viernes, 8 de octubre de 2010

Alcántara 14, 3ª parte. Cazadores de Alcántara

Cazadores de Alcántara
Reivindicar la memoria de los sucesos de julio de 1921 y de sus protagonistas ha sido y será mi único objetivo desde que comencé a darle forma al blog. Hoy quiero recordar el sacrificio de cientos de anónimos soldados de caballería que pertenecían al regimiento de Alcántara 14. Mucho se ha escrito sobre sus gestas y podemos encontrar fácilmente información publicada, en la red y en los diferentes archivos. Gracias al exhaustivo trabajo del coronel Bellido Andreu conocemos sus nombres, el escuadrón al que pertenecían y cual fue su destino. Impresiona repasar la relación de miembros del regimiento y comprobar que hasta en quinientas diecisiete ocasiones aparece la palabra muerto.
Poco puedo aportar para reivindicar esa memoria casi perdida en los años. Pero siempre he sentido que aquel episodio del desastre merece no ser olvidado. Que debo recordar el generoso sacrificio de aquellos más de quinientos soldados de reemplazo que disciplinadamente y en formación de combate sucumbieron en el Igan, en Zeluán, en Arruit o en cautividad. En esta primera entrega sobre Alcántara me centraré en aquellos hombres que tras un frío sorteo de quintos tuvieron que cabalgar como el sol disipando las nubes a su paso aunque ninguno de ellos conociera con anterioridad el lema de su regimiento. Difícil, por no decir imposible, me ha resultado encontrar tantos años después testimonios de los pocos supervivientes de aquellos escuadrones de la muerte. Sólo me quedaba bucear en las hemerotecas buscando nombres entre los listados de muertos, hospitalizados, prisioneros, llegados de zona francesa o de los pocos que escaparon con el diagnóstico de ileso. Las hazañas que protagonizaron han quedado reflejadas de manera colectiva pero hoy no será así. En esta ocasión los protagonistas son Dionisio Jiménez, el cabo Emiliano Pajuelo, Bonifacio Moreno o Antonio Serrano. Ellos, y muchos más, fueron los auténticos héroes de Alcántara. Para mí ya nunca serán unos desconocidos. En la desgarradora novela de Sender, Iman, encontré hace años la frase que justifica este pequeño homenaje a esos anónimos cazadores de Alcántara. El personaje principal, Viance, se encuentra en su huída con un soldado de caballería gravemente herido. El moribundo le pide a su compañero que escriba a su casa, a su madre. Viance incrédulo lo observa y el soldadito de Alcántara le contesta: “¿o es que vamos a morir sin que nadie se entere?”. Por eso, para que nadie olvide. Muertos, si. Olvidados, no.


A la carga bravo cazador. Detalle de la estatua de Bennliure.
Los escuadrones de la muerte
Se llamaba Miguel Rivero Lizcano y llevaba siete años de milicia a sus espaldas. En este tiempo había conseguido ascender a cabo y posteriormente a sargento. Durante su estancia en Melilla había entablado relaciones con Josefina Del Valle con la intención de formar un hogar. Formaba parte del 1er escuadrón de Alcántara que mandaba el capitán Arturo Ballenilla. Todos sus planes de futuro se desmoronaron como un castillo de naipes cuando su regimiento dejó de existir en aquellas cargas que con valentía y a la desesperada protagonizaron los jinetes de su unidad. Miguel y Josefina habían conseguido con la paciencia de las hormigas ahorrar todo cuanto podían del escaso sueldo del sargento. Rivero participó de manera destacada en la defensa de la Alcazaba de Zeluán demostrando un brillante comportamiento tanto en el combate como en mantener elevada la moral de sus hombres. Tras la muerte de Miguel, Josefina, no quiso quedarse con aquellos ahorros fruto del sacrificio de su amado. Envió al que hubiera sido su suegro que habitaba en Piedrabuena, Ciudad Real, la nada despreciable cantidad de 2250 pesetas. A la familia sólo le quedó el consuelo de saber que su hijo fue citado como muy destacado en la documentación del regimiento. El desastre se llevó por delante las ilusiones de muchas parejas. Aquel 1er escuadrón al mando de Ballenilla perdió a casi todos sus efectivos. Cayeron aparte del capitán, el alférez Díaz de la Guardia, y escaparon con vida los tenientes Troncoso y Bravo. El primero fue hecho prisionero y el segundo pudo llegar a la plaza el 4 de agosto. Murieron el suboficial Rafael Torres y los sargentos Arturo López (citado como destacado) y Gonzalo Márquez Pérez. Entre la tropa la mortalidad fue devastadora. Los 13 cabos, 3 trompetas, 2 soldados de 1ª, (uno de ellos era Basilio Moroño Rubio natural de Urda,Toledo) y 70 soldados de 2ª fallecieron en combate. De los herradores desaparecieron Miguel San Lázaro (destacado en la defensa de la Alcazaba) y Manuel González García. Entre los pocos supervivientes se hallaban Carmelo Lapeña Usón y Joaquín Romero Pavón que falleció siendo prisionero en Axdir. Sumando a este último se alcanza la letal cifra de 97 muertos.


Monumento al Regimiento en Valladolid, obra de Benlliure

El martes 4 de octubre de 1921 los reyes visitaron a los soldados hospitalizados en los hospitales de San José y Santa Adela y el de Carabanchel. En ambos centros los monarcas conversaron con algunos heridos aun convalecientes de los combates de julio.
Dionisio Jiménez Gómez ocupaba una de las camas en Carabanchel y perteneció al 2º escuadrón. Fue uno de los jinetes que al mando del alférez Maroto partieron desde Zeluán para reforzar la defensa del aeródromo. Entre sus compañeros figuraba su amigo Cirilo Ruz Pascual que ejercía de asistente del oficial. En total participaron en la defensa del aeródromo 30 jinetes junto al sargento Ángel Díaz. Dionisio se portó como un jabato en aquellos difíciles días de asedio. Igual tocaba la guitarra para alegrar a sus compañeros, que luchaba en los pabellones. El 26 resultó herido en el antebrazo y así permaneció hasta que tras la capitulación fue hecho prisionero. Dionisio relata al periodista Pedro Antonio Cabrerizo su odisea con la voz quebrada. Sufrió dos días de cautiverio y al tercero escapó junto a dos compañeros en dirección a Melilla. Corrieron y corrieron perseguidos por sus carceleros. Dionisio vio caer a sus compañeros y sintió dos veces que su cuerpo era perforado por los disparos. Cuando en la Mar Chica le recogieron los legionarios presentaba dos orificios de bala, uno en la mandíbula y otro en el cuello. La gravedad de sus heridas requirió el traslado a la Península y allí lo encontró el corresponsal de la Correspondencia de España. De los defensores del aeródromo sólo se salvaron el alférez Maroto y el soldado Rafael Chaves Chaves, que tras cinco meses cautivo pudo llegar a Melilla el 15 de diciembre procedente de Orán. Junto a Rafael llegó a la plaza Francisco Fajardo, que era el cantinero de Zeluán. Ambos habían nacido en Sevilla. El primero en Gudalcanal y el segundo en Lora del Rio, los dos pudieron volver a sus pueblos tras la liberación. Sobrevivieron también los cabos Celestino Fragoso y Triburcio de Pablo y los herradores de 2ª Joaquín Martín Fernández (ingresado en el hospital) y Macario Pavón que estaba agregado al 4º escuadrón. De los soldados de 2ª tan sólo salvó la vida Francisco Maillo Granados, que aunque consiguió llegar a Melilla y ser hospitalizado no logró superar las graves heridas y falleció en el hospital. El resto del escuadrón presentó una estadística mortífera altísima. 1 capitán, 1 alférez, 4 sargentos, 10 cabos, 3 herradores, 3 trompetas, 2 soldados de 1ª y 68 de 2ª. 92 muertos en combate.



Monumento al Regimiento en el acuartelamiento de Melilla

Antonio Serrano Domínguez nunca debió imaginar que sería objeto de tal cantidad de homenajes. Al principio se le destacó por su actuación en los combates de julio y su fama de valiente corrió por toda la península. Pocos héroes con vida podía aportar el regimiento y Serrano se convirtió en el más mediático. Tras la reorganización del regimiento continúa combatiendo y en marzo de 1922 se le concede un premio en metálico de mil pesetas, que cada año concedía el “Diario Español de la Habana”. La ceremonia se celebró en el campamento de Bugardain y asistieron un gran número de personalidades. Entre ellos un grupo de agregados militares internacionales que se hallaban de visita en Melilla. El soldado Serrano obtuvo tal distinción por su comportamiento en la carga que protagonizaron los escuadrones de los capitanes Balmorí y Liniers en Al Lal Hariga en febrero de ese mismo año. Al margen del premio, se le concedió la licencia para que pudiera volver a su Madrid natal. Los periódicos anunciaban ese día la muerte en cautividad del soldado del 5º escuadrón Bernardino Pérez González. Días después en el cuartel del Conde Duque de Madrid, Antonio, fue de nuevo distinguido ante un todavía mayor auditorio de mandos militares y civiles. El general Milans del Bosch entregó a Serrano una libreta de la caja postal de ahorros con 1875 pesetas que se habían recaudado entre los jefes y oficiales del regimiento. José María Garay, Conde del Valle Suchil, y alcalde de la capital se comprometió a otorgarle la primera vacante que se originara en la guardia montada de Madrid. En la misma ceremonia fue condecorado el sargento Andrés Meizoso Fornos que como Serrano se había distinguido en los combates de febrero. Meizoso no aparece en las listas por hallarse destinado en la plaza en julio del veintiuno y aunque no participó en las cargas tuvo con posterioridad un destacado comportamiento, por el que mereció ser propuesto para recibir la laureada. El mismo día que Andrés también fue recomendado el teniente de Regulares Vicente Camino, muerto en Abarran. Ninguno de los dos juicios contradictorios se resolvió favorablemente y no recibieron la Cruz.


Antonio Serrano y Andrés Meizoso. Homenaje en Madrid 1922.

En las páginas de El Castellano (Toledo) de septiembre y octubre de 1921 se publicaban relaciones de soldados de la provincia de los cuales las familias no tenían noticias. Las fatídicas listas incluían hombres de todos los regimientos. El 3 de septiembre uno de esos nombres era el de Sirio García Ruiz, natural de Menasalbas, en la comarca de los Montes de Toledo. Sirio era cabo del 3er escuadrón y nunca pudo volver a su pueblo. Fue uno de los 101 hombres que desaparecieron de su unidad. Mueren los cuatro oficiales, 1 suboficial, 1 sargento, los catorce cabos, 1 herrador de 3ª, 2 soldados de 1ª y 78 de 2ª. Fue el escuadrón que tuvo más bajas y también el único que no perdió en combate a ninguno de sus cornetas. Tan sólo he podido confirmar que salvó la vida el soldado David Álvarez Lamela que se presentó el 11 de septiembre. Al cabo Emiliano Pajuelo Díaz se le cita como distinguido en la documentación del regimiento. Pajuelo se parapetó guardando la puerta de la Alcazaba de Zeluán con la única ametralladora que quedaba disponible y allí aguantó el tipo durante diez días. Cuando se recuperó la posición, aquel rincón donde el cabo disparaba sin cesar apareció repleto de impactos de bala. El día en que las columnas españolas entraron en la Alcazaba quedaron absolutamente impresionados por el dantesco espectáculo que ofrecía la gran cantidad de cadáveres que encontraron tanto dentro como fuera de la posición. Cerca de la puerta, un soldado de Alcántara casi momificado yacía aferrado con fuerza a las bridas del esqueleto del que fue su caballo.


Moreno Carbonero. Carga de caballería


Entre los soldados hospitalizados, se hallaban Fernando Álvarez de Castro y Antonio Castilla Moreno que fueron los únicos cornetas que no murieron en las cargas. En las salas del Docker coinciden con el sargento Álvaro González Cruz que presenta un esguince de la articulación del pie derecho, con el cabo Juan Fernández Rodríguez que padece una luxación del hombro derecho y con el soldado Francisco Maillo Granados que fallece a finales de julio. Otros cazadores fueron trasladados a la península. A Málaga fueron transportados en el Alicante Pablo García, José Fita Nico, Fernando Alfaro, Lucio Jiménez, José Gallego y Bonifacio Moreno Hernández. Este último no supero las graves heridas que presentaba y falleció el 21 de octubre. Al hospital de San José y San Raimundo, también conocido como hospital de los marqueses de Linares, fue trasladado el malagueño Rafael Morente Chaparro.
A medida que pasaban los días se iban presentando con cuentagotas supervivientes de Alcántara. La mayoría de ellos aparecen en los listados sin que conste a que escuadrón pertenecían. Tras la capitulación de Nador aparece Anacleto Semí Jeremias. El 4 de agosto se presentan el teniente Francisco Bravo y los soldados Pedro Arquero, Domingo Balimaña, Tomás Giral y Emilio Pardo. Bravo y sus hombres pudieron escapar de la carnicería de Zeluán y lograron llegar hasta la Mar Chica donde fueron rescatados por tropas de la Legión. De zona francesa llegaron dos grupos, uno el 9 de agosto y otro cuatro días después. Algunos formaban parte de la sección destacada en el Zoco de Telatza al mando del sargento Enrique Benavent Duart (muerto en la retirada), otros en cambio habían llegado procedentes de otras posiciones. En total se presentaron en Melilla 2 cabos (Ignacio De Aja y José Más Jover), 22 soldados y el veterinario 3º Montero Montero. Las gestiones para conseguir la repatriación las llevo a cabo Isidro de las Cagigas López Tejada (1891-1956) cónsul español en Uxda. Tras el desastre el diplomático fue destinado como interventor a Alcazarviquir y posteriormente a Tetuán. En la capital del protectorado llevó a cabo una brillante labor en el trazado y construcción de zonas verdes. Tan meritoria fue su labor que la ciudad le dedicó unos bellos jardines que llevan su nombre. Meses después de las cargas, el 21 de mayo de 1922, aparece en Melilla Florencio Caravaca Almagro que tras permanecer prisionero puede escapar y alcanzar la seguridad de la plaza. Tras su licenciamiento ingresa en el cuerpo de Carabineros. La guerra civil le sorprendió en la Comandancia de Barcelona. Se mantuvo fiel a la Republica y participó en la contienda donde ascendió a cabo por méritos de guerra. En febrero de 1939 se hallaba recluido en un campo de prisioneros en Francia desde donde es deportado y juzgado en consejo de guerra junto a varios compañeros del cuerpo. Se le condenó a reclusión perpetua aunque pudo salir en 1944.


La Esfera. Dibujo de Ricardo Marín
En otras posiciones quedaron pequeños núcleos del regimiento. En Ishafen 8 soldados contribuyeron en la defensa al frente de la cual se hallaba el capitán Navarro Zaragoza (3ª Cia/IBon) de San Fernando. Corrieron la misma suerte que sus compañeros de infantería y ninguno se presentó en la plaza. El único sobreviviente de la posición fue el soldado de Melilla 59 Eugenio Moa Ramos natural de Pontevedra, herido grave y que posteriormente sería declarado inutil por padecer una importante anquilosis en el codo izquierdo.
En Segangan, donde se hallaba el cuartel de la unidad quedó 1 sargento y 18 soldados (con tan solo tres carabinas) que se hallaban al cuidado del ganado enfermo. Compartían guarnición con una sección de Melilla(3ª Cia/IBon) al mando de un sargento y 1 cabo y 3 hombres de intendencia. Al estallar los combates se unieron a la defensa los guardias civiles del puesto de San Juan de las Minas. El teniente de intendencia Pedro Dapena (del depósito de Avanzamiento) ordenó que la caballería se replegase a la plaza pudiendo así escapar de la matanza. En total y procedentes de allí pudieron llegar a Melilla el sargento Eduardo Valverde Ramírez y 17 soldados.
Anacleto Semí Jeremías, natural de Gerona, mecánico de profesión y filiado en ese centro de reclutamiento, fue dado de alta en el cuerpo el 26 de febrero. Se le destinó al 4º escuadrón que mandaba el capitán Fernández Tejedo. En su cartilla militar figura un anexo en el que se indica que participó en las cargas del Igan y en la defensa de Nador. Tras la capitulación se incorporó de nuevo al regimiento en el que permaneció hasta el 29 de febrero de 1924 que pasó a la segunda actuación de servicio activo. De los 74 soldados de 2ª presentes el 22 de julio tan sólo pudieron llegar a Melilla Anacleto y tres compañeros más. Domingo Balimaña Tomás, que lo hizo el 4 de agosto y Benito Gómez Hernández que tras permanecer prisionero en Segangan fue liberado el 13 de octubre. Cayeron todos los oficiales, 1 suboficial, 3 sargentos, 8 cabos, 2 herradores, 2 trompetas y 4 soldados de 1ª.

Documentación del soldado Anacleto Semí Jeremias

En toda España el sentimiento de tristeza que reinaba se canalizó a través de múltiples iniciativas ciudadanas. Todos los diarios de la época iniciaron subscripciones a favor de los soldados de África. Entre la documentación que se conserva en la comandancia general de somatenes de Cataluña figuran las peticiones de donativos de los soldados que quedaron inválidos o inútiles en la campaña así como de los murieron en combate. En este último supuesto, la petición la realizaban a nombre de los huérfanos. Cientos y cientos de niños y niñas perdieron a su padre en el desastre quedando muchas familias en una difícil situación económica. El somatén de Cataluña concedió muchos donativos a huérfanos de soldados de todos los regimientos involucrados en el desastre. Manuela Herrero Teruel, de 5 años, era hija del soldado del 6º escuadrón Celestino Herrero Gálvez. Juan García Goig se quedó huérfano a los siete años al morir su padre Juan García Dolcet(natural de Barcelona) del 3er escuadrón. Natividad Obregón Canas (provincia de Álava) perdió a su padre, el sargento del 2º José Obregón Samperio cuando contaba tres años y Arturo López Moreno de tan sólo tres meses lo solicitaba por haber muerto su progenitor, el sargento Arturo López Ríos residente en Melilla y encuadrado en del 1º. Los últimos donativos se concedieron al pequeño de seis meses Enrique Benavent Varcarcel hijo del valenciano Enrique Benavent muerto en la retirada del Zoco Telatza y a María y Miguel Ramírez Sánchez de 5 y 2 años, residentes en Málaga e hijos del suboficial Luís Ramírez Hernández. Ante tal cantidad de solicitudes, el somatén acordó unas bases para la concesión que se aprobaron en enero de de 1922 y que beneficiaban a los desaparecidos hasta el 31 de diciembre. Únicamente se concedieron las prestaciones a las familias de suboficiales, sargentos, cabos y soldados, el plazo para concederlas finalizó el 31 de marzo de 1922. Los donativos se entregaron en una ceremonia en la Capitanía general de Barcelona en mayo de 1922 con la presidencia del general Primo de Rivera que pronunció un emotivo discurso ante los huérfanos, viudas y soldados mutilados o declarados inutiles.

Restos de los escuadrones en el Igan

El quinto escuadrón que mandaba el barcelonés Ricardo Chicote presentaba en lista de revista un total de 95 hombres. El 21 de julio pernoctaron en Ben Tieb y a la mañana siguiente participaron en las primeras cargas para cubrir la retirada de la columna de Annual. Uno de los primeros heridos fue el cabo Juan Ramón Hernández, que en un principio fue evacuado a Ben Tieb y posteriormente a Drius con la intención de que pudiera llegar a Melilla. No lo consiguió, seguramente fue uno de los heridos que fueron rematados en el trayecto entre Drius y Tistutin. En el campamento de Annual se hallaba el jefe del regimiento Francisco Manella junto a su ayudante el capitán Arce, que como ordenanza tenían al soldado Florentino Moreno Martín. Este permaneció junto a su jefe hasta el último momento guardando los caballos y fue uno de los últimos hombres que vio con vida a Silvestre. Junto a él se hallaba el cabo de la Plana Mayor de mando Silverio Elvira que no tuvo la suerte de Florentino y fue dado por desaparecido. Tras abandonar el campamento y sufrir una larga serie de penalidades consiguió llegar hasta Zeluán donde se destacó al participar en dos de los tres convoyes que se realizaron hacía el aeródromo. El miércoles 3 de agosto fue hecho prisionero y no pudo llegar a Melilla hasta el 17 de noviembre.


Herrador de 1ª Juan Carrión Maeso
El suboficial Ramón Jimeno Marhuenda presente en Ben Tieb fue el encargado de hacer llegar al teniente coronel Primo de Rivera la orden de cubrir con todos los medios a su alcance la retirada de las fuerzas de Annual. Jimeno declaró con posteridad que escuchó al 2º jefe una frase que ha pasado a la posteridad aunque se han dado diferentes versiones. Básicamente Primo de Rivera, ante la magnitud de la catástrofe que se avecina les indica a sus cazadores que ha llegado el momento de sacrificarse. Se puede discrepar de las palabras utilizadas pero no del cumplimiento que le dieron aquellos hombres. Su abnegación no ofrece ninguna duda. El suboficial Jimeno cumplió como sus compañeros y al retirarse hacia Drius la columna que mandaba el capitán Lobo volvió grupas y regresó a Ben Tieb con el objeto de retirar los cierres de las dos piezas de artillería allí presentes. Su actuación mereció que se le citará como distinguido en la documentación del regimiento. Participó en la defensa de Zeluán y pudo escapar con vida siendo el único suboficial presente en el frente que lo pudo conseguir. Del resto del escuadrón murieron 2 alféreces, 3 sargentos, 7 cabos, 2 herradores, 4 trompetas, 1 soldado de 1ª y 70 de 2ª. Entre estos últimos se hallaba Bernardino Pérez González que hecho prisionero fue trasladado hasta Axdir donde falleció el 10 de febrero de 1922. Las enfermedades y penurias del cautiverio también se llevaron por delante a Joaquín Romero Pavón (17-12-1921), Pedro Domínguez Sánchez (07-03-1922) y Álvaro Barcía. Pedro Martínez Lillo fue liberado el 27 de noviembre de 1922 junto a Juan Peña Catalá de San Fernando. En febrero de 1923 quedaron libres el cabo Tiburcio de Pablo y los soldados Juan Muñiz Romero, Pedro Morales Pradillo, Cándido Navarro García y Emiliano Alhambra Alguacil natural de Hormigos (Toledo) y a quien su familia ya buscaba con desesperación en septiembre de 1921. La espera fue demasiado larga pero Emiliano pudo regresar junto a los suyos tras el duro cautiverio.


Suboficial Ramón Jimeno Marhuenda

El escuadrón de ametralladoras quedó borrado de un plumazo, ninguno de sus miembros escapó al abrazo de la muerte. Ni un sólo superviviente de entre sus 38 componentes de tropa. El único hombre que salió ileso de aquella masacre fue el teniente Luís Martín Galindo, que se incorporó el 10 de agosto tras participar en la defensa Zeluán. Formaban el escuadrón el 22 de julio 3 cabos, 1 trompeta, 2 soldados de 1ª y 32 de 2ª. El 6º escuadrón tan solo tenía asignado una plantilla compuesta por el herrador de 2ª José Rosas Valdajo, el soldado de 1ª Antonio Sillero Fresnedillo y 11 soldados de 2ª. Tampoco se presentó ningún superviviente, los trece fueron dados por desaparecidos. También fueron citados como destacados por diferentes acciones: Domingo Román Cerezo herrador de 3ª del 5º, Manuel González Ureña cabo del 5º, Tesifonte Expósito Mailanes soldado del 5º, el soldado Francisco Sánchez Caro del 2º escuadrón y el cabo del 4º Esteban Peña Fernández. Todos ellos murieron en combate y fueron citados a título póstumo.


Calle Héroes de Alcántara, Melilla. La placa conmemora el LXXV Aniversario.

El 1 de julio el regimiento estaba compuesto por un total de 1044 efectivos de tropa. De estos, 657 estaban destinados en el frente. Fueron los hombres que participaron en las cargas y en la defensa de las posiciones. De ellos 517 se dieron por desaparecidos, lo que representa un 80% de bajas mortales. Los restantes 140 fueron los únicos sobrevivientes. Destinados en Melilla y según la lista de revista había 4 suboficiales, 16 sargentos, 1 sargento trompeta, 34 cabos, 1 cabo trompeta, 3 trompetas, 2 herradores de 1ª, 2 de 2ª, 2 de 3ª, 5 forjadores, 3 soldados de 1ª y 241 de 2ª. Ingresados en hospitales o con licencia por enfermo 4 cabos, 6 trompetas y 52 soldados de 2ª. Finalmente, arrestados en Cabrerizas y Rostrogordo 1 trompeta y 6 soldados a los que la prisión libró de una más que segura muerte. En base a estos 386 supervivientes, y con la incorporación de nuevos reclutas, se reestructuró el regimiento que estaba formado con carácter provisional por tres escuadrones de sables y uno de ametralladoras. Con tal fin la sección de cría caballar y remonta facilitó 15 caballos de oficiales y 205 de tropa. El resto de cuerpos de caballería aportó 354 prendas mayores y el mismo número de equipos completos para los caballos. La sección de artillería se encargó de proveer el material necesario para el escuadrón de ametralladoras. El regimiento participó en la campaña de reconquista y permaneció acantonado en la comandancia de Melilla hasta que en 1927 se reorganiza fundiéndose con los regimientos de Victoria y Taxdir. Tras un largo periplo por diferentes ciudades y con varios cambios de denominación vuelve a Melilla en 1974 convertido en el regimiento acorazado de caballería Alcántara 10.
En junio de 1931 se inauguró la estatua de Benlliure dedicada al regimiento y que luce ante la academia de caballería. También en Melilla se quiso honrar su memoria y una de sus calles lleva el nombre de Héroes de Alcántara. Este año, el 23 de julio, como viene siendo habitual se celebró el 89 aniversario de los hechos con una ceremonia y se depositó una corona de laurel en la placa que recuerda a los cazadores muertos en combate.
Cuenta Luís Miguel Francisco en su artículo sobre el teniente coronel Primo de Rivera (Morir en Monte Arruit. Ediciones Quirón) que los descendientes de los cazadores le contaron que años después de los hechos se reunían en Madrid. Le dijeron al autor que en las solapas de sus chaquetas portaban una réplica de la Laureada, de aquella cruz a la que nunca tuvieron derecho a título colectivo.


Disipa como el sol las nubes a su paso”


Anuario militar 1930
02-06-1921. Cruz laureada colectiva
http://losnombresdeldesastre.blogspot.com.es/2013/07/regimiento-de-caballeria-alcantara-14_4.html

BibliografíaAntonio Bellido Andreu. El Alcántara en la retirada de Annual. La laureada debida. Colección Adalid. 2006
Capitán Sainz Gutiérrez. Con el general Navarro de operaciones. Madrid 1924.
Ramón J. Sender. Imán. Editorial Destino.
José Mª Garate Córdoba. España en sus héroes. Madrid 1975 Omnigraf.
Hemeroteca La Vanguardia meses de agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre de 1921. Febrero y marzo de 1922. Febrero de 1923.
Hemeroteca El Castellano, meses de agosto, septiembre y octubre de 1921.
Hemeroteca ABC, meses julio, agosto, septiembre de 1921 y febrero de 1923.
Hemeroteca La Correspondencia de España., meses de julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre y diciembre de 1921. Octubre y noviembre de 1922. Enero y febrero de 1923.
La Esfera. Madrid 17 de diciembre de 1921. Dibujo de Ricardo Marín.
Anuario Militar 1930
Documentación del soldado Anacleto Semí Jeremias encontrada en el buscador de imagenes de Google. Por más que lo he intentado no he conseguido contactar con la familia pero he creido oportuno publicarlo.




7 comentarios:

  1. La Laureada para Alcántara

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  2. Enhora buena al regimiento de Alcantara 10, se ve que con el paso del tiempo aun se recuerda a los heroicos de este regiminto FELICIDADES.

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  3. Un verdadero ejemplo de valor y patriotismo,difíciles de encontrar en los tiempos que corren.

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  4. En varias ocasiones, esta mañana la última, he hablado a mis hijos de estos hombres. Les he comentado en valor de la gente que sabe cumplir con su deber.No les he transmitido mensajes militares, ni bélicos pues me considero antimilitarista pero sí de la importancia que tiene hacer las cosas bien incluso cuando todos lo hacen mal y huyen ante su responsabilidad.
    Hay momentos en la vida de un país que se echa de menos gente como el Regimiento Alcántara y sencillamente quería agradecerle este blog (que he ledio en parte, para ser sincero...).
    Hace dos años escribí una carta al periódico (que publicaron) comentando lo que ahora estoy diciendo. Es bueno que las generaciones que vienen sepan de la importancia de hacer las cosas bien y cumplir con nuestro deber (sea el que sea).
    Saludos
    Miguel-Angel Pérez Ureña

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  5. Buenas:
    Por casualidad, poniendo el nombre de Arturo López Ríos me ha aparecido este blog. Estoy buscando de él. Me he quedado impactada al conocer esta parte de la Historia que yo desconocía. Esta persona de la cual estoy buscando información era tío de mi abuelo. No sabía que tuvo un hijo al que le dieron un donativo por la muerte de su padre. Gracias,un saludo!

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