jueves, 16 de enero de 2014

La atención médica durante el Desastre de Annual

La atención médica durante el Desastre de Annual

La ingente cantidad de heridos que se produjo a raíz del Desastre puso a prueba la capacidad sanitaria de Melilla. Desde los combates del Kert los hospitales de la ciudad, que hasta ese momento habían atendido mayoritariamente a pacientes afectados por enfermedades, no habían recibido jamás tal profusión de heridos. La estructura sanitaria del frente se vino abajo por completo desapareciendo la totalidad de enfermerías, hospitales de campaña y consultorios, quedando únicamente los hospitales de Melilla para atender a todos los heridos y enfermos. Nunca, hasta aquel verano de 1921, habían fallecido tantos oficiales médicos en campaña y en tan pocos días. A pesar de que la voluntad del mando fue no dejar sin asistencia a ningún herido,  muchos fueron los que fallecieron durante el desconcierto de la retirada sin haber recibido atención médica. Tampoco la tuvieron quienes, tras resistir agónicamente en Igueriben, Sidi Dris o Monte Arruit, fueron masacrados después de haber padecido lo indecible. A todos ellos, y a los médicos y sanitarios que murieron en el intento de aliviar a sus compañeros, quiero dedicar esta crónica.


Jefatura de Sanidad Militar de Melilla

Componían la Jefatura tres grandes bloques de asistencia para los soldados en campaña: en primer término estaban los oficiales médicos destinados en los cuerpos, primer auxilio que recibía la tropa, en segundo lugar, los hospitales y enfermerías de campaña donde eran atendidos los heridos y enfermos con el objetivo de ser evacuados con la mayor celeridad posible, y finalmente, los hospitales de Melilla donde eran tratados hasta su total curación. Alrededor de los hospitales se agrupaban la sección de farmacia, el laboratorio y el parque de sanidad. Para asistir y poder llevar a cabo su labor, en todos los servicios se contaba con la Compañía Mixta de Sanidad Militar, cuyas secciones se encargaban de diferentes servicios: refuerzo junto a los oficiales médicos, asistencia en posiciones sin facultativos, y transporte de heridos en auto ambulancia, artolas o tren hospital. En otra dimensión sanitaria se encontraban los oficiales médicos destinados en consultorios indígenas cuya función era atender a los locales, siendo su labor muy valorada por la población ya que era la única asistencia profesional que podían recibir. Finalmente, de la propia Jefatura dependían los enfermeros civiles, personal un tanto olvidado al no estar acogido (en julio de 1921) a los beneficios que por heridas y muerte en combate tenían los militares. Entre los diferentes destinos servían un total de 97 oficiales médicos, 2 oficiales de la escala de reserva de Sanidad Militar y 410 sanitarios para asistir a más de 24.000 hombres.

Promoción de ingreso 27-09-1919
Atendiendo a la declaración del Coronel Jefe, los medios con que contaba la Jefatura resultaban insuficientes; había deficiencias y falta de recursos en las enfermerías de campaña, en los hospitales, en transporte y parque de sanidad. En hospitalización, era necesario hacer obras en el Docker y ampliar el hospital indígena de forma que permitiera doblar su escasa capacidad. El coste de ambos proyectos ascendía a casi medio millón de pesetas. El proyecto de substituir barracones del Docker por otros de mampostería fue presentado al Ministro de la Guerra durante su visita en 1920, pero no se llegó a aprobar. La construcción de un hospital militar en Annual era sin duda necesaria debido al carácter de importante base avanzada de la posición y la lejanía de los hospitales fijos. El 22 de julio, la enfermería de Annual podía ser batida desde muchos ángulos ya que no estaban protegidas las tiendas tortuga que albergaban tan solo veinte camas. El proyecto de construcción de un hospital de campaña compuesto de cinco pabellones con cien camas ascendía a 200.000 pesetas. También era necesario ofrecer mejor asistencia en Sidi Dris, posición en la que la evacuación de enfermos y heridos se hacía por vía marítima; para ello había también un proyecto valorado en 30.000 pesetas. En cuanto a los medios de transporte, el Coronel Jefe creía necesario doblar el número de ambulancias -de cuatro a ocho- ya que, siendo habitual que alguna se hallase en reparación, ni siquiera con seis era posible garantizar un servicio eficiente. Se necesitaba también ampliar el número de camionetas Ford, de menor coste que las ambulancias y muy útiles para evacuar heridos que no necesitaran ir en posición horizontal.
La Compañía Mixta necesitaba el doble de las artolas que tenía, debido a lo abrupto del terreno y a la gran cantidad de efectivos destinados en primera línea. Era necesario, asimismo, disponer de un garaje en Dar Drius donde guardar las ambulancias y camionetas que cubrían el recorrido entre Annual y Tistutin. El parque de sanidad necesitaba más piezas de recambio para las ambulancias, además de artolas, material de curación, botiquines y juegos de cestones. En cuanto al material quirúrgico, se requerían autoclaves y elementos de esterilización para utilizarlos a medida que la campaña fuera ganando en intensidad. El importe total de todas las peticiones que cursó el Coronel Jefe de Sanidad en el informe fechado el 9 de julio -días antes de la retirada de Annual- ascendía a 731.000 pesetas. Tan solo el garaje para ambulancias en Dar Drius pudo entrar en funcionamiento pocos días antes del 22 de julio. Las justas peticiones que hizo el coronel Francisco Triviño se realizaron, obviamente, sin pensar en el inminente y trágico devenir de los acontecimientos. Aquel mes de julio, en los hospitales de Melilla estaban ingresados un total de 1025 oficiales y soldados, la mayoría debido a enfermedades. En el periodo comprendido entre el 1 de enero y el 17 de julio de 1921 se contabilizaron en los hospitales de Melilla un total de 91 muertes debido a enfermedades, frente a las 6 ocasionadas por la campaña; cuatro por heridas causadas por el enemigo, y dos por accidente de aviación. Con el fin de atender a los posibles heridos de guerra, y con buen criterio, el coronel Triviño instaló en el seno del Hospital Docker una clínica para heridas y traumatismos bajo la dirección del comandante Clemente Herranz Lamich, adonde llegarían los primeros heridos evacuados en el tren hospital.
Hospital de la Cruz Roja. Damas enfermeras y ambulancia
1-Maruja de la Paz Orduña. 2-Duquesa de la Victoria
Mandaba la Jefatura el mencionado coronel Francisco Triviño Valdivia (Canjáyar, Almería 30-7-1861), médico militar desde 1887, periodista, escritor y gran conocedor de los usos y costumbres del Protectorado en el que estuvo destinado la mayor parte de su carrera militar. En 1889, en Melilla, fue uno de los médicos que atendieron al general Villacampa, quien tres años antes había protagonizado el último golpe de estado del siglo XIX. En 1901 obtiene el empleo de Médico Mayor, y en 1909 lo encontramos destacado en la Delegación Española de Tánger. Es autor de un gran número de libros, entre ellos: Apuntes del Magreb (1900), Cinco años en Marruecos (Apuntes de un médico) (1903), Del Marruecos Español; notas políticas, militares, financieras, agrícolas, de comercio e industrias, estadísticas y cuadros de vida y costumbres (1920), Los del Tercio en Tánger (1926), e Intimidades de Marruecos, conjunto de textos escritos junto a, los también médicos, Felipe Ovilo Canales y Adolfo Ladrón de Guevara. De su matrimonio con María Sánchez Garrido nacieron varios hijos, uno de ellos -Gracián- compartió vocación con su padre; se licenció en Medicina e ingresó en la Academia de Sanidad Militar obteniendo el despacho de teniente médico en 1919. El 14 de diciembre de 1921, FranciscoTriviño es cesado en la Jefatura, siendo substituido por el coronel Puig Cristian. Ascendió a inspector médico de 2ª en 1925, y dos años después pasó a la reserva, tras quedar en 1924 absuelto en el consejo de guerra que juzgó su conducta en los sucesos de 1921. En 1926 publicó la que fue su última novela Los del tercio de Tánger, y en 1934 falleció.
Carlos Gómez-Moreno Martínez (Roma 9-3-1879) era por entonces secretario de la Jefatura de Sanidad, cargo que ostentaba desde 1920. Veterano de la campaña de 1909 y destacado en el combate de Taxdirt, pasó muchos años en Marruecos hasta que ascendió a comandante en abril de 1919, siendo destinado a los manicomios de Pedro Mata (Reus) y Ciempozuelos (Madrid). Tras el Desastre, se le abrió juicio contradictorio para la concesión de la Laureada por su comportamiento el día 22 en Annual. Al mismo tiempo, junto al comandante médico Fernández Lozano fueron objeto de un consejo de guerra donde se dilucidaron las mismas cuestiones por las cuales se le quería conceder la condecoración. En ambos casos el resultado fue similar; no fueron condenados ni premiados por sus actuaciones en Annual. Carlos Gómez-Moreno, quien era hijo del pintor y arqueólogo Manuel Gómez-Moreno González, falleció en su Granada natal en octubre de 1926.
Jura de bandera de la promoción de 1914
Tres capitanes figuraban adscritos a la Comandancia para cubrir contingencias del servicio. Luis Marina Aguirre (Madrid,10-2-1886)- hijo del general José Marina Vega- se encargaba de la asistencia personal del Cuartel General. Ingresó en la Sanidad Militar en 1915 aunque se había licenciado en 1910. Aquel año la Cruz Roja de Melilla le premió por los servicios prestados en los hospitales de la ciudad. En febrero de 1917 obtuvo el título de piloto de aeroplano, siendo el segundo oficial médico que obtenía tal cualificación. Em mayo de 1913 el entonces capitán médico Antonio Pérez Núñez se convirtió en el primer miembro de sanidad militar que pilotaba un avión siendo uno de los pioneros del arma. Hasta la finalización de las campañas en 1927 los únicos oficiales médicos que poseían el título de aviador fueron el córdobes Antonio Pérez y Luis Marina. En 1922, el capitán Marina, abandonó su destino en Melilla y, tras un breve paso por regimientos en la Península, se le destinó al arma de aviación donde permaneció hasta su retiro en 1931 con el empleo de capitán. Falleció en Madrid en 1966. Al margen de Marina cubrían las eventualidades los capitanes García Martínez y García Gutiérrez que, como veremos, eran directores de las enfermerías de Drius y Annual respectivamente.

El primer escalón

Los oficiales médicos destinados en los cuerpos constituían la primera asistencia que recibían los soldados en campaña. En algunos casos, estos oficiales debían montar los puestos de socorro en primera línea, provocando que algunos de ellos fallecieran mientras atendían a los heridos. Cuando la situación lo demandaba, debían acudir a posiciones donde eran requeridos, a lomos de un caballo, por tortuosos caminos y acompañados permanentemente de su botiquín de campaña. Los tenientes y capitanes médicos se veían obligados a cumplir tres turnos obligatorios de permanencia en el rotectorado, lo que suponía pasar 6 años comprendidos entre los veintitrés y los treinta, circunstancia que no ocurría en los demás cuerpos salvo que lo solicitarán voluntariamente.
Un total de 35 médicos se hallaban destinados en los diferentes cuerpos. Veinte y dos de estos jóvenes oficiales servían en el frente junto a sus unidades; otros 12 tenían destino en Melilla y tan solo 1 disfrutaba de permiso oficial. Murieron en combate 9: Luis Hermida,  Fernando Serrano (en cautividad),Rover Motta, Méndez León (a consecuencia de una caída), Enrique Videgain, Modesto García, Teófilo Rebollar, Manuel Fernández Andrade y Weceslao Perdomo.
Los regimientos de infantería tenían asignado un oficial médico por batallón, siendo la única excepción el 68 de línea, que tenía cuatro galenos en sus filas.

Promoción de ingreso 27-09-1919
El Regimiento de San Fernando fue el único que no perdió ninguno de sus oficiales médicos. El capitán Amadeo Fernández Gomara (Santoña, Santander 31-1-1888),  del 1er Batallón, se hallaba en Melilla, según consta en la documentación del regimiento, prestando servicio a las fuerzas del cuerpo y a las familias. Al comenzar la guerra en 1936, el capitán Fernández fue detenido y fusilado por milicias republicanas en Valencia, el 24 de septiembre en la ermita de la Vera. Estaba destinado en el 2º grupo de la 2º comandancia de sanidad militar.
Felipe Peña Martínez era, además de médico del 2º Batallón, director de la enfermería de evacuación sita en Ben Tieb (desde el 14 de julio). Nacido en Buenos Aires en 1896, se crió en Villagonzalo (Badajoz), de donde era natural su padre. Alumno de la madrileña Universidad de San Carlos ingresó en la Academia de Sanidad Militar en febrero de 1920, siendo su primer destino el Regimiento de San Fernando. El 22 de julio, siguiendo órdenes, se retiró junto a la guarnición de Ben Tieb en dirección Dar Drius. Días después, en Monte Arruit, fue herido en la cabeza mientras curaba a un oficial. Su comportamiento durante el asedio mereció que fuera propuesto para que se le concediese la Laureada. El 9 de agosto consigue salir con vida de la masacre de Arruit y es capturado por un rifeño que le lleva a Segangan desde donde negociará su rescate. El 14 de agosto, un mes después de incorporarse a su destino en Ben Tieb, es liberado y puede llegar a Melilla, convirtiéndose en el único oficial superviviente de la guarnición de Ben Tieb. Recibe en mayo de 1923 la Medalla de Sufrimientos, por la herida recibida el 30 de julio cuya curación le mantuvo apartado del servicio durante 165 días. En 1936 se halla destinado en el 4º Grupo de la 2ª Comandancia de Sanidad Militar, a las órdenes del comandante Narciso Barbero. Su fidelidad a la causa debió suscitar dudas ya que tras la guerra (1942) se le retiró con la pensión de comandante.  Falleció en Bilbao en febrero de 1956.
Idéntico recorrido profesional que Peña siguió el teniente médico Miguel Cadenas Rubio. Nacido en Úbeda el 9 de octubre de 1898, se licenció igualmente en la Universidad de San Carlos, y en septiembre de 1920 ingresó en la Academia. Miguel Cadenas se incorporó al regimiento en febrero de 1921. Al producirse la retirada el 22 de julio era el médico del batallón que a las órdenes del teniente coronel Pérez había llegado a Annual el 19 de julio formado por cinco compañías de fusiles y una de ametralladoras. En el expediente Picasso no consta su declaración, pero la documentación del regimiento indica que el 1 de agosto estaba en Melilla y no tomó parte en la defensa de Arruit. También, como Peña, se mostró leal a la República, aunque en su caso debido a fuertes convicciones ideológicas, y prestó servicio como comandante médico en el arma de aviación. Al finalizar la contienda se exilió a Argentina, adonde llegó a bordo del vapor francés Massilia el 19 de octubre de 1939, y en la república sudamericana, permaneció hasta su fallecimiento en 1970.

Botiquín de batallón
Juan Pérez Ruiz-Crespo (5-2-1892) se licenció en 1915 y fue destinado a los grupos de hospitales de Melilla, donde continuó hasta su ascenso a capitán en 1921, cuando se le destina al 1er Batallón de Ceriñola. Al margen de su jornada laboral, compartía despacho en la Policlínica para obreros del barrio del Real, con los también médicos Sainz de la Maza y Víctor García Martínez. El 22 de julio por la mañana, en Annual, es destacado para conducir el convoy de heridos, entre los que se hallan los supervivientes de Igueriben, a los que, con toda probabilidad, debió atender el día 21. El capitán Pérez ascendió a comandante en enero de 1936, quedando en julio disponible en Valencia y permaneciendo fiel a la República. Tras la guerra fue readmitido, aunque posteriormente apartado del Ejército.
Al incorporarse el capitán Pérez a Annual, el teniente Pablo Bilbao Lumbreras (Madrid 15-9-1897) finalizó su periodo de operaciones y partió hacia Melilla. Hasta aquel momento había montado puestos de socorro para atender a los heridos de los combates del 16 de junio, 17 y 19 de julio. Pablo Bilbao ascendió a capitán, y con ese empleo estaba cuando estalló la guerra civil en la que permaneció fiel a la República. Durante la contienda, ascendió a comandante siendo el cirujano jefe del Hospital Militar de Aviación de El Vedat (Valencia), y  director del Hospital Militar de Barcelona. En 1942, se encontraba en situación de reserva, retirado y pensionado, en la misma situación que el teniente Felipe Peña. Pablo Bilbao falleció el 2 de diciembre de 1945 en Madrid a la temprana edad de 47 años, siendo teniente coronel médico y hallándose en posesión de varias cruces al mérito militar.
Comandante médico en Arruit
tras la reconquista
En el Regimiento de Melilla sufrieron las bajas mortales de dos tenientes médicos: José Rover Motta, y Fernando Serrano Flores. Rover Motta (Palma de Mallorca 6-11-1891) fue -involuntariamente- uno de los culpables de mi interés por el Desastre cuando en 1988 vivíamos en Palma, en la calle que aún hoy lleva su nombre, y quise saber quién era aquel personaje. Hijo del farmacéutico y subdelegado de farmacia José Rover Tolrá y de Matilde Motta, que regentaban una farmacia en la plaza de Antonio Maura, José Rover ingresó en la Academia en 1918, siendo soldado de la Comandancia de Tropas de Sanidad Militar de Barcelona, en cuya facultad cursó la carrera. En agosto de 1919, fue destinado al 3er Batallón del Melilla 59, y el 22 de julio prestaba servicio en Cheif, donde se hallaba una de las columnas móviles de su unidad. En la mañana del 23, mientras se producía la evacuación de la posición, resultó herido, pese a lo cual no fue evacuado desde Drius sino que continuó hasta Monte Arruit, falleciendo el día 9 de agosto. Por R.O. de 26 de julio de 1921 fue destinado a la Compañía Mixta de Sanidad Militar, de ahí que en la documentación aparezca entre los oficiales de esta unidad, aunque de hecho nunca llegara a incorporarse.
La plaza de médico que dejó vacante el teniente José Rover Motta la obtuvo el teniente Luis Méndez León (Madrid 7-8-1896), oficial que no consta en los listados del regimiento ya que hacían referencia a los días 22 de julio y 1 de agosto. El teniente Méndez sufrió, pocos días después de incorporarse, una caída de caballo y se fracturó la base del cráneo. Tras permanecer ingresado en Melilla fue trasladado a Málaga en cuyo hospital falleció el 20 de septiembre.
No lejos de Palma de Mallorca, en Valencia, hay también una calle que recuerda a otro joven médico muerto en Marruecos: Fernando Serrano Flores, nacido allí en 1896 en el seno de una humilde familia. Tras finalizar el bachillerato consiguió acceder a una beca para cursar estudios de Medicina. Ingresó en la Academia en febrero de 1920 y, como la mayoría de jóvenes tenientes médicos, fue destinado a Marruecos, en concreto al Regimiento de Melilla que Serrano había solicitado. El 22 de julio formaba parte de la guarnición de Dar Quebdani y como tal asistió días después a la reunión de oficiales donde se decidió la suerte de casi mil hombres. Tras la carnicería fue hecho prisionero y conducido al campamento de Annual. Coincidió muy pocos días en Axdir con el teniente médico Vázquez Bernabeu ya que el 21 de septiembre escapó a nado consiguiendo llegar al Peñón de Alhucemas. Debido a que tras ser capturados fueron separados oficiales y soldados, Serrano no pudo instruir a ninguno de los prisioneros en Annual hasta marzo de 1922 cuando los soldados fueron internados en Ait Kamara. Fue entonces, tal y como recogen las memorias de Francisco Basallo, cuando pudo reunirse con el sargento e instruirle en nociones de medicina. Queda constancia de dos desplazamientos de Serrano al campamento de soldados, el primero en marzo y el segundo el 18 de mayo, permaneciendo hasta el  7 de junio.
Francisco Basallo
El apreciado médico Serrano se infectó del letal tifus que asolaba el campamento y enfermó rápidamente, aunque no por ello descuidó las atenciones a sus compañeros. A pesar de los ruegos que el general Navarro y el resto de oficiales hicieron llegar al caudillo rifeño, este no consintió que Serrano fuera trasladado al Peñón de Alhucemas, donde a buen seguro habría recibido mejor atención y tal vez se hubiera evitado el triste final que el joven oficial tuvo muriendo el 18 de julio de 1922. Abd el Krim tampoco permitió que su cuerpo fuera trasladado al Peñón, por lo que se le tuvo que dar sepultura en el improvisado cementerio construido por los prisioneros. Era tal la incomunicación entre los dos campos de prisioneros que el sargento Basallo no supo de la muerte de Serrano hasta el mes noviembre, cuando fue trasladado al campo de Axdir donde permanecerá hasta su liberación.
Tiempo después, en mayo de 1923, el Rey visita el campamento de Paterna (Valencia) en compañía del Capitán General Milans del Bosch. Ambos inauguran un monumento a la memoria del teniente de artillería Cortina Rico, muerto en Monte Arruit. Tras el acto, se informa al Rey de que entre el público están los padres del teniente Serrano, acompañados por el doctor Sanchís Bergón, presidente de la Federación Nacional de Colegios de Médicos. El doctor Sanchís se dirige y pide a S. M. que le sea concedida paga a favor de los padres, como hubiera correspondido si Serrano hubiese fallecido en campaña. Sanchís tenía un gran conocimiento del Ejército -había sido oficial y su padre llegó a  general de Sanidad Militar- por lo que sabía que no siendo objetivo, como no lo era, le sería denegada la pensión, así que se propuso tocar la fibra sensible del Monarca para que intercediera ante el Gobierno. Alfonso XIII no pudo contener la emoción mientras aquellos desconsolados padres -el oficial era su único hijo- se dirigieron a él implorando la gracia real. Con los ojos arrasados en lágrimas el Monarca les prometió interesarse por el tema, y allí mismo entregó mil pesetas al padre y dos mil a la madre. Finalmente, la pensión le fue concedida el 24 de mayo de 1924, siendo los receptores sus padres, Fernando Serrano y Josefa Flores. En el mismo acto recibieron un importante donativo algunos soldados valencianos que habían sufrido mutilaciones durante  la campaña. Hoy en día aquellos inválidos de guerra aún acompañan al teniente Serrano; en la calle que lleva su nombre, en Valencia, está la Asociación Cultural de Inválidos Militares de España.
1- Fernando Serrano Flores
En el Zoco Telatza acampaba la columna móvil del Regimiento de África; sumaban casi mil hombres entre las diferentes unidades (29 jefes y oficiales y 940 soldados). La posición tenía una enfermería que dirigía el teniente Juan Pereiro Courtier, y que disponía de 20 camas, un pequeño quirófano, botiquín fijo y salas de duchas, curas, y reconocimiento. El teniente médico contaba con la ayuda del médico de la 9ª Mía de Policía, Miguel Palacios Martínez, aunque los médicos que servían en la policía no dependían orgánicamente de la Jefatura de Sanidad sino de la de Asuntos Indígenas. Al producirse la retirada a zona francesa, el 25 de julio se abandonó todo el material y los dos médicos consiguieron llegar al puesto francés de Hassi Uenzga, desde donde días después fueron repatriados a Melilla. Con posterioridad, ambos siguieron carreras profesionales similares hasta el estallido de la guerra civil; ascendieron a capitán en 1923, pero el 18 de julio situó a cada uno en bandos opuestos. Palacios, que el 18 de julio estaba destinado en Madrid, mantenía contactos con grupos próximos a la CNT. Fue uno de los encargados de intentar parlamentar con el coronel Tulio López Ruiz, ayudante de Fernández Silvestre en 1921, con el objetivo de que rindiera el regimiento que mandaba. Posteriormente, se le situó al frente de la 39 Brigada Mixta, de la 5ª División y hasta llegó a mandar el XVI Cuerpo de Ejército de Levante. En 1938 fue condecorado por el gobierno republicano con la medalla del valor. Al finalizar la contienda se exilió, aunque años después volvió a Madrid, donde falleció el 16 de mayo de 1979. Por su parte, Juan Pereiro, destinado en el 4º Grupo de la 1ª Comandancia de Sanidad en La Coruña, se alzó en armas y fue enviado al frente de Asturias. Al mando de su unidad participó en la toma de Oviedo por lo que, junto al resto de fuerzas que participaron, se le concedió la Medalla Militar Individual. Tras su ascenso a comandante fue director de los hospitales de Griñón (Madrid) y de Torrijos. Se retiró del Ejército con el grado de coronel médico.
Enrique Videgain Aguilar
En Annual tenía el Regimiento de África un batallón compuesto por 600 hombres entre los que estaban los médicos Enrique Videgain Aguilar y Francisco Muguruza Uribe. El primero pertenecía a la promoción de 1919, mientras que el segundo llevaba menos de un mes en el territorio.
Enrique Videgain, nacido el 25 de noviembre de 1892 en La Seu d’Urgell, LLeida, se licenció en Medicina en la Universidad de Valencia, donde coincidió algunos cursos con Vázquez Bernabéu y Serrano Flores. Recién salido de la Academia, se incorporó al Regimiento de África. El 22 de julio se hallaba en Annual; mandaba el Batallón de África el comandante Andrés Piña que murió al coronar el Izumar. Los restos del regimiento llegaron a Drius, y el día 23 el teniente Muguruza partió al frente de un convoy de heridos, mientras que Videgain quedó junto a las tropas que ya mandaba el general Navarro hasta llegar a Monte Arruit. En el recinto, futuro escenario de la masacre, el teniente médico se multiplicó para poder curar a sus heridos en condiciones inhumanas y sufriendo el durísimo asedio. El 9 de agosto abandonó la posición acompañando a los pobres heridos que, en camilla, no podían caminar. No hubo perdón ni para aquellos que ni tan siquiera se podían defender, y junto a ellos cayó el teniente Videgain. Al recuperar la posición en octubre, se pudo reconocer su cadáver y se le dio sepultura en el Panteón de Héores. Francisco Muguruza, por su parte, sobrevivió al Desastre, pero no a la fratricida guerra civil: el 18 de julio, destinado en San Sebastián, fue detenido, juzgado y fusilado por auxilio a la rebelión.
Las tropas de Policía Indígena eran las que contaban con el mayor número de médicos el 22 de julio: un total de ocho, todos ellos –a excepción del teniente Simplicio Vidal que dirigía la enfermería del Peñón de Alhucemas- en el frente avanzado. En Annual estaban junto a sus mías -8ª y 11ª- dos médicos: Jaime Roig Padró y Joaquín D’Harcourt Got.
Jaime Roig Padró
La 8 ª Mía, al mando del capitán Jiménez Ortoneda, participó el día 22 en una operación para instalar una posición entre la Intermedia B y Ben Tieb. Los trabajos se suspendieron y las tropas se retiraron en dirección Ben Tieb y posteriormente Dar Drius. Al día siguiente, el capitán recibió órdenes de seguir hasta Nador desde donde partieron hacia Melilla. Roig Padró (Reus 10-1-1896) era de profundas raíces catalanas y se hallaba muy comprometido con el tejido asociativo y cultural de Cataluña. En 1934 fue detenido tras el octubre revolucionario, y dos años después se presentó a las elecciones generales de febrero representando a Fomento Nacionalista Republicano. Al comenzar la contienda regresó al Ejército como comandante, y se hizo cargo de la red de trenes hospitales, fue director de los servicios de evacuación y de la Dirección General de la Asistencia Social. En mayo de 1938 fue condecorado con la Medalla del Deber por su labor de conjunto. Formó parte del extenso exilio español y, tras un breve periodo de tiempo en la República Dominicana, recaló en México en 1941 donde vivió hasta su fallecimiento en 1969.
Antonio Vázquez Bernabéu, nacido en Blida (Argelia) el 4 de mayo de 1896, se crió en Massanassa (Valencia) donde vivió su infancia, y estudió Medicina en Valencia terminando en 1919 e ingresando poco después en la Academia de Sanidad. Nada más recibir el despacho de teniente médico fue destinado a la tropas de policía indígena de Melilla pasando a formar parte de la 11ª Mía de Beni Said, y posteriormente a la 12ª que mandaba el capitán Rafael Capablanca. En junio de 1921 parte de su unidad fue enviada a Buymeyan, donde también estaba destacada la 15ª Mía al completo. Las tropas realizaban a diario un servicio de descubierta o protección de una loma situada entre Buymeyan e Igueriben, frente al campamento de Annual. El día 16, el comandante Jesús Villar fue informado, por confidencias, de que había una importante presencia enemiga en la Loma de los Árboles, por lo que consultó al general Navarro sobre la conveniencia o no de realizar el servicio. Navarro decidió continuar con el plan previsto: temprano partieron las tropas y Vázquez Bernabéu junto a la caballería de su mía al frente de la que se hallaba el teniente Villegas. No mucho después se confirmaron las revelaciones de los confidentes: al pasar junto a una pequeña floresta fueron atacados, teniendo como resultado del enfrentamiento un importante número de muertos y heridos. Al teniente Vázquez le fue concedida la Cruz Laureada por la actuación que tuvo en aquella ocasión, pasando así a formar parte de la Historia Militar.
Antonio Vázquez Bernabeu
Aquejado de gastroenteritis, montó el puesto de socorro, se desvivió por atender a los heridos, se preocupó de montarlos en los mulos bajo una lluvia de balas, y se encargó de que fueran evacuados en dirección Annual, y todo ello con la única ayuda de su asistente. Luego, fusil en mano, ayudó a los oficiales a contener a los askaris que intentaban replegarse, logrando a culatazos que volvieran a sus posiciones. A pesar de la distinguida conducta del oficial médico, el combate supuso un importante revés ya que desde entonces la loma quedó en poder de los rifeños. El 22 de julio las tropas de Buymeyan (15 oficiales y 347 soldados) recibieron la orden de replegarse a la base de Annual, por lo que el capitán Sánchez Canaluche –jefe de la posición- ordenó la salida. El teniente, junto a una sección de su mía, quedó aislado hasta que fue apresado y conducido al campamento de Annual. En el campamento pidió a sus captores permiso para visitar las tiendas tortuga que formaban el hospital de campaña, encontrándolas saqueadas y sin rastro de los heridos. Según declaró ante Picasso, se entrevistó con Abd el Krim, quien le aseguró que recibiría un buen trato a cambio de prestar asistencia sanitaria. Al día siguiente fue trasladado al poblado de Amesauro donde coincidió con otros supervivientes, entre ellos los que pudieron escapar del infierno de Igueriben. El 28 de julio el grupo de oficiales prisioneros fueron llevados a Axdir, donde el teniente asistió tanto a rifeños como a prisioneros pudiendo moverse con libertad. Aprovechando la confianza que le otorgaron, Vázquez se fugó la tarde del 21 de septiembre, logrando llegar a nado hasta el Peñón. Dos días después prestó declaración ante el general Picasso y, tras una breve estancia en el hospital, se incorporó a las tropas indígenas que mandaba el coronel Riquelme. Para entonces ya había sido citado como distinguido -o muy distinguido- en varias ocasiones. El resto del año prestó servicio en la 11ª Mía, y durante 1922 en la 2ª y 4ª. Participó en diversos combates en la reconquista de numerosas posiciones: Nador, Zeluán, Arruit, Dar Drius y Dar Mizziam donde fue de nuevo citado como distinguido. En 1923, al ascender a capitán, se le destinó al Regimiento de Infantería León 38, en Larache, y un año después pasó a la Mehal-la de Tafersit que mandaba el capitán Diñeiro. Aquel año, formando parte de las columnas Llano de la Encomienda y Francisco Franco, participó en un alto número de combates siendo de nuevo resaltado su  comportamiento. Enrolado en la harka de Abd el Malek recibió la noticia de la concesión de la Laureada y se trasladó a Melilla donde fue homenajeado por sus compañeros de arma, que le regalaron las enseñas.

Imposición de Laureada al capitán Antonio Vázquez
El 7 de agosto tomó parte en el combate en el que murió Abd el Malek y cayó muerto el comandante Valdés Martel (jefe del harka e igualmente laureado). Ignoro por qué -su incompleta hoja de servicios no lo recoge- a partir de 1925 abandonó el mando de tropas indígenas y se le destinó al Hospital Militar de Valencia. Ya tan solo pisaría tierra africana cuando desde la capital levantina trasladara a los grupos de reclutas destinados al Protectorado. En 1929 recibió la Medalla de Sufrimientos por la Patria y contrajo matrimonio con Trinidad Vidal, de la que tan solo dos años después -en 1931- enviudaría sin haber tenido descendencia. En julio de 1936, estando destinado en la 1ª zona de la Guardia Civil de Valencia al mando del general Luis Grijalvo Celaya, fue detenido pues eran notorias sus simpatías por el bando sublevado. Según cita Alejandro Belaustegui en su trabajo sobre los sanitarios militares, fue fusilado en el Cabañal el 30 de agosto, mientras que su superior jerárquico Grijalvo fue detenido y fusilado el 6 de octubre tras mostrar repulsa por los fusilamientos de sus subordinados. En 1952 se inauguró el Hospital Militar de Valencia que en la actualidad sigue llevando el nombre de Vázquez Bernabéu, donde una placa recuerda el combate del 16 de junio por el que fue laureado.
Joaquín D'Harcourt Got
La mía del capitán González Longoria se hallaba, cumpliendo órdenes, en unas casas próximas al campamento de Annual. Para cuando recibieron la orden de retirarse, la mayoría de las tropas ya había abandonado las tres posiciones que conformaban el campamento. Después de haber participado en el combate del día 21, a la mía solo le quedaban tres oficiales: el capitán, el teniente Martínez Baños y el médico Joaquín D’Harcourt.Cuando llegaron a la altura del cruce que une los tres campamentos, se quedaron estupefactos al reconocer en la pista al coronel Gabriel Morales, solo y cabizbajo. Tras diversas vicisitudes antes de coronar el Izumar, quedaron solos Morales y D’Harcourt, a los que poco después se unió el capitán Emilio Sabaté. Al atravesar el puente de madera fue herido el coronel Morales. A pesar de que la herida le permitía caminar, el Coronel les requirió a juramentarse para rematar a cualquiera de los tres que cayera herido de gravedad. Aquella promesa, tan difícil de cumplir, sería una losa para los dos oficiales, ya que antes de llegar a Ben Tieb, al divisar la posición del Morabo, el Coronel fue herido de nuevo; una bala le había atravesado el hígado. Morales cayó del caballo, sabedor de su final, y mirándolos les pidió que cumplieran el juramento. D’Harcourt declaró ante Picasso que se prestó a cumplir su palabra y colocó el máuser en la sien del coronel, aunque finalmente no fue capaz y -según declaró- permaneció a su lado hasta que expiró. Al general Picasso no le debieron convencer las explicaciones del médico ya que le encausó por abandono del cadáver de su jefe. Cierto es que en aquellos momentos nadie se paraba a recoger a ninguno de los que caían muertos, como así lo evidenciaba la pista sembrada de cadáveres de Annual-Ben Tieb. Cuando al coronel Morales se le abrió juicio contradictorio para concederle la laureada el testimonio del oficial médico fue especialmente relevante, tanto en el combate del día 21 como en la retirada del 22 de julio. Al joven médico y a instancias del Alto Comisario también se le abrió juicio contradictorio para concederle la laureada por su actuación en el auxilio a Igueriben el 21 de julio, aquel día lo recordaba el oficial por la impresión que sufrió al ver el estado en que los supervivientes llegaron después de su agónica resistencia. Tras el Desastre, D’Harcourt continuó su carrera médica que le llevó a convertirse en un importante cirujano y traumatólogo. En 1927, formó parte -ya como capitán- de la comisión española que asistió al Congreso Internacional de Navegación Aérea celebrado en Roma. La delegación española era comandada por el Teniente Coronel Emilio Herrera Linares. D’Harcourt, junto al también médico Hélices, presentó una memoria sobre el Mal de los aviadores. Al estallar la guerra civil se alineó, por convicción ideológica, con la República, siendo en octubre de 1936 ascendido a comandante, y en junio de 1937 a teniente coronel. Antes de acabar este año perdió a su hermano Miguel, quien causó baja por fallecimiento en combate. Durante la contienda desempeñó importantes cargos: jefe del Hospital Militar de Barcelona, jefe del Hospital Militar de Madrid-Carabanchel y jefe de los Servicios Quirúrgicos del Ejército Republicano. Al finalizar la guerra se exilió en Toulusse donde residió durante dos años continuando con su labor pedagógica y publicando hasta que en 1941 decide fijar su residencia en México. A esas alturas D’Harcourt era ya un afamado traumatólogo y participó en la fundación de la Clínica Benéfica Hispana y fue nombrado profesor de la Escuela Médica Militar y de la Universidad Autónoma (Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2009). Fue también fundador y presidente del Ateneo Español de México. Murió en 1970 a consecuencia de un carcinoma de próstata.

Wenceslao Perdomo Benítez
En Azib del Midar tenía su cabecera la 14 ª Mía que mandaba el capitán Calvet, compuesta por 4 oficiales y 134 soldados. El oficial médico era el grancanario Wenceslao Perdomo Benítez (8-12-1895), quien licenciado en Cádiz, obtuvo el empleo de teniente médico en enero de 1921. A principios de marzo se incorporó a las tropas de Policía, realizando su presentación ante el Comandante General el 2 de mayo. De los siete oficiales que aquel día cumplimentaron al general Fernández Silvestre, seis morirían durante el Desastre: Félix Arenas, Eduardo Gutiérrez Aramburu, Nicolás Suárez Cantón, Constantino Jordá, Pérez Roldán y Wenceslao Perdomo. El 22 de julio, hallándose Wenceslao en la cabecera de su mía, se recibe comunicación de la cercana Izen Lassen anunciando que son atacados y tienen heridos y muertos. El capitán Calvet autoriza al médico a desplazarse, y acompañado de un asistente parte hacia la cercana posición de donde nunca regresarán. No fue fácil llegar hasta el pequeño campamento; la subida en zigzag que llevaba a la entrada estaba ya siendo batida, y arrastrándose a duras penas -según declararon los supervivientes- pudo el médico llegar al campamento. En su interior,  poco antes de sucumbir el destacamento, pudo curar al teniente Juan Ases y a varios soldados, siendo herido mientras intentaba paliar el dolor de sus compañeros hasta que fue muerto al entrar los rifeños en la posición. Allí quedó su cuerpo hasta que los prisioneros españoles le dieron sepultura, y allí permaneció hasta que fue recuperada la posición en septiembre de 1922. Su hermano Antonio, comandante de inválidos, logró encontrar sus restos, y enterrarlo en el cementerio de Melilla el 11 de septiembre de 1922. El hospital de Cádiz lo recordó descubriendo una placa donde se citaba que vivió y murió por y para la ciencia. En Las Palmas de Gran Canaria se descubrieron sendas placas en recuerdo de Wenceslao Perdomo y del capitán de ingenieros Dioniso Ponce de León, ambos canarios.
Miguel Fernández Andrade
A la espera de poder incorporarse a su destino en Buymeyan se hallaba en Annual el teniente Francisco Pérez Gómez (9-3-1899), de la promoción de febrero de 1921, y destinado a las tropas de policía el 2 de julio. Según consta en los listados de la unidad, el 1 de agosto estaba en Melilla, y en septiembre, al no haberse refundado las mías desechas en el Desastre, fue destinado a la columna de evacuación de la 6ª Comandancia de Tropas estacionada en Melilla. En junio de 1926 ascendió a capitán. Al estallar la guerra, siendo capitán en el regimiento de Pavía en Algeciras, se sublevó. Finalizó su carrera militar como coronel médico y director del Hospital Militar de Sevilla. En Dar Mizziam tenía su cabecera la 13ª Mía que mandaba el capitán Julio Fortea, en cuyas filas servía el teniente médico Manuel Fernández Andrade, perteneciente a la promoción de febrero de 1920, año en que ingresaron en la Academia de Sanidad Militar dos promociones; una en febrero y otra en septiembre formada cada una por 22 oficiales médicos. A primeras horas del 22 de julio la mía de Fortea tomó parte en los trabajos de fortificación de una nueva posición entre Ben Tieb y la Intermedia B. Allí les sorprendió la retirada de Annual y tuvieron que replegarse hasta alcanzar por la tarde Dar Drius. A pesar de que el capitán fue evacuado a Melilla, el teniente Fernández permaneció con la columna del general Navarro hasta llegar a Monte Arruit donde fue muerto. Aunque algunas informaciones de prensa recogen que su cadáver fue reconocido, no tengo constancia de ello ya que no figura en el registro de entradas del cementerio de Melilla.
José Salarrullana Alabart
Destacado protagonismo tuvo el 22 de julio el teniente José Salarrullana Albart (Fraga 2-3-1897), destinado en el Mixto de Artillería, que organizó junto a López Galiacho y Hernández Vázquez el convoy de heridos haciéndose cargo de las ambulancias. Perteneciente a la promoción de septiembre de 1919, se incorporó a la Comandancia de Melilla en noviembre de 1920 siendo destinado a la Jefatura de Tropas de Intendencia. En febrero de 1921, destinado en el hospital de Drius, observó e informó de graves deficiencias en la enfermería y del elevado número de soldados aquejados de enfermedades venéreas. 
A finales de mayo se le destina al 2º grupo de Montaña del Regimiento Mixto con el que participa, entre otras acciones, en la conquista de Igueriben el 7 de junio, quedando de guarnición en Annual. En la mañana del 22 de julio, tras una larga noche atendiendo a los heridos en los combates del día anterior, se encarga de evacuar a los heridos más graves en las ambulancias. Al coronar el desfiladero del Izumar es herido y asistido en primera instancia por su compañero Jiménez Urtasun, y en Ben Tieb por el doctor Felipe Peña. Al día siguiente desde Drius es evacuado a Tistutin, y a bordo del tren hospital puede llegar a Melilla, donde es ingresado en el Docker. En 1923, siendo capitán, volvió a la enfermería de Drius y fue el médico de África 68 y Alcántara 14. Permaneció en el Protectorado hasta 1926 que se le destinó a Zaragoza. Allí era el oficial médico del 9º Regimiento de Artillería Ligera cuando al estallar la guerra civil se alineó en el bando nacional. Durante la contienda ascendió a comandante siendo el director del hospital de Logroño continuando su carrera militar hasta alcanzar el grado de inspector médico de 2ª (general de brigada), empleo con el que pasó a la reserva en 1963.
Dos médicos figuraban entre la oficialidad del Regimiento de Alcántara: capitán Santiago Sarry Buján y teniente García Martínez. El capitán Sarry (29-8-1888) prestaba servicio en la unidad desde enero de 1919. El 22 de julio, según consta en los listados del regimiento, estaba en Melilla al cuidado de las familias, una de las cuales era la del sargento José Obregón que moriría en combate en las cargas del regimiento. Recientemente tuve el placer de conocer a su hija, Dña. Amelia Obregón Cañas. Su padre -me contó- disfrutaba de un permiso hasta que el 17 de julio se movilizó a todo el personal que se hallaba en Melilla. El sargento Obregón se incorporó a su escuadrón (2º) y falleció días después cerca de Zeluán dejando una hija pequeña, Natividad, y a su querida esposa Valentina Cañas. Tras la muerte de José Obregón y la dolorosa incertidumbre de desconocer el paradero de su marido, Valentina enfermó y fue atendida por el capitán Sarry. El oficial médico no diagnosticó patología alguna; Valentina había quedado embarazada los últimos días que pasó junto a su marido, por lo que José murió desconociendo que tendría una segunda hija. El capitán Sarry consiguió que Valentina y la pequeña Nati pudieran volver a Vitoria, donde meses después nacería Amelia. Me decía que a lo largo de su vida nunca dejó de ver en la televisión las paradas militares esperando que desfilara la caballería, buscando un caballo blanco similar al que montaría su padre. El capitán Sarry ascendió a comandante en 1932. Al estallar la guerra estaba destinado en el Ministerio de la Guerra donde permaneció fiel, por lo que al finalizar la contienda fue separado del Ejército. Falleció en Zaragoza el 2 de abril de 1954.

Prácticas de la promoción de 1914
Junto a los escuadrones del regimiento se encontraba el joven teniente médico Modesto García Martínez (15-6-1896) perteneciente a la promoción de febrero de 1920, quien tras un breve destino en Ceuta, se había incorporado al regimiento en marzo de 1921. El 22 de julio por la mañana, en Dar Drius, participó junto a los escuadrones en la columna que, al mando del teniente coronel Primo de Rivera, intentó sin éxito montar una posición en el portillo de Beni Assa, junto a la pista que unía Ben Tieb con Annual, replegándose con su unidad de nuevo a Drius. El 23 en las cargas del regimiento, según el testimonio del capitán médico García Gutiérrez, yendo Modesto García en vanguardia fue herido gravemente, muriendo en brazos de su hermano Víctor que marchaba junto al convoy de heridos.
El capitán Enrique Blasco Salas (15-7-1889) era el oficial médico de la Comandancia de Ingenieros. En 1916, destinado en Ceuta, participó en el combate de El Biutz y practicó las primeras curas al entonces capitán Francisco Franco, circunstancia que años después sería mencionada en las diferentes biografías que sobre éste se escribieron. Tras el Desastre ascendió a comandante. En 1936 era uno de los cuatro comandantes médicos adscritos al Ministerio de la Guerra, pasándose a las filas nacionales donde continuó su carrera militar hasta alcanzar el empleo de coronel. La Sanidad Militar debe al capitán Blasco ser el artífice de que la virgen del Perpetuo Socorro fuera nombrada patrona del cuerpo. A la iniciativa se sumaron muchos médicos militares, entre ellos los capitanes Luis Alonso Alonso y Pompeyo de Cáceres. Por R.O. de 26-7-1926 se aprobó que la Virgen fuera la patrona, fijando su festividad el 27 de junio.
A pesar de que la Brigada Disciplinaria tenía su cuartel en Nador, el médico asignado para atender a sus efectivos se hallaba en Melilla. Gaspar Gallego Matheos  (17-12-1892), recién ascendido a capitán en 1921, procedía de la Compañía Mixta de Sanidad de Ceuta. Permaneció destinado en la Brigada hasta que en diciembre de 1923 fue destinado al Regimiento de Extremadura en Algeciras. En 1936, continuando de capitán en el Batallón de Transmisiones de Marruecos en Larache, la unidad se sublevó al completo, siendo dos de sus oficiales -tenientes Boza y Reinoso- los primeros oficiales caídos en la guerra española. Gallego ascendió durante la contienda a comandante y años después alcanzó el empleo de inspector médico de 2ª (general de brigada). Falleció en Sevilla el 18 de junio de 1981.
Damas enfermeras. 1-Maruja de la Paz Orduña
Para atender las contingencias médicas de la Subintendencia Militar y la Comandancia de Tropas se hallaban designados dos oficiales médicos: Rafael Gómez Lachica (Granada 26-6-1889), capitán desde marzo de 1917, y el teniente Iván Pedrosa (27-7-1894) de la promoción de 1920 de la que diez miembros fueron destinados a Melilla. En Melilla se hallaba Rafael Gómez el 22 de julio, y allí atendió en su consulta hasta 1931. Posteriormente, tras ser retirado en 1939, ejerció como inspector municipal de sanidad civil. El teniente Iván Pedrosa Soler, que también estaba en Melilla el 22 de julio, ascendió a capitán en 1923. Al estallar la guerra estaba agregado al Regimiento de Aeroestación en Guadalajara (donde ejercía de oftalmólogo) permaneciendo fiel al gobierno republicano, por lo cual fue apartado del servicio activo. Posteriormente trabajó en el Instituto Nacional de Previsión en Lugo, donde falleció.
Compañero de promoción de Gómez Lachica era el sevillano Rafael Fiol Paredes (5-4-1891) quien, destinado en la Comandancia de Artillería desde junio de 1917, y ascendido a capitán, fue un destacado miembro de la comunidad esperantista andaluza. En 1932 ascendió a comandante y al estallar la guerra era el director del Hospital Militar de Badajoz. Tras la toma de la capital pacense se incorporó a las filas nacionales. En 1943 ascendió a teniente coronel y diez años después a inspector médico de 2ª, empleo con el que se retiró del servicio. Falleció en su Sevilla natal el 25 de febrero de 1990 a los noventa y nueve años siendo con toda seguridad el último superviviente de entre todos los médicos del desastre.

Enfermerías de Campaña

Todas, excepto la del Zoco Telatza, fueron establecidas durante el periodo de mando en la Jefatura de Sanidad del coronel Francisco Triviño. Estaban formadas por tiendas-hospitales cuadrilongas o cónicas y algunas de ellas -Annual, Sidi Dris. Dar Drius- estaban pendientes de importantes transformaciones que las debía convertir en barracones de mampostería para poder acoger un mayor número de enfermos en julio.

1-Zoco Telatza.
Enfermería con 12 camas de hospital, cuarto de curación y botiquín fijo. Su construcción fue supervisada, como el resto del campamento, por el teniente coronel Fernández Tamarit. Al tratarse de una enfermería regimental no disponía de personal civil. Al frente se situaba el oficial médico más antiguo; el 22 de julio era el teniente Juan Pereiro, auxiliado cuando era preciso por el teniente Palacios, de policía. La evacuación de heridos se realizaba en ambulancia en dirección a Tistutin distante 30 kilómetros, desde el resto de posiciones de la demarcación se trasladaba a los enfermos a lomo.

Enfermería de Zoco Telatza
2-Afsó. Enfermería con 12 camas, botiquín de batallón y repuesto, tienda de espera para evacuación, dotada de depósito de café, coñac y leche condensada para atender a los enfermos en tránsito. Contaba con 2 enfermeros civiles y 1 ambulancia para poder evacuar a Tistutin (el 22 de julio el vehículo sanitario se hallaba en Tistutin). La dirección médica corría a cargo del médico de policía. El 22 de julio la 8ª Mía estaba destacada en las proximidades de Annual, por lo que no había médico en el consultorio.

3-Tistutin. Puesto de socorro dotado de 8 tiendas cónicas, una de ellas destinada a botiquín y cuarto de curación. En su interior existían 12 camas, 40 camillas y 2 botiquines de batallón. Disponía también de una tienda cuadrilonga de doce metros, donde los enfermos esperaban el traslado en tren a Melilla. La ambulancia de Afsó se agregó a las que hacían viajes Annual-Dar Drius. Al se cabecera de tren revestía gran importancia al converger diferentes líneas de evacuación, Afsó, Zoco Telatza, Quebdani-Kandussi, Batel y Annual-Dar Drius. El 22 de julio mandaba el hospital de campaña el capitán Teófilo Rebollar Rodríguez, nacido en Villamuriel de Cerrato -Palencia- el 1 de abril de 1892. Cursó la carrera de Medicina en la Universidad Central de Madrid, recibiendo premio de licenciatura gracias a sus brillantes calificaciones. Sentó plaza en la Academia en 1914, siendo nombrado alumno en septiembre y recibiendo el despacho de médico 2º en septiembre de 1915.
Teófilo Rebollar Rodríguez
Ocupó el tercer lugar de su promoción. Su primer destino como oficial médico fue el Regimiento de Vergara, en Barcelona. En mayo de 1919 ascendió a capitán, y un mes después embarcó para Melilla donde se le destinó al Regimiento Mixto de Artillería. El 22 de julio simultaneaba su cargo en la unidad con la dirección médica del puesto de Tistutin. La llegada masiva de heridos convirtió la posición y el puesto de socorro en un hervidero donde se amontonaban heridos de diferente gravedad que Rebollar debía filtrar para que fueran evacuados a Melilla en el tren. El capitán Rebollar no abandonó su puesto ni cuando la línea férrea dejó de funcionar, permaneciendo hasta la llegada de la columna del general Navarro. Posteriormente, en Monte Arruit se esforzó al máximo por curar a los heridos y se distinguió hasta el punto de ser propuesto para recibir la Laureada. Teófilo falleció el 9 de agosto en la masacre de Arruit sin haber dejado de ocuparse de la enorme cantidad de heridos y enfermos a los que atendía sin tener los medios necesarios. Cuando en octubre se recuperó la posición, se permitió la entrada a los periodistas que recorrieron el recinto plagado de cadáveres y recuerdos; el redactor de El Telegrama del Rif, Tomás Segado, recorrió las ruinas  de la enfermería y encontró las fotografías de los médicos Rebollar y Videgain, así como una tarjeta profesional del capitán Espina Rull. Los restos de todos ellos fueron identificados y enterrados en el cementerio de Melilla el 23 de mayo de 1925, siendo trasladados al Panteón de Héroes donde reposan en la actualidad.
Panteón de héroes
4-Dar Drius. Posición y campamento de concentración de tropas y depósito de víveres y material de guerra. Hospital de evacuación construido en 1920 bajo la supervisión del comandante de ingenieros Del Pozo y del capitán de la misma arma Gustavo Agudo.  La organización médica corrió en primera instancia a cargo del comandante médico Rogelio Vigil de Quiñones, uno de los últimos de Filipinas, destinado en los hospitales de Melilla. En julio de 1921, todavía no se habían finalizado al completo las obras; según el coronel Triviño, faltaba organizar un pequeño quirófano dotado de un cuarto de curación aséptica, así como terminar los barracones. Disponía el hospital de campaña de 2 tiendas grandes cuadrilongas de doce metros, con 12 camas de hospital que se aumentaron a 40 el día de Abarrán (1 de junio). Disponía de botiquín bien surtido, 40 camillas, servicio de cocina y gran depósito de material. Como reserva dos botiquines de batallón y una tienda cónica destinada a cuarto de curación. El personal médico lo componían: 1 médico, 4 sanitarios (1 de ellos en la farmacia) y 2 enfermeros civiles.
Panteón de Héroes
La sección de ambulancia automóvil, de la Compañía Mixta de Sanidad, tenía en Drius el garaje y taller de 4 ambulancias que efectuaban trayectos entre Annual, Drius y Tistutin. Desde el revés de Abarrán, ocupaba la dirección médica un comandante del grupo de hospitales, aunque el 22 de julio, al frente del hospital de evacuación, se hallaba el capitán Víctor García Martínez (Mayagüez, Puerto Rico 26-8-1888). García Martínez obtiene la licenciatura en la Universidad Central en 1911. En 1915 es nombrado médico provisional y meses después ingresa en la Academia consiguiendo el despacho de médico 2º en junio de 1916. Tras un breve paso por el Regimiento de Toledo recala, a finales de 1916, en la Comandancia de Melilla, destino en el que permanecerá hasta el día de su fallecimiento. Reputado oftalmólogo, profesor de la especialidad en el Hospital Militar de Melilla, era muy conocido en la Comandancia General donde se hallaba afecto para cubrir las necesidades y contingencias del servicio. En octubre de 1918 sufrirá la prematura muerte de su joven esposa, Rosa, a la temprana edad de 25 años, con quien había tenido dos hijos. Poco después del duro trance, abrió su consulta en la calle General Marina, librando a los melillenses de tener que desplazarse a Málaga como era menester hasta entonces. Secretario general del Ateneo de Sanidad Militar, en diciembre de 1919 -hallándose en posesión del doctorado- ascendió a capitán. Tras el nombramiento del general Fernández Silvestre tomó parte en la ocupación de diversas posiciones, y el 29 de junio de 1921 fue nombrado director de la enfermería de Dar Drius. El 22 de julio, cuando a la enfermería comenzaban a llegar en tropel los heridos procedentes de Annual, no había otro médico en Drius que el capitán García. Desde aquel momento, el capitán correría la misma suerte que la columna del general Navarro: retirada de Drius a Tistutin-Batel, y el día 29 a Monte Arruit. No podría Víctor García culminar esta última ya que falleció durante el repliegue. Durante los días que mediaron entre el 23 y el 29 tuvo que soportar, además, la dura prueba de vivir el destino fatal de su hermano pequeño Modesto, teniente médico de Alcántara 14, muerto en la retirada a Batel el día 23. En diciembre de 1923, el Ateneo Científico, Literario y de Estudios Africanistas de Melilla dedicó un sentido recuerdo póstumo a los tres ateneístas muertos en el Desastre: capitanes Arenas y García Martínez, y teniente Leopoldo Aguilar de Mera. El homenaje a Víctor García corrió a cargo del doctor Emilio Sánchez Ferrer. La ciudad de Melilla también perpetuó la memoria de los tres oficiales caídos en combate; la Junta de Arbitrios decidió, el 5 de enero del mismo año, que sendas calles llevasen sus nombres.

5-Ben Tieb. Puesto de socorro dotado de 2 tiendas cónicas y 1 cuadrilonga de 12 metros con capacidad para 12 camas y 20 camillas, depósito de café, coñac, leche condensada y azúcar, y botiquín de batallón. El personal a cargo estaba formado por 1 oficial y 2 sanitarios. El 22 de julio, el teniente médico Felipe Peña era el director del puesto que también atendía las continencias de posiciones cercanas, Tuguntz, Axdir Asus, Yemma de Nador, Halut, Intermedia A, Morabo de sidi Mohamed, Dar Mizziam y Mehayast. La posición, que albergaba el 22 de julio un gran número de hombres, fue abandonada en las primeras horas de la tarde , tras intentar infructuosamente el capitán Lobo Ristori solicitar instrucciones a Dar Drius.
1-Capitán Felipe Peña Martínez, Tafersit 1926
6-Izumar. Puesto de socorro con 2 tiendas cónicas, 20 camillas y 1 botiquín de batallón. Por orden del coronel Triviño, una de las ambulancias estacionadas en Dar Drius fue situada en esta posición para facilitar la atención a los heridos. La enfermería se habilitó tras substituir a la de Monte Arruit debido a que hasta poco antes de la retirada era imposible hacer las ambulancias al campamento de Annual. También atendía a los rifeños que trabajaban bajo la supervisión de los ingenieros construyendo la pista Ben Tieb-Annual. 
Teniente Jiménez Urtasun
El 22 de julio, el oficial médico era el teniente Primitivo Jiménez Urtasun (27-11-1894), perteneciente a la promoción de 1919, que en 1921 estaba destinado en los grupos de hospitales de Melilla, desde septiembre de 1920. La posición, guarnecida por tropas de San Fernando al mando del capitán Pérez Valdivia, fue abandonada, replegándose sus defensores en dirección Dar Drius. El oficial jefe y los dos tenientes, Alvargonzález y Valdés Martínez, murieron en Monte Arruit, mientras que el teniente médico consiguió llegar a Melilla, herido, gracias a que el sargento de la Compañía Mixta, José García, le cedió voluntariamente el caballo. Después del Desastre y la consecuente reorganización quirúrgica, quedó asignado al equipo nº 5, como anestesista, a las órdenes del comandante médico Eduardo Sánchez-Vega. Tras su ascenso a capitán, dirigió el Parque Sanitario de Campaña de Melilla. En 1936 se hallaba destinado en el Grupo de información Artillería nº 1 en Carabanchel. Fue detenido por auxilio a la rebelión, juzgado y condenado a prisión. Tras la contienda, se incorporó a la escala activa hasta alcanzar el empleo de coronel médico. Falleció en Madrid el 8 de marzo de 1976.

7-Annual. Hospital de campaña y evacuación formado por tiendas cónicas y cuadrilongas que albergaban 40 camas de hospital y 60 camillas. Disponía de servicio de cocina, depósito de material de curación, botiquín fijo y farmacia surtida. El personal al cargo estaba formado por 1 capitán médico, 4 sanitarios militares (1 en farmacia) y 2 enfermeros civiles. Los medios disponibles eran claramente insuficientes para un campamento base de operaciones que, además, estaba en primera línea. En el informe redactado por el coronel Triviño el 9 de julio de 1921, se enumeraban los elementos necesarios para cubrir las necesidades sanitarias del territorio. Annual era, sin duda, la posición que necesitaba mayor atención. Precisaba la instalación de cinco pabellones donde albergar 100 camas para enfermos, servicios de cirugía, farmacia, curas y alojamiento del personal médico, y almacén de cocina para el repuesto de alimentos. En el documento, el propio Triviño reconoce que incluso cien camas son insuficientes en el caso de grave eventualidad. El informe de Triviño finalizaba con esta profética expresión: “Estamos confiando a lo que la suerte quiera depararnos”. A la enfermería de Annual se llevaban a lomo los enfermos de Igueriben (4 kilómetros), Buymeyan (5 kilómetros) y Talillit (6 kilómetros).
Plano de la posición principal de Annual
El responsable médico del deficitario servicio médico era el capitán Juan García Gutiérrez (23-3-1891), de la promoción de 1916 y con antigüedad en el empleo desde principios de 1921. Conocía bien el territorio ya que había prestado servicio en diferentes consultorios siendo teniente. Fue el responsable sanitario hasta el mediodía del 20 de julio, momento en el que asumió la dirección el comandante Carlos Gómez-Moreno Martínez. El día anterior, Gómez-Moreno, el comandante Gregorio Fernández Lozano y el teniente González-Miranda habían partido a Drius en visita de inspección. Al recibir noticias en Drius, los tres oficiales decidieron voluntariamente acudir a Annual; allí Gómez-Moreno se hace cargo de los servicios médicos, Fernández Lozano atiende a los heridos y González a la tropa. El testimonio del comandante Gómez aporta importante información: las tiendas hospital no reunían las condiciones de seguridad mínimas, ya que al no disponer de parapeto, quedaban expuestas al fuego de los rifeños. Deciden, por ello, trasladar los heridos a las tiendas de estado mayor, de otras unidades,  e incluso a la del propio Comandante General. De ahí que algunos de los supervivientes de Igueriben -9 soldados pertenecientes a intendencia- fueran acogidos en las tiendas de las compañías allí destacadas, como reza en la declaración del capitán Francisco Antolín. Durante el combate del 21 de julio se atendieron, según declararon todos los médicos presentes, a una gran cantidad de heridos, evacuándose a la plaza a los más graves, y trabajando sin descanso hasta altas horas de la madrugada. A la noche, el capitán García Gutiérrez oyó comentar que iban a desalojar el campamento, por lo que decidió preguntar directamente a Silvestre y Morales que le respondieron con evasivas, volviendo el médico a sus ocupaciones. A Gómez Moreno no se le comunicaron los planes de repliegue durante el resto de la noche, no concurrió a la reunión de jefes que se celebró de madrugada, únicamente asistió a la que se produjo a primeras horas de la mañana del 22. En la reunión, se le preguntó qué cantidad de alimentos y agua necesitarían los heridos. Parecía que tenían previsto resistir porque el Alto Comisario había anunciado la llegada de refuerzos -Silvestre les mostró un radiograma- y discutieron sobre dónde debía producirse el desembarco. En aquel momento se le dio aviso al General de que había comunicación vía radio con Berenguer, por lo que éste acudió a la llamada con su ayudante y el coronel Francisco Manella. Hasta entonces no se había hablado de retirada, pero al poco de finalizar la junta de jefes, el capitán Sabaté -Estado Mayor- avisó a Gómez Moreno para que comenzaran los preparativos para evacuar a los heridos. Los planes del Comandante, con los escasos medios de que disponía, fueron concisos: se dedicarían dos camionetas Ford para trasladar a los heridos europeos más graves (vientre, cabeza y pecho). De estos preparativos se encargó el capitán García Gutiérrez, al que ayudó el teniente Hernández Vázquez. Del resto de heridos se encargaría el teniente López.
Prácticas con artolas en la academia de Sanidad
Galiacho que utilizaría todas las artolas disponibles –aproximadamente 40- y los 65 mulos que, según el estadillo de fuerzas, tenía en Annual la Compañía Mixta. Las tropas de que dispusieron los oficiales para organizar el convoy de artolas estaban formadas por los 2 sargentos (un tercero había sido herido el 21) y 68 sanitarios de la unidad. Partieron en primer lugar las artolas, quedando López Galiacho en su puesto hasta que hubo partido la última, y afrontaron el tobogán del Izumar siendo tiroteados y debiendo pararse en diferentes ocasiones para curar a los heridos que encontraban por el camino. Cuando el descompuesto convoy llegó cerca de Ben Tieb, encontró uno de los automóviles ambulancia parado a un lado de la pista; cargó en el vehículo los heridos que pudo y continuó su camino con todo el convoy. Llegó a Dar Drius habiendo perdido un número indeterminado de hombres y artolas. Allí, llevó a sus heridos al hospital de campaña y ayudó al capitán García Martínez a preparar una nueva expedición a Tistutin, donde esperaba el tren hospital. Según López Galiacho, el capitán García le comunicó que el general Navarro había dado instrucciones para que todas las fuerzas que llegaran desorganizadas a Drius continuaran a Melilla. Siguiendo estas directrices, el teniente reagrupó a los hombres que le quedaban, volvió a subir a las artolas a cuantos heridos y extenuados pudo reunir, y partió, llegando a Batel al caer la tarde, donde pasó la noche del 22. Por la mañana, la comitiva afrontó el último tramo de la retirada llegando a Tistutin y encontrando el tren hospital organizado por el capitán Teófilo Rebollar, preparado para salir. López Galiacho no aporta en su declaración cuántos fueron los heridos que consiguieron llegar a Melilla.
Los pocos heridos que García Gutiérrez había podido subir a bordo de las dos camionetas -no más de doce- partieron de Annual siguiendo al coche rápido de la Jefatura, donde iban los comandantes Gómez-Moreno y Fernández Lozano junto al teniente González Miranda, y lo hicieron antes que las artolas del teniente López Galiacho. En el puente de madera se toparon con la columna que, al mando del teniente coronel Primo de Rivera, intentaba instalar una posición en las inmediaciones. Fue el comandante Gómez-Moreno quien comunicó a Primo de Rivera que el campamento de Annual estaba siendo desalojado. En aquel punto de la pista encontraron un convoy de camiones -los que utilizó la columna de Primo de Rivera- y 2 ambulancias en las que trasladaron a los heridos hasta Drius, ingresándolos en la enfermería ya para entonces desbordada. Ante la magnitud de los acontecimientos, Gómez Moreno decide que se prepare inmediatamente un nuevo convoy en dirección a Tistutin. Al capitán García Gutiérrez se le ordena que quede en Drius para organizar al día siguiente una nueva comitiva con la que partirá a Tistutin haciéndose cargo del tren hospital. Al abandonar Drius, los comandantes de sanidad se cruzan con el general Navarro que ratifica su cometido y parte para hacerse cargo del mando en Drius. Aquella noche ayudan en la enfermería que dirige Víctor García todos los médicos de las unidades que han conseguido llegar a Drius, entre ellos Modesto García, médico de Alcántara, que permanecerá junto a su hermano hasta la retirada del día siguiente donde encontrará  la muerte luchando junto a los escuadrones.
La promoción de 1914 visita Toledo
El 23 por la mañana, García Gutiérrez, siguiendo las órdenes recibidas, subió a los heridos a las ambulancias y salió hacia Tistutin donde encontró a su compañero Rebollar que ya había llenado, de nuevo, el tren que esperaba para partir. Nada menciona García Gutiérrez acerca de haberse encontrado en el tren con López Galiacho, lo que indica que fueron por lo menos tres las expediciones de heridos organizadas por Rebollar, que a bordo del tren llegaron a Melilla: una el 22, y dos -como mínimo- el 23. La expedición llegó poco después a Melilla, quedando los heridos ingresados en el Docker. Gregorio Fernández Lozano (Hoyuelos de la Sierra, Burgos 17-11-1881), era el mayor de tres hermanos médicos militares. Fue también exculpado en el consejo de guerra en el que se juzgó su conducta durante los sucesos de julio. Continuó su labor en el grupo de hospitales y, acogiéndose a la ley Azaña, se retiró con el grado de comandante. Al estallar la guerra civil, se incorporó al servicio activo en el bando de los alzados en armas, siendo director del Hospital Militar de Valencia de Alcántara, y posteriormente del de Leganés. En 1939 se le ascendió a teniente coronel, retirándose siendo coronel médico. Al responsable de la enfermería de Annual, Juan García Gutiérrez- médico y químico- ni se le juzgó ni se le premió por su actuación el 22 de julio, a pesar de haber estado casi 48 horas seguidas curando a los heridos. Años después se casó con Milagros Hortelano, de cuya unión nacería su hijo Juan, quien se consagraría como el brillante escritor Juan García Hortelano. En 1936, el capitán García estaba destinado en el Grupo de Información de Artillería en Carabanchel (Madrid), y permaneció leal a la República. Tras la guerra, fue separado del servicio aunque no se vio obligado a exiliarse, ya que pudo seguir ejerciendo en Madrid, donde había nacido en marzo de 1891.
El joven teniente López Galiacho (Castronuño, Valladolid 1898) se retiró del Ejército en 1923 e inició una brillante carrera en el Hospital Provincial de Albacete como internista y digestólogo, siendo uno de los impulsores del Hospital Universitario. En la actualidad, una calle de Albacete, ciudad en la que falleció en 1987 el encargado de las artolas de Annual, lleva su nombre.

8-Afrau. Tienda hospital dotada de 12 camas y 12 camillas, material de curación, 1 botiquín de batallón, y depósito de café, leche condensada y azúcar. Afrau fue conquistada el 12 de enero de 1921 en una acción llevada a cabo por el vapor Gandía, que desembarcó las tropas de la columna, y el cañonero Lauria que llevaba a bordo elementos y pertrechos de la Compañía de Mar de Melilla. La posición quedó enclavada en la Alcazaba de Bors y una avanzadilla, y los suministros le llegaban por vía marítima. Un teniente médico y dos sanitarios se encargaban de la atención sanitaria. El 22 de julio guarnecían el emplazamiento la 2ª Compañía del II Batallón de Ceriñola (2 oficiales y 121 soldados), un destacamento de artillería, otro de la compañía de ametralladoras, un pelotón de intendencia con un auxiliar, y 4 soldados de ingenieros. El oficial médico era el teniente Juan Bercial Esteban, destinado en el hospital del Peñón.
Juan Bercial Esteban
La retirada de Annual selló el destino de las posiciones enclavadas en la costa, dejando como única vía de escape el auxilio de los barcos de guerra. El 23, al retirar la avanzadilla, murió el jefe de la posición -teniente Gracia Benítez- quedando al mando Joaquín Vara de Rey, del mismo empleo. Finalmente, la evacuación se produjo la mañana del día 26, en cuyos últimos momentos fue herido el sargento Ramón Miró, acudiendo a socorrerle el médico Bercial que efectuaba la cura cuando una bala acabó con su vida en el acto. Durante los días que duró el asedio, el oficial médico y sus sanitarios se desvivieron por atender a los 43 heridos, muchos alcanzados cuando ya se había iniciado la evacuación. La cifra de muertos arrojó el triste balance de 2 oficiales, 1 auxiliar de intendencia y 44 soldados, algunos de ellos, como el sargento Criado, muertos cuando embarcaban en las lanchas del Laya. En la posición quedaron los cuerpos de Bercial y del resto de hombres a los que no se pudo dar sepultura, entre ellos el del cabo Mariano García, primer laureado de Annual.
Juan Bercial había nacido en Zaragoza el 30 de marzo de 1895, cursó sus estudios de Medicina en la universidad aragonesa, licenciándose en junio de 1918. Fue nombrado alférez alumno en septiembre de 1919, y teniente médico el 21 de enero de 1920. Su primer destino fue la Policía Indígena de Melilla -5ª Mía- y posteriormente pasó al hospital del Peñón, desde donde fue destacado a Punta Afrau. El sargento al que por curar perdió la vida, pudo llegar a nado hasta los botes de la Armada y a Melilla, donde fue operado y evacuado a Madrid. Con toda seguridad, no olvidaría nunca al médico Bercial.

9- Sidi Dris. Posición costera conquistada en una operación anfibia el 12 de marzo de 1921. Aquel mismo día se instaló la enfermería de campaña que contaba con 1 tienda cuadrilonga y 2 cónicas con 20 camillas, y botiquín bien provisto de medicamentos y medios de curación. Para facilitar su labor se agregó un sanitario civil especializado en curas. Días antes de la caída de la posición se aumentó el número de camillas y fueron enviados dos enfermeros civiles. Al tratarse de una enfermería regimental, el oficial al cargo era uno de los médicos de Ceriñola. En el informe que el coronel Triviño envió a la Comandancia el 9 de julio, se volvía a reclamar la transformación de la enfermería en un hospital de campaña, similar al de Drius, que tuviera quirófano porque, siendo por barco la única vía de salida, se debía prever la posibilidad de que los heridos más graves pudieran permanecer hospitalizados en la posición hasta que su estado de salud permitiera la evacuación. Ninguno de los planes de Triviño se cumplió, a pesar de que el 1 de junio Sidi Dris fue duramente atacada causando entre las tropas muchos heridos.
Sidi Dris, abril de 2012
El 22 de julio el oficial médico era Luis Hermida Pérez del II Batallón de Ceriñola. El teniente había participado en el desembarco y permanecido en la posición prácticamente desde entonces. Según publicó la prensa, a pesar de que tenía concedido un permiso, se incorporó voluntariamente el día 20. Formaban la guarnición de Sidi Dris 294 hombres al mando del comandante Juan Velázquez, pero el día 22 de julio se incorporó gran parte de la guarnición de Talillit, por lo que no sería de extrañar que la cifra de defensores se acercara a 400. Según el dato -inédito- que me ha facilitado Santiago Domínguez, Luis Hermida contaba para dar asistencia a los hombres con la ayuda de un enfermero civil, de nombre Julio Jiménez Marani. Ayudaba al teniente médico dando asistencia a los defensores, y corrió la misma suerte que la gran mayoría de ellos. Más de 300 hombres murieron entre aquellos riscos de color rojizo, cuyos cadáveres fueron a parar a una de las fosas comunes cavadas por los prisioneros españoles. Julio Jiménez fue objeto de una injusticia por parte del Gobierno, ya que este denegó a su padre la pensión que demandaba por morir en combate. He aquí la fría y burocrática respuesta que recibió la familia:
"Considerando que el servicio prestado por el personal de enfermería es del todo eventual, pudiendo serlo por días y hasta por horas, sin más derecho que el percibo del jornal que tenga señalado, el Rey (q.D.g.), de acuerdo con lo informado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina, se ha servido desestimar la solicitud del recurrente, pues su derecho se limita a que le sean de aplicación los preceptos de la Ley de Accidentes de trabajo o a optar a la pensión que pueda corresponderle, con arreglo al Real Decreto de las Cortes de 28 de octubre de 1911, previa justificación de ese derecho".
Julio no merecía la pensión por ser eventual, pero su entrega no fue ocasional sino definitiva y total. El 4 de septiembre de 1921 (D.O. núm. 196) se convocaron 100 plazas de practicantes profesionales, germen del futuro cuerpo subalterno de Sanidad Militar. Vestían uniforme idéntico al de los oficiales de sanidad: dos ramos de olivo entrelazados y las letras PM lucían en el cuello de sus guerreras. Los primeros profesionales fueron destinados al Protectorado el 31 de diciembre de 1921, evitando de esta manera que se pudieran volver a repetir injusticias como la ocurrida con Rodríguez Marani, ya que sus derechos se equipararon a los que en el Ejército tuvieran los cuerpos subalternos. Cuando los prisioneros españoles enterraron los restos de los defensores de Sidi Dris pudieron reconocer a algunos de los oficiales y, tal como hicieron en otros lugares como Igueriben, se les dio tierra indicando el nombre. Cuando las columnas españolas llegaron en 1926 al antiguo campamento de Annual, intentaron recuperar los restos de aquellos que habían sido identificados. En  Sidi Dris exhumaron a Leopoldo Aguilar de Mera, Federico García Moreno y al médico Luis Hermida cuyos restos llegaron al Panteón de Héroes el 22 de junio de 1926, cinco años después de su muerte a los veinticinco años.
Luis Hermida Pérez
El teniente Hermida era natural de la pequeña parroquia de Santa María de Conjo (Conxo) perteneciente al partido judicial de Santiago de Compostela, donde su padre era profesor en el colegio público. Cursó la carrera en la Universidad de La Coruña, donde tuvo de profesor –entre otros- al médico, catedrático y pensador Roberto Novoa Santos, considerado por muchos como la máxima figura de la Medicina en Galicia. Luis Hermida ingresó en la Academia el 27 de septiembre de 1920, siendo nombrado teniente médico en enero de 1921. Fue el Regimiento de Ceriñola el único destino de su carrera militar, al que se incorporó a primeros de febrero. Pocos días después partió hacia aquella pelada colina rojiza donde todavía hoy se puede sentir la soledad que debieron sufrir aquellos hombres antes de morir de un balazo, caer por el acantilado o ahogarse en el mar por no saber nadar.

Consultorios indígenas y enfermerías militares fijas

Todos los consultorios que tenían un carácter permanente disponían de personal fijo en plantilla, frente a las enfermerías de campaña cuyo personal era eventual. Los consultorios indígenas más antiguos se remontan a la campaña de 1909, aunque fue a partir de 1912 cuando se hicieron cargo de ellos médicos tan prestigiosos como los doctores José Valdés Lambea o Sebastián Lazo García. El médico se convirtió en el mejor elemento para desarrollar una labor pacífica gracias al contacto continuo con la población rifeña; solo en 1913 el Dr. Valdés prestó un total de 14.016 servicios en Nador. En julio de 1921 los médicos españoles prestaban asistencia en Nador, Zeluán, Zoco Arbaa, Monte Arruit, Zaio, Hassi Berkan, Zoco el Had de Beni Sicar, Sammar y Kandussi. En algunas posiciones, al margen del consultorio, se habían construido enfermerías militares con el objeto de atender a los soldados españoles.

Enfermerías y consultorios fijos en el territorio
1-Nador. Consultorio indígena, hospital y enfermería. El consultorio fue construido en 1912, siendo su primer director el capitán Valdés Lambea que ya prestaba servicios desde 1910. Posteriormente lo relevaron los capitanes Nemesio Díaz Mena (1916-1918) y Octavio Gómez Salas que fue substituido en junio de 1921 por Rafael Power Alesson. La labor de Gómez Salas al frente del consultorio fue reconocida por toda la población de Nador; al producirse el relevo se le dedicó un sentido homenaje organizado por el teniente coronel Pardo Agudín, presidente de la Junta de Arbitrios y jefe de la Brigada Disciplinaria. En julio de 1921 la enfermería militar disponía de 100 camas repartidas en dos estancias contiguas con retretes y cocina. Para los convalecientes de paludismo se construyó, a iniciativa del coronel Triviño, un barracón de 80 camas. Además, disponía de farmacia bien surtida a cargo de 1 oficial y 1 sanitario, sala de curas, servicio de desinfección dotado de una estufa locomóvil, y depósito de cadáveres.
Rafael Power Alesson
El director del consultorio, que entre civiles y militares contaba con 7 sanitarios, era el capitán Rafael Power, y el responsable de la farmacia el farmacéutico 2º Manuel Pomares Sánchez-Rojas. En la población tenía su cabecera la Brigada Disciplinaria al mando del teniente coronel Pardo Agudín. El 22 de julio las dos compañías de la unidad estaban en primera línea, por lo que los efectivos se limitaban a 6 oficiales y 35 soldados, a los que había que sumar tropas de Regulares, una compañía provisional de Ceriñola y los guardias civiles del puesto. Tras la retirada de Annual, la cifra de defensores se incrementaría hasta alcanzar aproximadamente unos 200 hombres. El 2 de agosto, después de parlamentar con los rifeños, consiguieron abandonar ordenadamente la posición y llegar a pie hasta las proximidades de Melilla. Durante la defensa murieron 1 civil, 8 militares y el paisano Juan Moreno Bernabé que murió en el hospital el día 3, y resultaron heridos 45 hombres, entre ellos el sanitario Antonio García Claravet. Los dos oficiales médicos llegaron a Melilla junto al resto de defensores y se incorporaron a los grupos de hospitales.
Rafael Power nacido en Filipinas el 2 de septiembre de 1886, ingresó en la academia en septiembre de 1909 en plena campaña de Melilla. Fue nombrado médico 2º en julio de 1910 siendo su primer destino el regimiento de Extremadura en Algeciras. Ascendió a capitán en junio de 1912 y el 25 de mayo de 1921 se le nombró director del consultorio y enfermería de Nador donde substituyo al doctor Octavio Gómez Salas. El 22 de julio el capitán Power se hallaba en su destino donde permaneció hasta el  2 de agosto tras la capitulación pactada por el teniente coronel Pardo Agudin. Durante los días que duro el  capitán, el farmacéutico y los sanitarios se tuvieron que multiplicar atendiendo a los heridos que se contaron entre los defensores. El 2 de agosto Power preparó el convoy de lesionados y llegaron hasta Melilla donde quedaron ingresados los heridos, muchos de ellos graves. Tras la reconquista de Nador se reintegró a su consultorio donde permanecería hasta su ascenso a comandante en septiembre de 1922, siendo nombrado director del hospital militar de Algeciras. En julio de 1931 se acoge a las leyes de Azaña y se retira junto a otros 90 comandantes médicos. Rafael Power falleció en Barcelona en 1975 a los 89 años.
Manuel Pomares (Elche 1895), ingresó en la Academia de Farmacia en 1918, y dos años después se incorporó a su destino en Melilla. Ascendió a farmacéutico 2º en 1923, y con este empleo, en 1936, se mantuvo fiel a la República hallándose destinado en la Jefatura de Servicios Sanitarios de Valencia. Tras la guerra, fue apartado del servicio activo en 1942 y retirado siendo comandante. Falleció en su ciudad natal en 1968.
Fernando González Gamonal
2-Zeluán. Hospital, enfermería y consultorio. Disponía de 42 camas donde, al igual que en Nador, los enfermos y heridos podían ser tratados hasta su curación sin necesidad de ser ingresados en Melilla. La enfermería y el consultorio se encontraban en el interior de la Alcazaba y disponían de cuarto de curas, pequeño quirófano, máquina de desinfección y una completa farmacia que surtía además a Kandussi y Monte Arruit. El personal de la Jefatura lo componían 1 teniente médico, 1 farmacéutico, 3 sanitarios militares y personal civil. El hospital recibía heridos y enfermos en ambulancia desde Zaio, Reyen, Zoco del Jemis y Hassi Berkan. Antes de la retirada, la guarnición en Zeluán era muy escasa, limitándose a un pequeño destacamento de Policía Indígena al mando del teniente Fernández Pérez, y tropas de ingenieros e intendencia, siendo el presidente de la Junta de Arbitrios (alcalde) el capitán Emilio Martín Barroso. Los oficiales médicos eran el teniente González Gamonal y el farmacéutico Miranda Román. A partir del 23 de julio se fueron concentrando tropas en la posición, asumiendo el mando el capitán de la 6ª Mía de policía Ricardo Carrasco Egaña. La resistencia se mantuvo hasta el 3 de agosto cuando, prácticamente agotadas las municiones y los víveres, pactaron su rendición con los rifeños quienes, no respetando los acuerdos, cometieron una tremenda masacre con los defensores de la alcazaba y del aeródromo. Se estiman en más de 300 los muertos que, insepultos, permanecieron hasta la reconquista en octubre; entre ellos los dos oficiales médicos y la mayoría de sanitarios.
Fernando González Gamonal, nacido en Barco de Ávila el 22 de abril de 1897, cursó la carrera en Salamanca obteniendo brillantes calificaciones y licenciándose en junio de 1919. Aprobó, acto seguido, la oposición al cuerpo de Sanidad al que opositaron aquel año 132 aspirantes. Compañero de promoción de Videgain, Vázquez Bernabéu, Salarrullana y Bercial, se le destinó al Regimiento de Infantería de Melilla, y en diciembre de 1920 al consultorio de Zeluán. Al reconquistar la posición, fue hallado su cadáver en la enfermería, y reconocido gracias a las iniciales de la camisa y a los emblemas aún visibles. Fue enterrado el 20 de octubre en una ceremonia a la que asistió su hermano Manuel, médico de la Armada. En su localidad de nacimiento quisieron honrar su memoria dedicándole una lápida en la casa natal (28 de enero de 1923) y una calle que hoy en día todavía conserva su nombre. El 23 de mayo de 1925 sus restos fueron trasladados al Panteón de Héroes.
Manuel Miranda Román nació en Algeciras el 10 de octubre de 1899, y allí cursó sus estudios hasta que en 1916 se trasladó a Madrid, donde se licenció en Farmacia en 1919 e ingresó mediante oposición en la sección de Farmacia del cuerpo de Sanidad Militar. Fue su primer destino el Hospital Militar de Pamplona, y posteriormente la enfermería de Zeluán. El cadáver de Miranda fue reconocido dentro de la Alcazaba, y certificada la identidad de aquellos restos posteriormente por su padre, Sebastián Miranda Cortés. Los restos del farmacéutico fueron enterrados en primera instancia en un nicho, y en mayo de 1925 trasladados a su actual ubicación en el Panteón de Héroes. En junio de 1923, sus padres -de origen humilde- recibieron la pensión de 4000 pesetas anuales por haber perdido a su hijo en combate. El ayuntamiento de Algeciras decidió que una de las calles del barrio de San Isidro llevara el nombre del joven farmacéutico.
Manuel Miranda Román 

3-Zoco Arbaa de Ackerman. Consultorio indígena que disponía de pequeño quirófano,  4 camas de hospital, y botiquín bien surtido. Para evacuar a los enfermos se podía efectuar a través de la Mar Chica o bien a lomo a Nador que distaba 30 kilómetros. En cuanto a personal, tan solo contaba con el capitán médico que, según la declaración del coronel Triviño, “realizaba política sanitaria”. El 22 de julio se hallaba al frente el capitán Fernando López Laza (11-2-1889) que hasta el día 19, y por turno de operaciones, estaba en la plaza al haber sido relevado en Izumar. El capitán se incorporó a los grupos de hospitales. Ascendió a comandante en 1932. En julio de  1936 era jefe de la Clínica Militar de Palencia, y unido a las tropas sublevadas continuó en su cargo. En la misma ciudad castellana falleció en enero de 1940.

4-Zaio. Consultorio médico indígena dotado de 12 camas, botiquín permanente, cuarto de curación, pequeño quirófano y mesa de operaciones. El personal médico estaba formado por 1 teniente y 2 sanitarios militares. Zaio era la cabecera de la 1ª Mía de policía que, al mando del capitán Sánchez Noé, constituía el grueso de las fuerzas en la posición, al que había que sumar pequeños núcleos de ingenieros, intendencia, y 20 soldados y 1 oficial de la compañía provisional de Ceriñola. El 24 de julio las fuerzas abandonaron la posición y se replegaron a Melilla. El oficial médico era el teniente José Gómez Segalerva que disfrutaba de un permiso en la Península. Por este motivo le substituía en el consultorio el capitán Elías Nager Martínez, director del consultorio de Hassi Berkan. Sin embargo, el 22 de julio la Jefatura designó al teniente médico Eugenio Martín Alonso como director del consultorio, en espera de la incorporación de Gómez Segalerva (yerno del coronel Gabriel de Morales).

5- Hassi Berkan. Consultorio médico indígena dotado de 12 camas, botiquín permanente, cuarto de curación y mesa de operaciones. La evacuación de enfermos era Zeluán distante 29 kilómetros. El responsable del consultorio era el capitán médico Elías Nager Martínez (24-11-1887), que trabajaba junto a 2 sanitarios militares. Nager llevaba cinco años en el territorio, y más de año y medio al frente del consultorio. Por circunstancias del servicio, además de hacerse cargo de su consultorio, lo hacía del de Zaio hasta la entrega de la consulta al nuevo responsable el 19 o 20 de julio. El 23 decidió volver al Zaio con objeto de intercambiar impresiones con su compañero sobre la salud de un sargento, y hacia allí partió, conocedor de los acontecimientos ocurridos el día anterior, sin ser tiroteado. Al llegar, recibió una llamada del teniente Agustín Casado en la que le comunicó el ataque a la posición. Las tropas que defendían Hassi Berkan -2 oficiales y 51 askaris de la 7ª Mía- no pudieron contener el ataque rifeño y sucumbieron. El teniente Agustín Casado falleció, mientras que su compañero, Miguel Rivera Trillo-Figueroa, consiguió llegar hasta Zeluán donde permaneció hasta el día de la capitulación. El capitán Nager ascendió a comandante en 1935. Al estallar la guerra se hallaba destinado en el laboratorio del Hospital Militar de Burgos, ciudad que quedó en manos de las tropas sublevadas sirviendo toda la contienda en el bando nacional
Hospital de la Cruz Roja

6-Sammar. Consultorio médico dotado, como los anteriores, de 12 camas, botiquín, cuarto de curación y sala de intervenciones. El personal consistía en 1 teniente y 2 sanitarios. La posición estaba enclavada en los Montes de Beni Sicar, al norte de la línea del Kert. Asistía también a las guarniciones de Segangan, Ishafen y Yazanen, cubriendo la distancia a lomo y evacuando los heridos en ambulancia a Melilla. El oficial médico era el teniente Damián Navarro García (23-3-1895), que el 22 de julio estaba en la Península en uso de permiso oficial, siendo el capitán Manuel Peris Torres -del consultorio del Zoco Had de Beni Sicar- el encargado de pasar consulta. Guarnecían la posición una sección de Melilla 59 y otra de la 3ª Mía; mandaba la primera el que era también jefe de la posición, teniente Juan Marco Mir, y al mando de las tropas indígenas estaba el teniente Ricardo Sanz Andreu (escala de reserva). El 24 de julio, los tres oficiales discutían acerca de la suerte de la posición: mientras Marco era partidario de resistir, los otros dos abogaban por capitular y partir en dirección Melilla. Finalmente, se decidieron por la opción de la retirada, abandonando a pie el campamento. No habían transcurrido más que unos minutos cuando sonaron los primeros disparos. La traición estaba consumada; ante el asombro del teniente Marco, el capitán Peris y el teniente Sanz huían a caballo, dejando atrás las tropas de Melilla. Todos los testigos coincidirían en que los dos oficiales huyeron a caballo, mientras que el teniente Marco quedó muerto junto a la posición. Transcurridos dos años, los dos oficiales serían detenidos y encarcelados en el Fuerte de María Cristina, del cual escaparía hacia un destino desconocido el teniente Sanz disfrazado. En cuanto al capitán Peris, la pena que solicitaba el fiscal era prácticamente equivalente al tiempo que había permanecido encarcelado en presidio, por lo que pudo continuar su carrera militar.

7-Zoco el Had de Beni Sicar. Tras su reforma en 1912, fue su primer director el capitán Sebastián Lazo García que permaneció al frente por espacio de 4 años siendo relevado por Ángel Sánchez Sánchez (1914-1916), Alberto Conrado Rodríguez (1916-1918), Francisco Camacho Cánovas (1919-1920) y Manuel Peris Torres (1921-1922). El consultorio estaba dotado de 12 camas, botiquín permanente, pequeño quirófano y  cuarto de curas, y era atendido por 2 sanitarios, además del capitán. La posición tan solo la guarnecían 45 policías de la 3ª Mía, al mando del capitán Manuel Gavilá, y 2 oficiales. Como hemos visto, el capitán médico fue juzgado por el abandono de Sammar y condenado a un año de prisión, pena que cumplió en el Fuerte de María Cristina de Melilla. Posteriormente se incorporó a la escala activa y ascendió a comandante. Después de la guerra, que le sorprendió en Valencia y en la que permaneció fiel a la República, fue apartado del servicio.

8-Monte Arruit. Consultorio indígena que disponía de 23 camas, sala de curas, quirófano básico y botiquín permanente surtido desde Zeluán. La enfermería militar fue cerrada antes de julio y trasladada a Izumar. Debido a la proximidad con la primera línea. El personal del consultorio estaba formado por 1 capitán, 5 sanitarios militares y personal civil sanitario y administrativo. El 22 de julio el responsable del consultorio era José Espina Rull (La Riera, Tarragona 13-3-1892), licenciado por la Universidad de Barcelona en junio de 1913. Perteneció a la promoción que ingresó en la Academia de Sanidad en septiembre de 1914, una de las más numerosas con 33 alumnos. Tras su ascenso a capitán en 1919, se le destinó al frente de la enfermería de Monte Arruit.
Enfermería de Arruit tras la reconquista
A principios de julio la relación de material sanitario existente en la posición era la propia de una enfermería situada en la retaguardia, por lo que la llegada masiva de hombres, el 29 de julio, situó a los medios sanitarios en el colapso más absoluto por falta de medios. Durante el sitio de la posición se contabilizaron -según el capitán Sigifredo Sainz- un total de 434 heridos entre los diferentes cuerpos, y 262 muertos. En la posición se reunieron los médicos que habían conseguido llegar con la columna Navarro: Teófilo Rebollar, José Rover, Enrique Videgain, Miguel Fernández Andrade, Felipe Peña y el titular del consultorio José Espina. De los seis, tan solo sobrevivió el teniente Peña, que resultó herido en la cabeza. Es difícil imaginar las condiciones en las que tuvieron que atender a los heridos, sin anestesia ni medios asépticos. Al recuperarse la posición aparecieron los cuerpos de los médicos; unos rematados en el suelo, junto a las camillas de los heridos, otros en la enfermería donde tantos servicios sanitarios se prestaban a la población local. En noviembre, poco después de ser enterrado el capitán Espina en Melilla, la Facultad de Medicina de Barcelona recordó en la capilla del Hospital Clínico al compañero muerto.

Prácticas de la promoción del capitán José Espina, 1914
9-Kandussi. Consultorio indígena y enfermería militar dotada de 12 camas, sala de curas, cuarto para el oficial médico y una farmacia surtida desde Zeluán. El personal asignado era 1 teniente médico, 2 sanitarios, 1 enfermero civil y el personal administrativo. Además, en la posición era normal la presencia de algún oficial médico del Regimiento de Melilla, debido a que el campamento era la base de la columna móvil. La enfermería debía cubrir además las necesidades médicas de un gran número de posiciones, Tikermin, Tisingart, Yarf el Baax, Dra, Sbuch Sbah, Ainn Mesauda, Quebdani, Terbibin, Ulad Aixa, Tizi Iznoren, Dar Buziam y Timayast, todas ellas defendidas por efectivos del 59 de línea. El 22 de julio el médico asignado era el teniente Triviño Sánchez, hijo del jefe de Sanidad Militar, que se hallaba en uso de permiso oficial en Melilla, por lo que quedaba como responsable de la enfermería Fernando Serrano Flores del Regimiento de Melilla. Gracián Triviño (29-8-1895), que pertenecía a la promoción de 1919, había cursado la carrera en Sevilla. Tras jurar bandera, se incorporó al Regimiento de San Fernando, posteriormente al consultorio de Avanzamiento, y finalmente al de Kandussi. Después del Desastre continuó durante muchos años en Melilla; en el servicio de aviación en el Grupo de Regulares, y como encargado del traslado de heridos en buques hospital. Se casó en 1922 con la hija del teniente coronel Susanna, 2º jefe de la Comandancia de Melilla en 1921. La familia Triviño, como tantas, pagó también su tributo en julio de 1921; el capitán Moreno de Guerra, muerto en 1921, estaba casado con la hermana del Teniente. En 1931 es destinado a Logroño tras permanecer por espacio de once años en el Protectorado. Pocos meses después de comenzar la guerra civil fallecía Gracián Triviño el 25 de noviembre, siendo enterrado en Melilla.

Prisioneros enfermeros

Tras el Desastre fueron varios los hombres que, habiendo tan solo un médico en los campos de prisioneros -teniente Serrano Flores-, se vieron obligados a ejercer precariamente la enfermería. Sin duda, el más popular de todos fue el sargento Francisco Basallo Becerra (Córdoba 2-11-1892, Zaragoza 19-5-1985) quien según cuenta en sus Memorias, ejerció de improvisado enfermero desde que fue apresado hasta su liberación en 1923. En un primer momento, los prisioneros tuvieron que adiestrarse en el manejo de medicinas e inyectables sin recibir más ayuda profesional que la prestada por dos practicantes civiles: José Cánovas Hernández (Mina La Alicantina) y Antonio Ruiz Gómez (enfermero en Annual). El grueso de los prisioneros permaneció en el campamento de Annual hasta que en febrero de 1922 fueron trasladados a Tabelhach. El médico Serrano, preso junto a los oficiales en Axdir, no se reunió con Basallo hasta mediados de marzo cuando los cautivos ya estaban en Ait Kamara. Fue entonces cuando por primera vez pudo enseñar a Basallo y a los demás  sanitarios nociones de medicina y de formulación de fármacos. Hasta aquel momento Basallo mantenía contacto con los médicos de Alhucemas: capitanes Ramiro Ciancas y Servando Casas Fernández. Tras ser reagrupados los prisioneros en Annual, se organizó el primer equipo sanitario compuesto por Basallo, Cánovas y Ruiz Gómez, a los que se unieron Miguel Rodríguez Sánchez (Compañía Mixta de Sanidad), Manuel Fiañez (Intendencia), Ramón Mellado Cebrián (Ceriñola 42) y Miguel Sánchez Guirao (Melilla 59). Los cuatro fueron asesinados a sangre fría el 14 de marzo de 1922 mientras transportaban a un herido que fue también ejecutado. Por suerte, otros muchos se prestaron voluntarios para atender a sus compañeros, dando ejemplo de abnegación y sacrificio. Digno de especial recuerdo es el sargento de artillería Alfonso Ortiz Martínez, responsable del botiquín en Ait Kamara, fallecido de tifus en abril de 1922. También recogió Basallo en sus Memorias del Cautiverio un agradecimiento al resto de improvisados sanitarios; sargento Agripino García Gutiérrez (África 68), cabos Saturnino Royo Horcajo (Melilla 59), Santiago Palacios (San Fernando 11) y Emilio San Antonio Pereira (Ceriñola 42), soldados Julián Sosa Villalba (San Fernando 11, fallecido el 12-3-1922), Maximiliano Macias Dolz (Ceriñola 42), Pedro Gilly Paños (Compañía Mixta de Sanidad), Miguel Tena Casilla (Melilla 59) Santiago Mayor Izquierdo (Melilla 59) y Ramón Serret Ogel (San Fernando 11).
En Axdir, fue la mano derecha del teniente Serrano, el soldado de ingenieros natural de Santa Marta -Badajoz- Carmelo Balsera González, que se hallaba adscrito a la Compañía de Telégrafos.. El 22 de julio formaba parte de la guarnición de Tuguntz, donde una sección de San Fernando defendía el pequeño reducto. El 24 de julio la posición fue asaltada, salvándose únicamente el teniente Baltasar Gómez Moreno y tres hombres, entre los que se encontraba Carmelo. Por este episodio se le abrió juicio contradictorio aunque el resultado fue negativo. Durante los días en que ayudó a Serrano aprendió a inyectar y medicinar, siendo de gran ayuda hasta el fallecimiento del médico en julio de 1922. De vuelta en su pueblo, el soldado Balsera aún conservaba algunas de las recetas prescritas por él. Después de fallecer Fernando Serrano, fue el teniente de Alcántara Julián Troncoso Sagredo quien se encargó de la asistencia a oficiales y civiles. Todos ellos se enfrentaron a heridas por armas de fuego y graves infecciones, llegando incluso a tener que practicar mutilaciones a pesar de no tener más que mínimas nociones de Medicina.
La mortalidad era muy elevada en los campamentos de prisioneros. Tan solo entre los meses de julio y diciembre de 1921 se atendieron en Annual a 201 enfermos: 25 fallecieron, y otros 51 heridos fueron intervenidos resultando muertos 2 soldados. Basallo anotó y guardó referencias de todos los auxilios prestados en los diferentes campamentos: 695 asistencias por enfermedad, 3728 inyecciones administradas y 477 operaciones practicadas por patologías de distinta índole. Mención especial merecen el delegado de la Cruz Roja Manuel Fernández Almeida, que coordinaba la recogida de material sanitario, los marinos del Laya Villamil y Recalde, y los miembros de la Compañía de Mar que descargaban en tierra la ayuda sanitaria para los prisioneros. 
Francisco Basallo. Memorias del cautiverio
Compañía Mixta de Sanidad

Formaban la unidad un total de 415 hombres: 5 oficiales y 410 de tropa. El 22 de julio la compañía tenía un oficial de permiso, otro en el hospital y 87 sargentos y soldados no disponibles. Los restantes 326 constituían la unidad; 166 de ellos en la plaza, 114 en columnas y 43 en destacamentos. Las bajas durante el Desastre ascendieron a 78 hombres, lo que supone un 22 % del total de los efectivos disponibles. La unidad estaba compuesta por cuatro secciones: dos de montaña -permanentemente en el frente- una sección rodada que disponía de tres coches -uno en Kandussi y Tistutin, otro en Zeluán,  y el tercero en Ben Tieb- y la cuarta sección de automóvil ambulancia que disponía de cuatro unidades con base en Dar Drius. El 22 de julio, el coronel Triviño ordenó que una ambulancia se situara en Izumar y las restantes cubrieran el servicio entre Ben Tieb y Tistutin. Cada una de las cuatro secciones estaba al mando de un teniente, y al frente de la compañía el capitán Vicente Lloret Peralt, que en aquellos días disfrutaba de permiso concedido por el Comandante General. El mando accidental lo ejercía el teniente Manuel Espada Sánchez-Barbudo, que el 22 de julio estaba en Dar Drius al frente de una sección. El capitán Lloret (Carcagente, Valencia 06-05-1889) mandaba la unidad desde 1918 tras un breve paso por los hospitales de Melilla, en 1923 abandonó el Protectorado al que no volvería ya que falleció prematuramente en Valencia en octubre de 1925.
Como medios de locomoción para transporte tenían 6 camiones -2 en reparación- con cubierta de lona y preparados para poder transportar camillas o para que los heridos fueran sentados. Estos automóviles fueron los que transportaron el convoy de heridos que el capitán García Gutiérrez organizó en la mañana del día 22. En reiteradas ocasiones el jefe de Sanidad de Melilla solicitó el aumento de medios de transporte. Se consiguió aumentar el número de ambulancias que hasta poco antes del Desastre era tan solo de dos unidades. Al coronel Triviño le constaba que desde la Comandancia General se hacían eco de sus peticiones y las trasladaban al Ministerio, por lo que también solicitó camionetas para poder transportar a los heridos que pudieran trasladarse sentados. Además, para transportar las artolas a lomo contaban con 102 mulos y 14 caballos de silla.
Soldado de Sanidad Militar
Mientras gran parte de los sanitarios estaban desperdigados por las diferentes posiciones, en Annual se contaban 2 oficiales y 82 soldados pertenecientes a 3 secciones; los tenientes López Galiacho y Hernández Vázquez eran los responsables de las tropas. Los miembros de la compañía participaron activamente en los intentos de ayuda a Igueriben y tuvieron que organizar la retirada de los heridos de Annual el día 22. Entre ellos, hay que destacar al sargento José López García, de la sección de montaña, propuesto para recibir la Laureada. En abril de 1926, el capitán Ricardo Fajardo, juez instructor, entregó sus conclusiones. Aunque la propuesta fue desestimada, el comportamiento de García fue -según declararon todos los testigos-  ejemplar. Cuando el 21 de julio, estando las tropas de la columna de Policía Indígena a la vista de las alambradas de Igueriben, se produjo un conato de abandono de sus puestos, el sargento García, que se hallaba muy cerca al frente de su sección, impidió que los policías abandonaran sus puestos e hizo posible el recoger a parte de los supervivientes y llevarlos hasta Annual. El 22 se destacó también organizando el convoy de heridos en las artolas, y arrimó el hombro junto al capitán Sabaté para contener a los soldados que huían en desbandada. Al pasar por Izumar con sus hombres, entregó voluntariamente su caballo al médico Jiménez Urtasun, quien gracias a ello pudo llegar a Melilla. Cuando el convoy de heridos y sanitarios llegó a Drius, se habían registrado casi un 50 % de bajas. Aún le quedó tiempo al sargento para demostrar su valor, ya que pudiendo, junto al resto de sus hombres, llegar a Melilla con los heridos, prefirió quedarse en Zeluán, donde falleció el 3 de agosto. Todos los supervivientes que entrevistó el capitán Fajardo relataron los méritos contraídos por López García, pero el Consejo Supremo de Marina y Guerra desestimó la propuesta de concesión. Tras la reconquista de Arruit, tan solo se pudo recuperar el cuerpo de uno de los sanitarios muertos y no pudo ser reconocido. Se le dio sepultura en el Panteón de Héroes, convirtiéndose en el único de sus moradores del que se desconoce el nombre. Fue el homenaje que la Jefatura de Sanidad quiso dedicar a los sanitarios, conductores y soldados muertos de  la Compañía Mixta. El capitán médico García Gutiérrez (enfermería de Annual) escribió en la revista de sanidad militar un emotivo artículo (In memoriam) en el que recordaba a los compañeros muertos en combate y tuvo también un especial recuerdo para algunos de los miembros de la Compañía Mixta destacados en Annual y desaparecidos. Cabos Alberto López Murcia y Soler Guisado. Sanitarios Nicolás García, Méndez Expósito, Victoriano Borjabat Calvo y Ramón Montero Díaz.

Evacuación de un herido en el frente
Parque de Sanidad Militar

Al frente del parque figuraba como director el capitán médico Servando Camuñez del Puerto (26-1-1895, Melilla 26-12-1949). Al margen de las funciones propias del parque, tenía asignado el servicio del tren hospital que cubría el trayecto Tistutin-Melilla realizando paradas en Arruit, Zeluán y Nador antes de llegar al hospital. Se componía el tren de dos vagones que podían ampliarse en función de que los heridos y enfermos pudieran viajar sentados o tuvieran que hacerlo en camillas. Antes de que la vía férrea quedara cortada, se dispusieron por lo menos tres o cuatro viajes en el tren, todos ellos organizados por el capitán Teófilo Rebollar, director de la enfermería de Tistutin. Tras el Desastre y la consiguiente reorganización de los servicios sanitarios, se pusieron a disposición del mando tres trenes hospitales. El primero de ellos entró en funcionamiento el mismo día que sucumbía la guarnición de Monte Arruit. El director del tren Nº 1 fue el comandante Ángel Calvo-Flores que contaba con el capitán médico César Yaque, 1 sargento y 16 sanitarios para atender a los heridos y enfermos. De las cuestiones logísticas se encargaban el capitán de intendencia Gabriel Cordero y el comisario de guerra Carlos Gil. Durante los meses de agosto a noviembre, periodo de mando del comandante Calvo-Flores, el tren realizó 17 viajes entre Málaga y Cádiz hacia Granada, Antequera, Sevilla, Córdoba y Linares, Madrid y Badajoz. Un total de 1821 oficiales y soldados, entre ellos muchos heridos en Annual, fueron transportados por el tren Nº 1, lo que da idea de lo cruenta que fue la campaña de reconquista. Formaban el convoy 10 coches de 3ª sin asientos, 1 coche equipado como sala de curas, un vagón de primera para los oficiales, un vagón equipado de cocina, y otro para el personal sanitario. Posteriormente, los trenes se fueron adaptando a las necesidades y se les dotó de medios tanto médicos como técnicos constituyendo un elemento básico en la repatriación de enfermos y heridos.
Tren hospital Nº 3
Los Hospitales

Antes del Desastre en Melilla existían dos grupos de hospitales tal y como queda reflejado en el anuario militar de 1921, a partir del mes de septiembre se creo un tercer grupo y se organizaron cuatro equipos quirúrgicos al mando de sendos comandantes médicos, 2 oficiales y dos sanitarios en cada equipo.

1er Grupo de Hospitales
Director Teniente coronel Wistano Roldán Gutiérrez
Hospital Alfonso XIII. 750 camas, bien dotado
Hospital Central, antiguo civil de Melilla. 200 camas
Hospital de infecciosos. Tan solo para enfermos
Hospital de indígenas. Construido en 1909 y pendiente en 1921 de ampliación para doblar su capacidad, presupuestado en 101.800 Pts.
Oficiales en 1er Grupo:
Comandante Gregorio Fernández Lozano
Comandante Francisco Iturralde López
Comandante Filiberto Cuadros Ruizalday
Comandante Aurelio Solís Jacinto
Comandante Emilio Alonso García-Sierra
Capitán Nicolás Bonet Luna
Teniente Pedro Álvarez Nouvilas
Teniente Jesús Senra Calvo
Farmacéutico 1º Eliseo Gutiérrez García
Farmacéutico 2º Julio Sánchez López
Farmacéutico 2º Pedro Calvo Muñoz-Torrero
Teniente Escala Reserva Francisco González Miranda
Hospital de Indígenas
2º Grupo de Hospitales
Director Teniente coronel Alfredo Conejo Sola
Hospital Docker. 750 camas. Construido en 1910 bajo la dirección del capitán de ingenieros Droctoveo Castañón Reguera y modificado en 1913 por el capitán José Claudio Pereira. En 1921 se habían solicitado fondos para convertir los cinco Docker- Hospitalier  en pabellones de mampostería, las obras tenían un presupuesto de 320.000 Pts. Desde antes del desastre funcionaba una clínica que dirigía el comandante Herranz donde se trataban todos los casos de traumatismos accidentales o de guerra donde se trataron a muchos de los heridos, debiendo únicamente ampliar el personal y utilizando todos los locales que fueran precisos.

Oficiales 2º Grupo
Comandante Germán Sorni Peset
Comandante Rogelio Vigil de Quiñones
Comandante Aurelio Solis Jacinto
Comandante Paulino Paredes Pereda
Comandante Clemente Herranz Lamich
Comandante Diego Bru Gomis
Capitán Miguel Benzo Cano
Teniente Ángel Jordana de Pozas
Teniente Primitivo Jiménez Urtasun
Teniente José Gómez Segalerva
Farmacéutico mayor Uldarico Presa Sanahuja
Farmacéutico 1º Teófilo Pérez Cuenca
Farmacéutico 2º Clementino Villaverde Almarza
Teniente Escala Reserva Emilio Martínez Díaz

A-Comandante Herranz. B-Teniente Jiménez Urtasun.C-Teniente Bravo
Hospital de la Cruz Roja, 1921
Laboratorio de análisis clínicos. Se hallaba en uno de los pabellones del Docker
Comandante Cándido Jurado Barrio

Sección de Farmacia 
Existían cuatro farmacias atendidas por personal militar:
1- Docker
2- Hospital Alfonso XIII
3- Hospital Central
4- Plaza del buen Acuerdo. Después de los sucesos de Julio surtía a los hospitales de Santiago y de la Cruz Roja (que formaban parte del 3er grupo creado posteriormente).

Oficiales
Farmacéutico mayor y jefe de farmacia Francisco García García
Farmacéutico 1º José Santa Cruz  de la Casa
Farmacéutico 2º Fidel Ortiz Díaz de la Barcena
Farmacéutico 2º Juan Salvat Bové

Durante el trimestre comprendido entre julio y septiembre legaron a Melilla un total de 32 toneladas de medicamentos y material de curación por un importe de 103.000 pesetas. 
Promoción de farmacia de 1919. 1-Manuel Miranda Román

Hospitales militares en plazas Menores

1-Alhucemas. Hospital militar
Capitán Ramiro Ciancas Rodríguez
Teniente Jose Rocandio Martín. Muerto en combate en 1923
Farmacéutico 2º Fernando Torres Pérez

2-Chafarinas. Hospital Militar
Capitán Lauro Melón Ruiz de Gordejuela
Teniente
Farmacéutico Miguel Rivera Hernando

3-Peñón de Vélez Gomera. Hospital militar
Capitán José Jover Jover
Teniente Juan Bercial Esteban. Muerto en Afrau
Farmacéutico Manuel de Mérida Nicolich

4-Cabo de Agua. Enfermería
Teniente Ricardo Couto Felices

Organización del tratamiento de heridos y enfermos
El buque hospital; de Baler al Rif.

Sin pertenecer orgánicamente a la Jefatura de Sanidad de Melilla, merecen un especial recuerdo la tripulación y oficialidad del buque hospital Alicante. El navío, construido en los astilleros de Dumbarton (Escocia), fue bautizado originariamente como Degu y, al ser adquirido en 1896 por la Compañía Transatlántica, rebautizado como Alicante. Tras la pérdida de las colonias en 1898, el Alicante transportó a España a los últimos de Filipinas después de su numantina resistencia en Baler. A finales de julio de 1921 se adaptaron sus cubiertas para poder trasladar a los heridos del Desastre, y el 8 de agosto, cuando aún se resistía en Monte Arruit, realizó su primera singladura. Aquel día se evacuaron a 223 hombres; 173 heridos y 50 enfermos, entre los que estaban 14 de los supervivientes de Igueriben. Mandaba el buque el capitán Agustín Gibernau Maristany, mientras que de los enfermos se encargaban el comandante médico Rafael Fernández Fernández, el capitán Antonio López Castro, un farmacéutico y dos oficiales de intendencia. Numerosos fueron los viajes que el buque realizó transportando heridos tanto de los sucesos de julio como de la posterior y cruenta campaña de reconquista.

Buque hospital Alicante
Tras el desastre se produjo una importante reorganización en el tratamiento y traslado de heridos y enfermos en gran parte ideada por el Estado Mayor Central al frente del cual se hallaba el general Weiler y cuyas medidas fueron aprobadas por el ministro De la Cierva.
Había que diferenciar en primer término entre heridos y enfermos ya que la evacuación se realizaba a ciudades distintas. Para el traslado y tratamiento de heridos se establecieron en la península tres ciudades bases, Málaga, Sevilla y Madrid cuyos hospitales solo recibirían heridos procedentes de la zona de operaciones de Melilla. También se implantaron cuatro centros de especialización, en Málaga se tratarían las fracturas graves y las lesiones articulares, en Córdoba las patologías oftalmológicas y en Madrid se creó un centro de otorrinolaringología y otro de prótesis maxilofaciales. Este último tendría en Melilla un centro filial para tratar las lesiones maxilofaciales más urgentes. Del traslado de todos los heridos se encargaría el Alicante, que podía viajar indistintamente a Cádiz o Málaga, donde tenían su cabecera sendos trenes hospitales. Los heridos afectos de fracturas serían los únicos que no utilizarían los trenes ya que debido a su estado eran tratados en Málaga.  El mando y organización se situaría en Málaga encargándose de la coordinación un teniente coronel médico, el primer seleccionado fue Virgilio Hernando Quevedo. El jefe médico se hallaría a las órdenes del gobernador militar, quien a su vez mantendría comunicación constante con el Alto Comisario y el Ministerio.
El Alicante transportaría heridos a Málaga y Cádiz, desde esta última ciudad se les trasladaría en tren a Sevilla y Madrid, mientras que los que eran ingresados en Córdoba relazarían el transito en Málaga. Las tres ciudades bases deberían albergar para los heridos 350 camas y el hospital de Córdoba doblar su capacidad. La circular publicada por el Ministerio el 22 de septiembre autorizaba a los gobernadores militares de todas las ciudades a requisar establecimientos adecuados para recibir heridos.
Para albergar enfermos se designaron Badajoz, Córdoba, Granada, Almería, Cartagena, Alicante y Valencia. En casi todas las ciudades se habilitaron locales y los ciudadanos recibieron cálidamente a los enfermos, organizando gran cantidad de actos para hacer más llevadera su recuperación. Por desgracia en todas las ciudades fallecieron soldados víctimas de enfermedades, en el cementerio del Cabañal de Valencia se costeó una lápida para recordar a cuatro soldados muertos a raíz de dolencias pulmonares, el mayor de ellos tenía 24 años. Del traslado de todos los enfermos se encargaría el Alicante que alargaría su travesía hasta la costa Valenciana, mientras que desde Cádiz o Málaga viajarían a Badajoz, Córdoba, Granada y Almería en los trenes hospitales. En Málaga se creó un registro de vacantes hospitalarias, del cual se encargaba el teniente coronel médico. Este registro sería el que posteriormente marcaría la travesía del Alicante y el orden de puertos a tocar. Para que el registro funcionara correctamente deberían coordinarse  los jefes médicos de las ciudades y por supuesto desde Melilla quien debía además comunicar al gobernador de Málaga la composición de las expediciones 48 antes de la partida del barco hospital. En definitiva, una amplia reorganización en la que se verían implicados una gran cantidad de médicos militares y que se fue ampliando de manera proporcional al incremento del número de enfermos y heridos que se produjeron tras la rota de Annual. Tras los importantes servicios prestados por el Alicante en las campañas, volvió a ser utilizado por la Transatlántica hasta que al estallar la guerra civil quedó fondeado en el puerto de Barcelona. En 1938 la aviación rebelde bombardeó el puerto, y allí, en la misma ciudad en la que 40 años atrás había transportado a los últimos de Filipinas, fue hundido el viejo Alicante.

Organización del traslado de heridos y enfermos tras el Desastre

Bibliografía
http://desastredeannual.blogspot.com.es/p/blog-page.html