un acta donde se hacía constar que ante la imposibilidad de auxiliar a los hombres de Rodríguez Chacel se les autorizaba a abandonar la posición en dirección al Zoco. Esta era sin duda la intención de García Esteban, y aunque parecía que era el criterio que debía prevalecer no fue así. Hubo un sector de oficiales -Tenientes Arenas y Mandly y el alférez Muñoz Bertet- que se ofreció a salir con sus unidades a cubrir la retirada de los hombres de Haf. Finalmente, García Esteban autorizó tal medida ante la presión de sus oficiales y mudó su primera decisión. Según relata el veterinario Montero, las compañías llegaron a formar, pero en el último momento se recibió desde Ben Hiddur la noticia de la caída de Haf. De aquellos tres oficiales que discreparon y se ofrecieron a sacrificarse tan solo sobrevivió Muñoz Bertet. El teniente Arenas Gaspar, jefe accidental de la 5ª Compañía del II Batallón fue herido en el cuello al abandonar el Zoco, y aunque pudo ser transportado en camilla no consiguió llegar a zona francesa. Arturo Mandly Ramírez, oficial de la escala de Reserva, cayó poco antes de llegar al campamento francés. El veterinario Montero consiguió llegar hasta el campamento galo, aunque durante la retirada falleció parte de la sección de Alcántara que en vanguardia de la retirada mandaba el sargento Enrique Benavent Duart, nacido en Valencia, y recientemente casado con Lutgarda Valcárcel con quien tenía un hijo de tan solo un año.


Teniente de infantería Francisco Arenas Gaspar

Reconstruir las últimas horas de Haf es algo que solo podemos hacer recurriendo al testimonio de los supervivientes, quienes dejan bien claro que lucharon hasta el último momento y que el capitán se mantuvo firme sin querer abandonar la posición hasta que inevitablemente se vieron forzados a hacerlo. Con el parapeto y las alambradas destruidas sale la fuerza tras el capitán al frente, el sable en una mano y la pistola en la otra, alentando a sus hombres a combatir. Primero cae el teniente García Ovies, después los demás oficiales hasta que finalmente, herido de muerte por una bala el capitán,  el resto de hombres corre en busca de la salvación. Según declaró el capitán Gil Rodríguez, la posición fue atacada por una gran harka que entre Arreyen Lao y Haf reunió a más de 2000 hombres. De todos ellos solo dos pudieron recorrer los quince kilómetros que separan Haf del Zoco: Miguel Carles y Manuel Carro quienes aquella misma noche contaron con todo detalle lo ocurrido en Haf. No queda duda de ello ya que todos los testigos, excepto uno, declararon recordar a los dos soldados que pudieron escapar. Por su parte, Manuel Silveiro aportó el testimonio de aquellas horas en Haf tras haber llegado el veintisiete de agosto a Melilla, y prestar declaración ante el teniente coronel Vicente Calero Ortega. El artillero relató que poco antes de abandonar la posición, el sargento –debía ser Nicolás Iranzo- hizo explosionar las cargas de artillería que aún quedaban, e inutilizaron los cañones Krupp. Después, una vez consumidas las municiones, diezmada la guarnición, destrozada la alambrada y tras haber resistido ataques de arma blanca, el capitán, sable en mano, dirigió la retirada ordenando cargar al grito de ¡A por ellos!  Silveiro y un grupo de artilleros e infantes, en lugar de  dirigirse hacia el Zoco, optaron por hacerlo hacia Batel, pero poco antes de llegar se vieron sorprendidos y obligados a esconderse entre rocas y permanecer allí varios días sin comida ni agua. El grupo, reducido a siete hombres, decide volver hacia el sur e intentar ganar la zona francesa. En el transcurso de esta huída el artillero Silveiro es hecho prisionero y trasladado a un poblado donde también se halla el alférez Ruiz Tapiador, de ahí que también prestase declaración en el juicio contradictorio sobre Rodríguez Chacel. Los rifeños que los tienen presos deciden llevarlos hasta el Pozo número 2 con la intención de canjearlos por agua. En el interior del pozo se halla una pequeña guarnición que mandan los cabos Arenzana y Lillo, y junto a ellos permanecerán hasta que el día 5 de agosto deciden fugarse en dirección al territorio francés. Según el testimonio de Ruiz Tapiador debieron recorrer 85 kilómetros hasta llegar a la frontera francesa y sostener varios enfrenamientos durante el trayecto. Silverio, Ruiz Tapiador y el resto de repatriados llegaron a Melilla procedentes de Orán el 25 de agosto.
Cuando Haf se pierde muchas de las posiciones de la demarcación estaban siendo atacadas y en algunas la situación ya era insostenible. En Arreyen Lao y Reyen ya no pueden llevar más allá la defensa y ese mismo día sucumben. De la primera se salvan un corneta y seis soldados de los casi 90 hombres que manda el capitán Alcaine que también perece junto al teniente Sánchez Hernando y 75 soldados de la 4ª Compañía del 1er Batallón. En Reyen, defendida por una sección que manda el alférez León, solo se salvan 8 hombres a pesar de haber  intentado el capitán Alonso pactar la rendición previo pago de 2.500 pesetas. Uno de sus supervivientes, el soldado Hernández Rodríguez relató al alférez Bocinos los últimos momentos de Haf. Tampoco de Tazarut se recibían mejores noticias y los ciento veinte hombres, bajo el mando del teniente Bernal y el alférez Dueñas, tienen ya muchas bajas sin que hayan podido ser socorridos. Al finalizar el día 24 se repliegan al Zoco los destacamentos de Siach 1 y 2 donde se hallan dos pelotones al mando de los sargentos Gómez Flores y  Marcelino Molero Pimentel, quienes perecerían en la retirada a zona francesa. El caso de Molero es especialmente sobrecogedor ya que en el Zoco se hallaba su hermano Andrés al mando de la 3ª Compañía del II Batallón. Durante la retirada fue herido el capitán y su hermano prefirió quedarse junto a él antes que abandonarlo en aquel estado, y así, juntos, los encontró la muerte.


Parte emitido por el teniente coronel García Esteban

En el parte redactado el 10 de agosto, el teniente coronel sí menciona que se reunió la junta de oficiales a las 22:00 h del día 24. Saturio García afirma que el objetivo era salvar el mayor número de hombres y armamento, y todos se mostraron, por unanimidad, favorables a la retirada de la columna. Con anterioridad, la Mía de policía del capitán Alonso ya había iniciado el repliegue hacia el Zoco junto a la 1ª Compañía del 1er Batallón que  había sido destacada para proteger a la caballería de Alonso. Es en este momento cuando una parte de la Mía, con los tenientes Benito y Salama, parte en dirección contraria al campamento hasta que son conscientes de que junto a ellos no se halla su capitán. Alonso aún permanece en la posición quemando el almacén y la documentación perteneciente a su unidad, y no se percata del incidente. Al parecer, según el testimonio del alférez Sanmartín, un suboficial corrió la voz de que el capitán abandonaba el campamento, lo que provocó que salieran huyendo un buen número de policías. El teniente Palacios intentó contenerlos pero para entonces el escuadrón se alejaba de la posición al galope. Finalmente, parece que los tenientes Salama y Benito lograron detener a una parte de los fugitivos, a quienes hicieron volver grupas en dirección al Zoco. Cuando se hallaban cerca del campamento, pensando la guarnición que se trataba de un ataque de caballería rifeña, abrió fuego y dispersó al grupo sin que nada más sepamos de ellos. El cuerpo del teniente Benito nunca fue recuperado, sin embargo, sí aparecieron y fueron identificados los restos de Basilio Salama en las proximidades de Tistutin y pudo ser enterrado en Melilla.
En Loma Redonda también reciben orden de repliegue sobre Sidi Ali. Forma su guarnición una parte de la 6ª Compañía del 1er Batallón. Según informes del regimiento, del total de 43 hombres a las órdenes del capitán Pedro Moreno consiguen llegar al Zoco: un sargento, dos cabos, un corneta, 29 soldados y el propio oficial al mando, muriendo en el repliegue el teniente Miguel Morales. Ya de madrugada, los supervivientes de Loma Redonda y los de Sidi Ali se retiran sobre el Zoco llegando al campamento a la 01:45, tan solo una hora y media antes de iniciarse la retirada a zona francesa. De la tropa que se hallaba en esta última posición se pudieron acoger al Zoco: el sargento José Lay, un tambor, 26 soldados y el capitán Pedro Prats herido en el cuello, muriendo en el repliegue un teniente. En el último momento se les unió la guarnición de Ben Hiddur quienes, al mando del teniente Manuel Alfonso Crespo, se habían encargado de reenviar los heliogramas que a través de la óptica habían lanzado los defensores de Haf.  De los 30 soldados de la 2ª sección de la 1ª Compañía del II Batallón que se hallaban en Ben Hiddur pudieron salvarse 8 hombres.
En la posición más alejada del Zoco, en Tazarut, también sufrieron muchas horas sometidos a continuos ataques. El regimiento de África tenía destacada una sección de la 6ª Compañía del 1er Batallón que tenía el resto de sus fuerzas en Loma Redonda. Al mando de la infantería se hallaba el alférez Dueñas Sánchez, mientras que la artillería y el mando de la posición lo ostentaba el teniente Elías Bernal. Tazarut resistió ataques a partir del día 23 y desde entonces estuvo solicitando a la cabecera todo tipo de auxilios. Desconozco por qué no se les ordenó el repliegue al Zoco, lo cierto es que en las relaciones de supervivientes del regimiento no aparece ninguno que se hallara destacado en Tazarut. Cuando en la madrugada del 25 se retiraba la columna móvil de García Esteban, envueltos por la niebla, pasaron cerca de Tazarut sin que, aparentemente, Bernal y Dueñas fueran advertidos de ello.
La retirada de la columna acabó de manera sangrienta y los supervivientes fueron repatriados desde Orán y llegaron a Melilla el 9 de agosto a bordo del Bellver. Dejo para otro momento analizar detenidamente el resultado del repliegue de la columna móvil. Según la documentación del regimiento solo escaparon con vida 441 hombres de los casi 1500 que se hallaban repartidos por la circunscripción.

 
Gregorio Jiménez Delgado. Superviviente 5ª Cia/IBon.

Epílogo

En febrero de 1922 se reconquistó Dar Drius y partiendo desde el antiguo campamento las columnas españolas recorrieron las antiguas posiciones perdidas en 1921. Una potente columna móvil al mando del general Federico Berenguer partió desde Drius el 4 de marzo con el objetivo de avanzar y reconocer el valle de Sidi Ali.  Componían la columna  fuerzas de Regulares y del Tercio, batallones de los regimientos de Pavía, Segovia y Gerona, fuerzas del 6º ligero de ingenieros, una compañía de intendencia y varias ambulancias sanitarias. Nada que ver, como se puede comprobar, con las tres columnas móviles de las que disponía Fernández Silvestre en 1921. Sin contratiempos ni resistencia avanzaron hasta alcanzar las posiciones perdidas durante el Desastre.  Las tropas de Regulares fueron las encargadas de entrar en Haf casi diez meses después de su aniquilación. Los rifeños habían transformado gran parte de la posición y habían convertido una parte en vivienda y  corrales de ganado. Pero lo que sin duda sorprendió a Berenguer y sus hombres fue no localizar ningún cadáver a pesar de que tenían constancia de que la resistencia había sido encarnizada. Tan solo encontraron algunos uniformes de artilleros y en el interior de una casa tres cierres de los cañones del teniente Corominas. Quién enterró los restos de los defensores será algo que nunca sabremos, solo nos queda el consuelo de saber que 91 años después aún recordamos su sacrificio.

Los testigos
En el juicio contradictorio del capitán Rodríguez Chacel declararon en total 15 oficiales y un soldado, lo que suponía la práctica totalidad de los oficiales supervivientes de la columna del Zoco -se pudieron salvar 18 jefes y oficiales- exceptuando al veterinario Montero, el capitán Aguilera Maurici, el teniente García Gómez y el alférez Falcó Corbacho. El resto de los mandos prestó declaración empezando por el teniente coronel Saturio García Esteban (2-10-1865), veterano de muchas campañas desde su ingreso como soldado en 1885, retirado tras ascender a coronel, y a quien se le negó el ascenso que había solicitado a general de brigada honorífico. El promotor y principal testigo en el juicio contradictorio fue Francisco Alonso Estringana, quien continuó en la policía indígena hasta su ascenso a comandante en 1925. Poseía la Cruz de María Cristina y era un oficial experto y bien considerado entre los mandos, como queda claro en la famosa carta que el teniente coronel Fernández Tamarit escribió al general Fernández Silvestre, en la que enumeraba y denunciaba los excesos de una parte de la oficialidad de la policía. En 1936, siendo teniente coronel, se hallaba disponible en la 1ª región militar, y por lo visto comprometido con el alzamiento aunque no tuviera mando directo sobre tropa. En algunas fuentes se cita que fue fusilado, pero parece que en realidad fue detenido, sin estar en condiciones de dar más datos ya que posteriormente pierdo su pista.


Capitán Francisco Alonso Estringana

El médico Miguel Palacios, quien atendió a los heridos de Haf, ascendió a capitán en 1925 y en ese empleo le sorprendió el golpe de estado mientras estaba destinado en el parque central de sanidad militar en Madrid. Con anterioridad había conspirado contra la dictadura de Primo de Rivera, y posteriormente entabló estrecho contacto con miembros de la CNT y fundó la Unión Militar Antifascista. Durante la contienda estuvo al frente de la 39ª Brigada Mixta y del XVI Cuerpo de ejército de Levante. Tras la guerra fue represaliado y sufrió prisión.  El tercer oficial de la mía del capitán Alonso, el joven alférez Víctor Sanmartín Molinero, pasó posteriormente a la Guardia Civil. En 1936 se hallaba en Toledo enfermo, fue detenido por milicias republicanas y fusilado siendo capitán.
Pedro Prats García (1-1-1893), jefe de la 1ª Compañía del II Batallón, continuó en Marruecos y pasó por diferentes unidades de regulares. En julio de 1936 era comandante en el Grupo de Regulares de Larache al mando del teniente coronel Luis Romero Basart. Prats se negó a sublevarse, por lo que fue detenido y posteriormente dado de baja por desafecto. Idéntica suerte corrió el capitán Pedro Moreno Muñoz (13-7-1895) de la 2ª Compañía del 1er Batallón, destinado en 1936 en el juzgado de Causa de Madrid, quien también se negó a sublevarse siendo por ello apartado del servicio activo. Manuel Gil Rodríguez (5ª Compañía del 1er Batallón) era el oficial más antiguo en la cadena de mando tras el teniente coronel; ascendió a comandante en 1923 y con este empleo se retiró del ejército acogiéndose a las leyes de Azaña.

Alférez Ildefonso Ruiz-Tapiador 1901-1990
Entre los tenientes quisiera destacar al veterinario José Montero Montero (Córdoba 21- 2-1895. 21-11-1941), ya que su testimonio en la investigación de Picasso fue relevante y muy esclarecedor. Montero se licenció en Veterinaria por la Universidad de Córdoba y en 1919 opositó al cuerpo de veterinaria militar obteniendo el número 2 de la promoción. Tras un breve paso por el 3er regimiento de artillería pesada, recaló en el 14º de caballería donde ya ostentaba el empleo de veterinario 2º y permaneció destinado hasta febrero de 1923. Posteriormente volvió al protectorado; en 1926 se hallaba en las intervenciones militares de Tetuán, y en 1928 en la Mehal.la Jalifiana de Yebala. Ya durante la República ascendió a veterinario 1º. En 1936, según reza en el anuario, se hallaba disponible en Huelva aunque con posterioridad sirvió en el cuartel general en Burgos. José Montero falleció en Córdoba a la edad de 46 años; en 1929 había contraído matrimonio con Marina García Natera y habían sido padres de cuatro hijos.
El joven alférez Ildefonso Ruiz-Tapiador Guadalupe (Orgaz, Toledo 31-7-1921), aún no había cumplido los veinte años cuando se hallaba al frente de la posición de Dar Azugaj que guarnecía una sección de la 6ª Compañía del II Batallón. El día que cumplía 20 años fue recluido junto al artillero Silveiro (superviviente de Haf) en el Pozo número 2, de donde pudieron escapar el 5 de agosto internándose en zona francesa. En 1936, siendo capitán, se hallaba destinado en el regimiento de infantería de San Quintín en Valladolid. El regimiento al completo -a excepción de un alférez- se sublevó y formando parte de la columna del coronel Serrador se dirigió al Alto de los Leones. En los duros combates que allí se originaron fue herido de tal gravedad que incluso fue dado por muerto. Desde entonces, y debido a las secuelas físicas que le quedaron, pasó al cuerpo de inválidos y durante la guerra ejerció de profesor en la Academia de Infantería de Toledo. Fue autor de varios libros de enseñanza militar y continuó en el ejército donde llegó a ostentar el empleo de general de brigada en 1959. Ruiz Tapiador falleció en Madrid el 9 de septiembre de 1990.

Oficiales supervivientes del regimiento de África 68

Compañero de promoción de Ildefonso era el entonces alférez Bernardino Bocinos Alonso-Villaverde perteneciente a la 1ª del 1º. Sirvió muchos años en el antiguo protectorado y se convirtió en un experto interventor y autor de varios libros tanto de temática legislativa como de las intervenciones militares. En julio de 1936 se hallaba destinado en la intervención del Rif en Beni Hadifa. Tras su ascenso a comandante fue designado comandante militar de Plasencia y en 1956, siendo coronel, fue jefe del regimiento del Príncipe, el mismo que con otra denominación mandó en julio de 1936 el coronel Tulio López Ruiz, ayudante del general Fernández Silvestre en 1921.
Daniel Herrera Merino 1894-1936
De todos los testigos los que padecieron de forma más trágica la guerra civil fueron, sin duda, el teniente Daniel Herrera Merino y el alférez Eduardo Navarro Chacón, ambos de la compañía de ametralladoras del 2º Batallón que tenía al capitán ausente. Herrera, jefe accidental de la compañía, era al estallar la sublevación en 1936 capitán de infantería en el regimiento de Simancas de guarnición en Gijón. La unidad al mando del coronel Pinilla se sublevó íntegramente y permaneció en el cuartel hasta el 21 de agosto, fecha en que las milicias republicanas lograron romper el cerco y tomar el cuartel. Entre los muertos se hallaba el capitán Herrera Merino. A su madre, Mercedes Merino Martínez, le concedieron en noviembre de 1938 la Medalla de Sufrimientos y al fallecido capitán el ascenso por méritos de guerra.
Por su parte, Eduardo Navarro Chacón (24-5-1898), que al producirse la sublevación era también capitán en el batallón de ametralladoras nº 2 en Almería, se sublevó, por lo que posteriormente fue detenido y conducido a Cartagena donde sería confinado en el buque prisión España 3. El 14 de agosto el buque partió de Cartagena y una vez hubo abandonado la bahía hicieron subir a cubierta a los 152 prisioneros que serían ejecutados arrojándolos al mar con pesos en los pies, en uno de los más lamentables episodios de la República en guerra.
Mejor suerte corrieron, aunque también sufrieron los rigores de la guerra, los tenientes Luis Muñoz Bertet y Manuel Alfonso Crespo. El primero, quien se reveló contra la decisión de su teniente coronel de no auxiliar a los defensores de Haf, pasó poco después de Annual a la Guardia Civil y en 1936 era capitán en la Comandancia de Castellón. Fue retirado por desafecto por el gobierno republicano en 1938 y. tras finalizar la contienda, también dado de baja por el gobierno de Franco. Fijó su residencia en Valencia, de donde no tengo más noticias porque pierdo su pista. El teniente Manuel Alfonso Crespo, comandante del puesto de Ben Hiddur y encargado de transmitir por óptica los mensajes que enviaban desde Haf, pasó al cuerpo de Carabineros. La guerra le sorprendió en Valencia donde se mantuvo fiel al gobierno de la República siendo capitán. Tras finalizar la guerra, fue también apartado por la ley Varela que impedía continuar en el cuerpo a aquellos carabineros y guardias civiles que habían servido en zona republicana.


Bibliografía
Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50, nº 1 y 6. 1ª Pieza de la Información gubernativa instruida por el General de División Juan Picasso González (Expediente Picasso). Páginas 1714 a 1735, información enviada por el regimiento de infantería África 68.
Tribunal Supremo Reservado. Expediente 50, nº 38 y 39. 1ª Pieza de la Información gubernativa instruida por el General de División Juan Picasso González (Expediente Picasso). Parte escrito por el teniente coronel García Esteban.
Diario oficial del  Ministerio de la Guerra. 13-07-1926 DO nº 154
Santiago Domínguez Llosa. Zoco del T’Latza, el otro desastre. Revista de historia militar.
Juan Pando Despierto. Historia Secreta de Annual. Ediciones Temas de Hoy. Madrid 199
Coronel Garate Córdoba. España en sus Héroes. Editorial Ornigraf, Madrid 1969.
La Correspondencia de España. Viernes 24 de marzo de 1922.
Declaración del veterinario José Montero Montero y fotografía del  mismo enviada por su nieto Ignacio Montero Ruiz a quien agradezco la confianza.
La fotografía de Gregorio Jiménez Delgado enviada por la familia a quien agradezco la confianza.

Fotografía del general Ildefonso Ruiz-Tapiador extraída de http://villadeorgaz.es/orgaz-personajes-ruiz-tapiador.html.
Fotografía de Francisco Alonso Estringana, obtenida del foro Desastre de Annual. Fue realizada el 21-06-1920 y donada por Gracia González de las Cuevas.
La fotografía de Arreyen Lao fue donada por Santiago Domínguez Llosa en el foro Desastre de Annual.
La fotografía de Ernesto Rodríguez Chacel esta extraída del libro de Antonio Carrasco García “Las imágenes del Desastre”. Editorial Almena, Madrid 1999.